¨Las voces tras la muralla¨

Alejandro Pizarro

En caída libre cada quién acomodaba el cuerpo para el golpazo! Lo raro, o no tanto en realidad es entender que nadie nos tendió una mísera soga para frenar semejante caída. De la gente de a pie, es casi entendible, todos andan a mil tratando de escapar de la misma gravedad miserable. Pero del estado “esa mano grandota” que todos los que bien andan a los tumbos alimentan para estas cosas, dar una mano, ante la miseria humana, ni la sombra se ve, respecto a ayudar ante la inminente precipitación.
Y no es cosa solo del que cae por este precipicio, sino que atañe a terceros siempre. Ya que de alguien hay que prenderse para no caer… Aunque la caída es irremediable casi siempre. En la mayoría de nuestros casos, uno ya nace propenso a esta gravedad, un poco por la suerte de haber nacido precario de casi todo, y otro poco la naturalización de la miseria en un ámbito de desarrollo cotidiano. Casi todos los muchachos, que charlábamos venimos de ese entorno retorcido y vicioso.
Uno de los muchachos pregunto al grupo ¿que querés decir con dar una mano? Y alguien respondió: – La solidaridad amigo, la solidaridad… Se acuerdan de nuestros viejos, que decían que en su época, la gente era más solidaria con todo y todos. Bueno, no sé qué paso pero entre las dictaduras y los malos gobernantes, todo se fue al carajo. Ya nadie hace nada por nadie. Y quien lo hace, siempre está bajo sospecha, viste.
En realidad hay tanta razón en ese sencillo pensamiento. Ya nadie se pone en el lugar del otro, ni pone las manos en el fuego por los demás. Ayer justamente recordábamos a los excombatientes de Malvinas, pibes que fueron, algunos por convicción, otros por impulso y otros arrastrados por los milicos a dar su vida por esta patria carcomida. La solidaridad en su más pura esencia, y sin embargo nadie supo ser solidario con esos pibes que volvieron derrotados en su juventud. Ellos también son desaparecidos , esos jóvenes que fueron a esa guerra, jamás retornaron, la misma miseria que nos agrava a nosotros los pobres y expulsados a la vida criminal, los venía a echar a ellos también al trauma de la desidia y el olvido. ¿Por qué? Porque la gran desaparecida de la sociedad, más allá de la gente que la dictadura desapareció, fue…la Solidaridad. – Y, compañero, la ausencia de ella de la SOLIDARIDAD, genera la miseria.
-Che negrito, la verdad que sí, es así como decís. Recuerdo mi niñez; pero no recuerdo jamás solidaridad de parte de nadie, ni de mis familiares, ni del colegio, ni del estado cuando fui al reformatorio, ni de los milicos, ni del juzgado, mucho menos de los agentes carcelarios. ¿Y por qué es eso?
-La verdad amigo, no sabría decirte bien el por qué, seguramente son tantas cosas las que han llevado a la gente a ser apática de los demás. Calculá, que esta sociedad que hace poco lincho a un pibe, no lo hizo por impulso propio, sino que fue fogoneado por muchos lados. Según dicen “…solo la bronca y el odio unen a la gente…” y al parecer, así es. No sé bien quiénes son esos hijos de puta que le hacen eso a una y otra parte de la sociedad, pero lo que si se es que han convertido a gente de bien en asesinos de sangre fría. ¿Y quién tiene la culpa?
-Mirá eso no nos corresponde siquiera sugerir amigo. La gente no es tonta. Sabe bien quiénes son y por qué lo hacen. Yo por mi lado aun no perdí la fe en “la gente laburante”. Puede que pidan que nos pudramos en las cárceles, y que nos maten y que se yo cuantas pavadas mas. Pero son solo decires. Para… No es todo solo decir. Recordá que han matado a un pibe que nada tenía que ver.
-Lo sé, pero también hay que entender que el miedo y las habladurías, constantes con la que son bombardeados los sesos de la gente, no es algo menor y de no tener en cuenta. Sé que es injusto y reprochable, pero la culpa no es solo de ellos, sino también nuestra, por hacer de nuestros modos y maneras de mal vivir, un estereotipo de lo que hay que reprimir. Seamos justos y claros, no solo ellos mataron a ese pibe…nosotros como delincuentes también. Fijate, Negro, que convirtieron a la ciudadanía en un arma ahora para luchar contra nosotros el otro arma igualmente convertido por los mismos factores. La vileza de los poderosos de la casta superior y perversa. Y ahora estamos todos contra todos, para que después que nos matemos, los mismos que nos fogonearon, vengan al rescate de los unos y los otros… Acomodándose entre la víctima y los victimarios, argumentando el balance y el equilibrio de que… del miedo y el placebo de la seguridad. Como si se pudiese negar la gravedad, la miseria y injusticia estructural de “la desigualdad”.