“Confío en el pueblo y en mi defensa”

(Por Oscar Castelnovo / APL) En menos de 20 días sabremos si nuestro compañero marchará extraditado a las catacumbas del Perú o caminará entre nosotros libremente. Hijo de una campesina quien fue “sirvienta para los gringos”, y de un padre obrero, su rostro, sus tonalidades, su historia lo recortan como un “cacho” de América Latina. Se crió en el campamento minero Toquepala, donde jugaba con los hijos de otros explotados por la Southern Perú Corporation. A los 7, en un cine humilde de Tacna, vio la película “Rebelión en la Granja” (libro de George Orwell). El film lo marcaría para siempre.
Más tarde se destacaría en Pintura y Poesía, géneros en los que ganó sucesivos concursos. Fue periodista radial y docente de Historia y Educación Cívica en un Perú que sería atravesado por las injusticias y la guerra interna, donde los revolucionarios fueron derrotados por el estado terrorista bajo el mando de Alberto Fujimori.
Luego de 10 años relativamente tranquilos en la Argentina, Oswaldo Quispe Caso – de él se trata -, marchó preso 8 meses tras las rejas del Complejo Penitenciario Federal Nº1 de Ezeiza. Allí le escribiría una carta a Micaela su hija: “Si al cielo se le antojara partirse en mil pedazos. Yo construiría otro para ti”, le dijo. También desde Ezeiza se incorporó la Agencia Para la Libertad.
El estado peruano que preside Ollanta Humala, destacado represor en el pasado y el presente, lo requiere por el delito de “terrorismo” junto a 9 mil cuestionadores. Entre los “terroristas” se hallan comunidades completas desplegadas en la sierra peruana. Sí, incluido los niños. La Gremial de Abogados encabeza su defensa ante el juez Casanello que deberá resolver en tan solo unos días más.
Con la espada de Damocles sobre la cabeza, Quispe conversó extensamente en su arresto domiciliario. Allí se entreveraron el mate con el arroz “chaufa”, pasajes notables de su vida con reflexiones sobre San Martín, Mariátegui e Ingenieros, y vivencias del encierro con las ansias de refugio y libertad.


 

-¿Cuál fue tu primer vínculo con la problemática social? Algo que recuerdes que te haya interpelado para volcarte a la lucha por los cambios?
-Haciendo una introspección de lo que ha sido mi vida y por qué tengo este rol, lo que se me viene a la cabeza es un recuerdo de más o menos a los7 años, cuando fui a un cine de la modesta localidad de Tacna, donde había hasta pulgas. Allí vi una película que hoy me aún me repercute: Rebelión en la granja. Esto también tengo que contextualizarlo: soy hijo de padre obrero y de madre campesina. Mi madre ha sido sirvienta de gringos norteamericanos y mi padre obrero de una empresa yanqui en Tacna.

-¿Cómo te incorporaste a la participación militante?
-Se fue forjando en la secundaria. Yo siempre he querido contribuir a lo que el mismo pueblo quiere ir desarrollando. Estudié la primaria en Toquepala y la secundaria en Tacna. Toquepala es un centro minero de la Southen Perú Corporation, un sitio muy alejado de la ciudad, un campamento donde viven los hijos de los obreros también. Había miles de familias. Ahí he crecido con la emoción del juego futbolero con los muchachos. También tengo el recuerdo de un profesor de arte que se había enfrentado con la autoridad, él nos decía: ¿qué cosa tiene que ver la empresa con la formación de ustedes? Él también era profesor de arte y eso me incentivó a desarrollar posteriormente mi vocación. Estudié más adelante en la Escuela de Bellas Artes en Arequipa: pintura, escultura y cerámica.

-¿Ganaste un par de concursos, verdad?¿De qué hablaba tu obra entonces?
-Sí, gané concursos de poesía y de dibujo y pintura en la secundaria. En la escuela Coronel Bolognesi, de Tacna. Mi poesía era eminentemente social, y mi dibujo era referente a los padres de la patria: San Martín y Bolognesi, entre otros.

San Martín, Chacabuco y el pelotón de fusilamiento

-Habías contado algo que te impactó de San Martín, en una de tus lecturas en la cárcel
-Es un dato que vino a mis manos ahí respecto a todo lo que tuvo que enfrentar San Martín para poder llegar a Perú. La decisión de ir por los Andes a Chacabuco no contó con el apoyo del poder dominante. Es más, a él si era derrotado se le venía una sanción política y militar. Le iban a hacer un Consejo de Guerra y podía enfrentarse a un pelotón de fusilamiento. No le importó y allá fue. Él vio su misión nacionalista. ¿Por qué nacionalista? ¿Por qué va San Martín a Perú? Porque concibe a América como un todo. Él sabe que la única manera de lograr la libertad de Argentina es lograr la libertad de Perú. Y va a Perú porque ahí está la cabeza de la dominación española. Y su objetivo se concretó. Con la modestia con que fue San Martín y dejó el reconocimiento de ser gobernador y padre de la patria peruana y vino a Argentina a ser mal tratado, hasta llegar incluso a su exilio. Cosas de la Revolución.

-¿Y cómo empieza tu vínculo con en el periodismo?
En la carrera de Sociología. A la par de estudiar derecho me avoqué a la Sociología, porque debía explicarme muchas cosas y quería ese instrumento para poder hacerlo. Así que en la carrera, en una radio universitaria comencé. Aunque de forma discontinua, la labor periodística viene de allí. Y seguí aquí en Argentina. Pero haber llegado a la Argentina comprende una cuestión de que yo vine a pedir asilo político y esa condición de asilado implica, primero, sobrevivir, los argentinos exiliados y asilados lo saben. Yo aquí vine con una mano adelante y la otra atrás.

La guerra y el estado terrorista

-¿Por qué pediste asilo?
-Porque allá en el Perú, en las épocas de los ’80 y los ‘90, hubo una guerra con su secuelas de persecución aún vigentes, donde a todos aquellos a los que se les acusaba de “terrorismo” (bajo tortura), tenían que sí o sí señalar o sindicar a otras personas para que, de alguna manera, se les rebaje la pena o se los absuelva. Se perseguía a los guerrilleros y dirigentes y militantes de organizaciones políticas y sociales del Perú.

¿Entre ellas, lo que conocemos como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amarú?
-Sí. La guerrilla en el Perú se va formando con esas dos organizaciones, principalmente. Sendero Luminoso – el Partido Comunista del Perú – y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru. Esas son las dos expresiones que van a salir dentro del debate ideológico y político. Se daba la discusión entre el camino de la URSS o el camino chino, como le decían. Entonces en el Perú se va a ensayar la guerra popular con la guerrilla de Sendero, y también el camino cubanista o frentista del Mrta, porque el Mrta no llega a ser partido sino movimiento, una posición más guevarista, más clásica. Para comprender el proceso revolucionario del Perú hay que entender los 60’ y los ‘70. El ascenso de las luchas populares contra un modo oprobioso vivir y someter a los pueblos. En América Latina y en el Perú especialmente hubo un gran debate referente a los caminos de la revolución. Sendero Luminoso la plantea primero y el Mrta surge después de iniciada la guerrilla de los 80. Aparece como movimiento ya en el ‘83. El camino era del campo a la ciudad como lo plantea Sendero o era una guerrilla urbana como lo traza el Mrta. Entonces, el debate implica una comprensión sociológica al margen de las posiciones que uno pueda tener. Porque hay que registrar sociológicamente el papel que cumplió la guerrilla y por qué se le convierte en un demonio, en un blanco a ser exterminado, junto a otros cuestionadores que no tomaron las armas.

¿Cuándo comienza esta etapa?
-Se inicia con Belaúnde Terry en el 80’ y alcanza virulencia con Fujimori y llega a su culminación en el ’92 cuando Fujimori se hace el autogolpe y comienza a instalar un régimen de terrorismo de estado pleno. Él había ganado por elecciones en el ‘90. En el 92 hace un golpe de estado, un autogolpe. Así destituye a todos los congresistas. Están registradas las imágenes que no dejaban entrar a los congresistas al parlamento para enfrentar a ese dictamen de Fujimori. ¿Quién no los dejaba entrar? El Ejército. Con el golpe de Estado del 92 se instaura definitivamente el Estado de tendencia fascista.

-¿Cuál es el contexto que envuelve tu requerimiento?
-Para precisarlo bien, en los ochenta y los noventa se desarrolló esa guerra interna, que no se ha resuelto y no se ha dado una solución política a ese conflicto armado, en el que ha vencido el Estado peruanoa. La historia verá quién es el perpetrador de los crímenes de esa guerra. Hoy la versión oficial dice que la guerrilla es el demonio, lo dice el estado, lo dicen los que ganaron y sus historiadores. Pero la verdad se hará luz. Las secuelas de la guerra, ¿cuáles son? Son las requisitorias, son todos aquellos ciudadanos que sufrieron parte de esta guerra y que han sido acusados y sindicados de terrorismo. Actualmente hay nueve mil requeridos por motivo de terrorismo y cincuenta mil requeridos por diversas causas. Y existen comunidades campesinas, por el sólo hecho de serlo, que están sindicadas de terrorismo.

¿Toda la comunidad?
-Así como lo escuchas: Se le acusa de terrorismo a la colectividad, no a la persona individual. Por ejemplo, la colectividad Umaru, la comunidad campesina Tupac Amaru o la comunidad campesina de Fajardo. En Ayacucho y otros lugares, toda la sierra peruana, se ha desenvuelto en comunidades campesinas. Funcionan con un régimen comunal, casi autárquicos. Ellos han sido sindicados como terroristas, no como personas sino como comunidad, diciendo: ¡Ah! La comunidad tal apoyó a la guerrilla! Todavía hoy, la llamada Comisión de la Verdad (financiada por el Estado y el imperialismo) en sus resoluciones avala al Estado peruano en esta absurda visión. Pero aún así no han podido tapar la verdad. No se puede tapar al sol con un dedo. Hay casos concretos como estos que te digo. El que niño que nace en una de esas comunidades viene al mundo ya siendo terrorista. Imaginate esa atrocidad jurídica.

-¿Cómo te convirtieron en “terrorista”?
-Se trata de una clara persecución política. Yo, personalmente, no pertenecí a ni Sendero Luminoso ni al Mrta, ni tampoco participé en ninguna organización ilegal, pero el solo hecho de ser un periodista crítico, que analiza el proceso histórico de mi país me convirtió en “terrorista”. Los doctores Soares y Perdía demuestran que la acusación de “terrorismo” está hecha en base a la sindicación que elabora la Dircote, el destacamento especial contra el terrorismo, con declaraciones arrancadas bajo tortura, por gente que ni siquiera las conozco o me conocen. De acuerdo a los requerimientos jurídicos la declaración bajo tortura no es válida. Pero sí lo es en el Perú y es la columna vertebral de todos los juicios y acusaciones.

“Lo agradezco de corazón”

Es realmente importante el marco de movilización que tiene el reclamo de “No a la extradición”, en tu caso y el de otros peruanos…

-Realmente sí, y lo agradezco de corazón. La resolución de Casanello estará en el marco de la lucha de la defensa y de toda la movilización militantes que existe para rechazar la extradición, en todo lo que han difundido los medios alternativos. Se ha visto toda una fuerza social que está interesada en mi caso. Y eso ha sido tan evidente que ha llegado a las oficinas del juez. Entonces, no puede estar ajeno a ese clamor social. Y no podría haberlo sido porque él no está exento de las motivaciones sociales y políticas de estos reclamos. El doctor Casanello ha hecho un requerimiento al estado peruano porque las atrocidades que éste comete son infinitas, cualquier juez hoy debe exigir, y digo cualquier juez porque en todo país el magistrado tiene la obligación jurídica de respetar lo que establece el debido proceso, acorde a derecho. Le requiere al estado peruano por qué se me basa un delito por simples imputaciones, sin prueba ninguna. Son los requisitos básicos para cualquier extradición. El doctor Perdía fundamentó, en base a jurisprudencia, que ninguno de los requisitos que mandan los tratados entre Perú y Argentina, los cumple el Perú. No los ha cumplido jamás, no los está cumpliendo, ni los cumpliría en este caso tampoco. Se hizo mención a varias recomendaciones que realizó la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre estos incumplimientos del Perú.

-¿Qué expectativas tenés respecto de la decisión que va a tomar el juez Sebastián Casanello con tu extradición?
-Por un lado, ¿qué puedo yo pensar de un sistema donde lo primero que se apunta es al acusado? Acá lo primero que se hizo fue detenerme y, de entrada, el secretario de Seguridad Sergio Berni declara que habían capturado a un terrorista. Y yo ni siquiera tengo una sentencia en el Perú. La Sala de la Corte Suprema del Perú me había absuelto. No había mérito de juicio sobre una acusación de terrorismo. Y eso que el terrorismo como figura jurídica es amplio… Va desde levantar una bandera hasta tener un libro de marxismo, pasando por combate guerrillero o enfrentamientos.
Y, por otro lado, yo confío en el pueblo y en mi defensa. Sería una cuestión fuera del entendimiento lógico del marco jurídico. Sería un hecho aberrante que me extraditen, porque es una condena a la tortura y a la muerte. Pero como son cuestiones políticas, son también definiciones políticas las que uno debe esperar. Sería un hecho atroz que me enviaran al Perú a mí y a otros compas que se encuentran requeridos como Carranza, Echarri y otros 9000.

“Rancho”

-¿Qué significaron estos ocho meses en la cárcel de Ezeiza?
-Me han hecho ver un aspecto de la realidad, de la situación social de Argentina en concreto. Y esto me ha abierto los ojos sobre algo que tiene que tratarse aquí y en toda América. No es posible que en las cárceles muera un preso cada treinta y siete horas. Yo he podido ver cuál es ese tema con el compañero Carlos Zeballos, por ejemplo que muere por abandono de persona. El sistema penitenciario tiene como único objetivo el aniquilamiento sistemático de la subjetividad o la vida de los presos. Así de concreto. Porque no es una cuestión de que si es bueno o malo el sistema penitenciario. Está avocado a apresar, devastar o matar a cierto tipo de “delincuencia”.

¿Cómo fue tu relación con los compañeros de pabellón?
Yo estaba cincuenta personas, donde había condenados y procesados juntos, sin discriminación de tipo de delito. La relación ha sido muy respetuosa, mutuamente. Siempre nos hemos visto en la necesidad de solidarizarnos uno con otro. Ellos han sabido desde el primer momento sobre mi situación, y yo en alguna medida he podido ayudar en lo que ha estado a mi mano, como todo lo que se refiere a los pedidos de audiencias. Muchos compañeros no tenían la facilidad de escribir, entonces yo, sin ningún tipo de desánimo, les redactaba las audiencias, que se hacen a diario. Por ejemplo algo tan común como una audiencia para salud, el trabajo, la visita o para que le tramiten sus documentos… todo eso, todos los días, el preso escribe porque es el único instrumento para poder hacer un pedido de manera formal a la autoridad. Pero nunca, en el tiempo en que estuve, se ha hecho efectivo más del diez por ciento de las audiencias.

-Es conocida la alegría de tus compañeros celebrando tu salida del penal, este arresto domiciliario como un avance en este proceso.
Sí, tengo un vínculo de afecto con todos ellos. Es que ahí está la gente encausada pos un sistema social que condena a los más pobres y entre pobres nos hemos ayudado colectivamente. Hacíamos la comida y la limpieza entre todos. Es una micro sociedad donde todos hacemos las tareas. Siempre nos hemos manejado con “ranchos”, de seis a diez personas… nos dábamos nuestros roles. A mí me gusta más que nada cocinar. Pero hacíamos todos de todo. Además yo hacía mis cosas de pintura y arte. Y me daba un gran ánimo sentir el respeto y la cordialidad en este encierro argentino que no estaba en mis cálculos.

Marcas y costumbres

¿Qué autores argentinos te han marcaron?
En el Perú valoramos mucho a José Ingenieros y a Aníbal Ponce. De Ingenieros hemos podido ver el Hombre Mediocre, lo que significa la formación y la concepción moral de un revolucionario. Y de Aníbal Ponce, la educación clasista, socialista. Ponce ha dado los basamentos teóricos sobre la educación. Y, con gran pena, al llegar a Argentina, he visto que no se valora lo como tal. A la vez, me marcó el respeto como pueblo que tenemos en el Perú a San Martín, no solamente por nuestra independencia y la de parte de América Latina, sino por su historia de vida y, más aún, rescatarlo como revolucionario.

¿Qué costumbres del país hiciste tuyas?
-Me hice matero, por ejemplo. Y adoptar hábitos y tradiciones significa que te sientes compenetrado con el pueblo que quieres. Y el mate es una tradición acá, como lo es pitchar coca en el Perú, coquear, mascar coca que es también es tradicional en el norte de Argentina. Cuando uno se sienta con un campesino a hablar de la manera más cómoda, es cuando estás pitchando, porque le permite mantener su familiaridad, porque eso es como una mesa o una conversación donde se transmite esa relación. Es más que una costumbre. Con el mate yo he encontrado eso… me gusta a mí tomar el mate dulce, no amargo.

-Realmente, recibiste una gran solidaridad en esta pelea, ¿a quiénes querés nombrar?
-Primero, a la defensa: La Gremial de abogados. Tanto los doctores Soares como Perdía son de acero en la lucha por la libertad de los presos políticos. La Liga Argentina por los Derechos del Hombre y la Correpi son bastiones. Todo ello, ligado a una cuestión fundamental: No puede hacerse una batalla legal si no está acompañada de una lucha política. Y las organizaciones políticas están ahí. Tanto argentinas como peruanas, hubo y hay organizaciones que han brindado todo su ser en esto. La misma Correpi, la Tendencia Socialista, la Tendencia Piquetera, la Coordinadora Antirrepresiva del Oeste, Hijos zona Oeste, Nora Cortiñas de Madres Línea Fundadora, el actor Norman Briski, el poeta Vicente Zito Lema, los periodista Pablo Llonto y Carlos Aznarez, y sindicalistas de la CTA. El Movadef y el Comité de Solidaridad con los Prisioneros Políticos Peruanos todo. A la vez, recibí el aporte fundamental de los medios de comunicación alternativos, en una lucha constante y que ha permitido que yo salga afuera y que mi pluma salga, ha sido nuestra Agencia Para la Libertad, la Walsh, Indymedia, los compas encarcelados de distintas prisiones, y bloggeros y otros medios que se han enganchado a full. Mira, no voy a poder recordar a todos en este minuto, pero ya agradeceremos públicamente a todos y cada uno.

América Latina y la convicción

-Te miró, te escucho y veo en vos un “cacho” de América Latina ¿Cómo te determinan estas marcas de identidad?
-¡Jajajaja! Es que no podía pasar por otra cosa: soy Quispe, de origen Quispe. Y me influye, mucho, muchísimo… no porque diga que soy indígena y por lo tanto debo rescatar solamente el indigenismo. Considero que las reivindicaciones de los pueblos originarios y las luchas por toda esa dominación genocida que nos hizo el imperio español están el camino de la nueva sociedad, junto a otras reivindicaciones. El exterminio, que es la historia de América Latina, tiene que resolverse y sus reclamos son justos. Tiene que lograrse el reconocimiento de nuestros pueblos. A la vez, somos una sola historia formada por otras muchas. Esa es la historia del desarrollo del ser humano. Esta historia común nos dice que, al final, todas esas particularidades se van a fusionar. Porque en una sociedad justa y digna si bien no va eliminarse el pasado que nos constituye, viviremos en un ámbito común, en una inmensa mesa servida para todos y todas, sin explotados ni explotadores ni opresiones, según mi entendimiento ideológico.

-¿Cuál es tu entendimiento ideológico?
-Tengo una filiación y una fe, soy convicto y confesamente marxista: concibo al marxismo como una ciencia de los desposeídos y como ideología científica se desarrolla y se especifica aplicándolo a la realidad concreta como decía Mariátegui. El marxismo y su desarrollo en Lenin y MaoTseTung no solo sirven para interpretar la realidad sino, esencialmente, para transformarla. Lo que como revolucionarios hacemos es conocer la realidad, sacar sus leyes, indagar su proceso y con ello trabajar para la transformación. Así concibo mis convicciones. Hoy, mi entendimiento ideológico sigue la misma dirección marcada por aquel temprano encuentro con Rebelión en la granja, con una certeza: la necesidad de la revolución para una nueva vida que a abrace todos los seres humanos.

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CARTA A MICAELA:

Querida hija, te escribo la presente sabiendo que no podrás leerla por lo menos estos años próximos tempranos. Tal vez cuando llegues a la lectura, estaremos juntos o … aquellos raídos muros de la distancia persistan en separarnos. Mi corazón late optimista y caminaremos por las calles y campos de la libertad. Veremos el cielo con aromas de flores de nuestro jardín, de la mano reiremos y lloraremos infinitamente; observaremos bailar lentamente en las hojas a los caracoles; me animaría y tal vez digo … me animaría a contarte, tramo a tramo una aventura de hadas y monstruos, de héroes y villanos, de bestias y ángeles.
Debo empezar por confesarte hija, que te convertiste en la fuerza de mis pensamientos, luz de aquellas incontables “te quiero papito” y tus “te quiero mucho”, frases intensas, inmediatamente seguidas de aquellos tus inmensos abrazos y besos.
Si de mis rostros arrancaban unas gotas tristes de lluvia por cada uno de tus recuerdos, fueron gotas que en esos días grises se convertían en arco iris de mis interminables hojas de colores; fuiste brisa refrescante en agobiantes días de calor, fuiste, eres y serás la llave de mi corazón.

¿Te acordás? Cuando me contabas por teléfono que empezaste a escribir: Mi- ca- e – la.
También buscaremos viejas conclusiones tuyas. Esa cicatriz te dejó en tu alma el día cuando caminaste junto a tu madre horas y horas, viajaron en tren, en ómnibus, momentos que se hicieron interminables en tus pequeños pies, llegaron y sin misericordia alguna no te permitieron verme. Yo apreté el corazón cuando tu mamá me contó que en su regreso tú habías llegado a una conclusión: que policías y piratas me tenían secuestrado, insistías en ello por más explicación que te daba que estaba ahí por trabajo u otras cosas. Tú ya tenías la certeza que te habían arrancado de mí.
Pese a que llueva intensamente y el cielo sea inmensamente gris, siempre sale el sol, es la ley de este mundo y esta vida. Quiero que leas estas cartas no para que te pongas triste, ni tampoco asomes en tu corazón rencor alguno.
Son palabras que testimonian que luché, lucho y lucharé para volver a estar juntos. Si al cielo se le antojara partirse en mil pedazos. Yo construiría otro para ti.
En esta historia quiero que descubras porqué hay perseguidos y perseguidores, de caminos y no caminos, que sepas que las historias tienen caminos siempre de solución; pese a la tozudez de no buscarlas, la realidad las da.
Estas historias son de logros y posibilidades, de caminos y caminos… y que tu voz es la voz de otros, el uno se hace multitud y lo que solo fue una posibilidad se tornará en realidad.
Tengo la certeza que llegarás a leerlas junto a mí. Y estas cartas amarillas sólo serán recuerdos, testimonios que conmigo caminaste y seguís caminando junto a mí.
Y hoy caminan muchos más que ayer.

Papá
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