La Educación Sexual Integral, ¿sólo una ley bonita?

Karina Sosa

Hay que transitar en la práctica el revuelo que se puede armar en una escuela cuando una docente saca un pene de madera para explicar el uso del preservativo… o da su postura política sobre la legalización del aborto.

Durante los talleres de educación sexual con adolescentes es muy común que ellos te pregunten a vos sobre tu primera vez, si ahora tenés pastillas anticonceptivas en la cartera, si de verdad usas preservativos, etc. Para poder hablar relajadamente de esto, porque es algo que siempre pasa, que quieran saber sobre la vida personal de la tallerista, no solo niños y jóvenes, sino también los adultos. La razón de esto es en principio la construcción del pensamiento científico, y comprender que esto se estudia, como cualquier otro campo del saber. Que se construyan puentes o que alguien resuelva un cálculo matemático, es más evidente que es del orden de la “ciencia”. Ahora, todas nos indisponemos, tenemos la primera vez, tenemos relaciones sexuales, sufrimos por amor, etc. Eso no quiere decir que tengamos conocimientos científicos al respecto…

El punto es que, llegado el momento “difícil” del taller, en donde es el mismx tallerista el que es puesto en cuestión, como y “vos que hablas tanto y sabes de esto… ¿cómo vivís? ¿Cómo te va?”… poder trabajar con esto y contarlo como si nada o simplemente explicar que el fin del taller no es ventilar la vida personal, implica, formación que cuesta dinero y tiempo.
¿Quién debería ser el garante de la formación de los docentes?, debería ser el Estado. Si bien, la ley fue promulgada, hoy no es una realidad en las aulas. La maestra de inicial, de primaria o profesor/ra de secundaria, corriendo, apenas llega a cubrir un salario que cubra la canasta familiar. Entonces, en tanto no haya capacitación en servicio, y paga la ESI va a seguir siendo solo una ley bonita. Falta la decisión política y presupuesto. Hoy en día trabajan en la ESI lxs que militan en la temática, pero son iniciativas individuales, que al momento de llevarlo a la práctica, se encuentra con muchos obstáculos.
Es placentero y es un buen espacio de escucha y de trabajo con jóvenes y se ven muchos resultados y gran necesidad de tener adultos con quienes poder hablar de estos temas. Cuando una comparte con compañeras que están trabajando en el tema, generalmente los balances son positivos. Se trabaja muy bien y es bien recibido. Como anécdota, cuento que una vez una mamá de una chica de catorce años, de una escuela en Villa Caraza, Lanús oeste, me esperó en la puerta, y con las lágrimas en los ojos me puso en las manos un regalo: un rosario. Al margen de que yo no creo en Dios, ella me dio el regalo y me dijo que me agradecía mucho que yo le hable a las chicas de esas cosas, porque a ella nunca nadie le había hablado, y las hermanas más grandes de mi estudiante, ya estaban embarazadas, y a la más grande el novio le pegaba y mucho. Que me daba las gracias por hablarle a la hija, porque ella no sabía cómo hablarle y le daba vergüenza.

Sé que es un rol difícil de llevar, pero se puede, y se ven resultados. El mundo adulto de alguna manera tiene que dar respuestas, y jugar algún rol. De hecho es evidente como un grupo mejora y cambia, cuando se abre un espacio para trabajar estos temas. Lo que no se dice, se tapa, va a parar a las acciones y a la violencia. Poner en palabras es la mejor tarea que nos podemos dar.
Los tres ejes que trabajé sucintamente es la problemática de la formación de lxs docentes, con su correlato del trabajo subjetivo necesario, que es un trayecto de años y que de ninguna manera puede ser realizado “a distancia”. El otro es la responsabilidad del Estado en materia de salud sexual y reproductiva y frenar las violencias hacia las mujeres y el último eje es el de la sexualidad y su ejercicio dentro del cuerpo y como cada unx “puede” vivirla, además de ser un objeto de investigación científica.
Los pibes se encuentran muy solos con su sexualidad y todos los temores que se pueden presentar alrededor de ella. Y tenemos poca educación sobre el derecho que tenemos al placer y vivir nuestra sexualidad en plena libertad. Y si, la escuela, es arena de disputa sobre esto… hay que salir a disputar.