La verdad está en el maíz

Juan Grinberg

La adolescente que había engañado a los señores de Xibalbá, se encontraba embarazada y sola, sin muchas opciones, era la hija de Sangre, un Jefe de Muertos ¿Quién la ayudaría? Pensó en la familia del padre de sus hijos, el difunto Hun-Hunahpu, así fue que llegó a casa de su suegra, la abuela de sus hijos.

– Soy tu hija, soy tu nuera.

-Mis hijos han muerto en Xibalbá, ¿Quién eres, no te conozco, vete?

-Traigo los hijos de tus hijos.

-Los hijos de mis hijos ya viven conmigo.

La abuela se refería a los primeros hijos de Hun –Hunahpu, Maestro Mono y Maestro Simio que vivían con ella.

-Soy tu nuera, no miento.

– Mis hijos han muerto, mentirosa.

-¿Cómo puedo demostrar quién soy?

La abuela pensó y mandó:
-Si eres mi nuera ve a traer alimento para esta casa.

La joven sintió gran angustia, ¿cómo haría?

Siguió un camino hasta un campo sembrado, pero allí solo crecía solitaria una planta de maíz. El ingenio que había demostrado al engañar a los señores de la muerte, otra vez la ayudó. No arrancó los choclos de la planta, sacó la hojas y las armó como si fueran mazorcas, maíces. Llenó una bolsa de red y las llevó a la abuela.

-¿No habrás destruido mi planta? preguntó desconfiada, pero cuando vio que estaba intacta, por fin reconoció.

–Es verdad lo que dices, este es el signo de tu sabiduría, de verdad eres mi nuera.