Yanina

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(Por Oscar Castelnovo/APL) La muerte temprana de una gran amiga; la cárcel de un gomía que tuvo mala suerte; el distanciamiento de amigxs queridxs que no entienden que un periodista antirrepresivo no puede defender a ningún gobierno, todos gerenciaron el estado que mató a nuestrxs pibxs en mayor o menor grado de calamidad (¿Y si yo los comprendo a ustedes por qué ustedes no lo hacen conmigo?); la constatación sistemática de que organizaciones populares replican los métodos de quienes combaten y me meten a mí en un baile que no deseo danzar; una deuda insólita de 350 mil pesos que me reclama la AFIP y pagará Gardel, quien cada día canta mejor; la fuerte inestabilidad en mi laburo; la soledad en denunciar el genocidio encubierto y el cambalache, diszque “democracia”, que nadie parece advertir y una notica fulería que recibí hoy a la tarde, me dejaron nockaut.

Así, me puse a navegar sin rumbo por los facebooks, haciendo nada y preguntando al Universo por qué me tiene a los tumbos como zapallo en carro. Entonces, arribé al muro de Yanina Zarzoso, mamá de Camila López (13), quien fue asesinada en la masacre de Monte, junto Gonzalo Domínguez (14), Danilo Sansone (13) y Aníbal Suárez (22) por la Maldita Bonaerense. Basta ver su mirada y la fuerza que emanan de ella y de sus textos para ver la vida de modo distinto.

Conocí a cientos de madres en su circunstancia. Algunas murieron de tristeza. Otras enloquecieron. Otras se refugiaron en el alcohol. Y otras, como ella, luchan. Como en Pergamino, Esteban Echeverría, Monte y podríamos seguir por toda la geografía Argentina.

En síntesis, barrunté que no tengo derecho a bajonearme así. Cualquiera de estas mujeres cambiaría todos los naufragios que sobrellevo, los que blanqueo y aún los que oculto, por el que están atravesando ellas.
Entonces, respiré profundo, miré el rostro de Camila y me dije: ¡Gracias por tanto, Yanina!