La condena sin fin de Antúnez

“Me llamo José Antúnez Becerra. Nací en un pueblo llamada Talavera la Real, que está en Badajoz. Llevo aquí, en Barcelona, desde los tres años y es donde he hecho la mayoría de mis fechorías. Pero debo decir que soy buena persona y jamás maté a nadie, ni tampoco daño hice a una mujer. Mis delitos en general han sido atracos a bancos, pero también robos de coches y ser poseedor de armas de fuego. Por lo demás, poca cosa que destacar”. Estas palabras las escribió Antúnez, de 58 años, hace unos días. Es uno de los pocos presos históricos que quedan. Su última condena no fue leve: 18 años y ocho meses de cárcel por el motín de Quatre Camins del 2004, en el que un grupo de reclusos retuvieron a varios funcionarios del centro. Está cumpliendo un total de 29 años de cárcel. Desde hace 46 días está en huelga de hambre y el sábado dejó también de beber. Ha perdido 20 kilos.

Antúnez protesta porque, a pesar de haber cumplido casi la mitad de las condenas impuestas, la dirección general de Serveis Penitenciaris no le otorga ningún permiso de salida. Está en el centro penitenciario de Brians II, en Sant Esteve de Sesrovires. Este último fin de semana, según sus allegados, no se ha movido de la cama por su debilidad. Este lunes, un grupo de apoyo cortó el tráfico en la avenida de la Meridiana de Barcelona. Una persona se colgó del puente de entrada a la ciudad.

Antúnez reconoce que de joven fue «una pieza», pero se queja de que “sin haber matado a nadie, siempre respetando al pueblo trabajador”, lleva en prisión casi 40 años de su vida. A los 17 años ingresó por primera vez en la Modelo. Antes ya había pasado por correccionales. Empezó a delinquir en el barrio Gótic, donde vivía con unos padres de condición humilde. Los reformatorios le ofrecieron la posibilidad de sacarse un verdadero máster en delincuencia.

Activista en la cárcel

En 1978 formó parte de la Copel (Coordinadora de Presos en Lucha). Ese mismo año, junto con otros reclusos, hizo un túnel que comunicaba la Modelo con las cloacas. Antúnez controló las obras desde la enfermería, donde fue trasladado al fingir que estaba enfermo. También montó la instalación eléctrica. Por eso le apodaron el Ingeniero. El 2 de junio de 1978, 45 presos se escaparon por el túnel. Desde que volvió a entrar en la cárcel ha protagonizado varias huelgas de hambre (en el 2012, durante 51 días). “Siempre he luchado contra el abuso de poder de la Administración”, reconoce.

Lo que le pasa a Antúnez es el pez que se muerde la cola. Cumple el requisito legal de haber finiquitado una cuarta parte de la condena (casi la mitad). A pesar de ello, está pendiente de realizar el programa de tratamiento en el que se incluye una terapia sobre alcoholismo y otra sobre conductas violentas. El preso se comprometió el 24 de agosto del 2014 a hacerlo, pero no se le incluyó en el programa. Ahora, le han dicho que igual en el 2017. “La falta de propuesta-inicio del programa de tratamiento de forma deliberada ha supuesto un retraso, no imputable a mi defendido, del acceso a los permisos de salida”, relata su abogada. Fuentes de la Conselleria de Justícia se limitaron a reconocer que Antúnez está en huelga de hambre y que está bajo control médico y sanitario.

EL PERIÓDICO ha tenido acceso a un documento en el que la junta de tratamiento deniega al interno la autorización de uno de los permisos por su “peligrosidad” en base al motín de Quatre Camins de hace más de 10 años (algunos funcionarios fueron condenados por malos tratos). La abogada de Antúnez lucha por que este preso con alma anarquista logre un permiso. Ha solicitado que el límite del cumplimiento se fije en 20 años y ha presentado quejas en varias instituciones. Y él sigue con sus poemas. “Soy del pasado / aunque vivir es sufrir / ahora no está en vivir o morir / es estar en resistir…”

Fuente:www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/antunez-recluso-historico-recluso-esta-desde-enero-huelga-hambre-para-conseguir-perm