El espacio, coordinado por el colectivo de artistas y artesanos en contexto de encierro Yajá Porá, junto con la Red de Derechos Humanos, funcionó como sede paralela del Festival de Cine Guácaras de Santa Ana,, durante tres días en los que los internos de la Unidad Penal pudieron disfrutar de veintitrés producciones adiovisuales regionales en competencia.
Durante los tres días que duró la muestra competitiva, los asistentes calificaron y eligieron una producción ganadora entre los trabajos preseleccionados, que recibirá el Premio “El otro Guácaras”, durante la noche de cierre del festival en Santa Ana.
“Para el festival significa muchísimo poder traer todas las películas y dar la capacidad de elección, que creo es lo más importante. Que puedan elegir y premiar desde el contexto de encierro es lo más fuerte de El Otro Guacaras.Ser premiado acá tiene un peso mayor a cualquier tipo de elección o cualquier premio de los críticos. Lo importante es que se da vuelta el juego, ellos juzgan el material cinematográfico de la región”, destacó Marcel Czombos, realizador audiovisual y director del Festival.
Czombos, iniciador de Guácaras, reflexionó además sobre la importancia de la muestra en un ámbito carcelario. “Hoy pensaba, viendo las imágenes de la playa de Bella Vista, cómo a partir de este espacio ellos pueden empezar a ponerse las alas desde el cine. Y pienso en lo que era el cine antes, cómo la gente conocía el mar sin haber ido. Es como una ventana muy grande que abrimos para puedan sentir y estar en otro lugar que no sea este.
Natalia Vega, responsable de prensa de Guácaras y voluntaria de la Red de Derechos Humanos, fue una de las encargadas de coordinar la muestra. La idea surgió durante un encuentro casual de Czombos con el equipo que lleva adelante actualmente un ciclo de cine en la Unidad Penal. “Primero pensamos en que los chicos podían tallar los premios, y la contrapropuesta de Marcel fue de llevar directamente la competencia al penal”.
“La importancia de esto es la visibilización. Mucha gente asiste a Guácaras y es una oportunidad para conocer las actividades que se hacen dentro del penal. También está el hecho de que todas las producciones son regionales, y desde el taller de cine nuestra idea es comenzar a producir audiovisuales desde el penal. Se contagia el entusiasmo de los realizadores, demostrando que se pueden contar historias propias. Los motiva a ellos a expresarse y contar lo que viven”, expresó Natalia.
Yajá Porá es un colectivo de artistas y artesanos de la Unidad Penal N° 1 de Corrientes quienes enfrentan su situación a través de la solidaridad y el arte. Acompañados por la Red de Derechos Humanos, los internos trabajan en diferentes actividades para visibilizar el sector carcelario, invisible para el resto de la sociedad. Cuentan con su propio taller: un refugio artístico en el encierro cotidiano. En ese lugar se dictaron clases de dibujo, música, teatro, escritura e idiomas.
El colectivo de trabajadores en contexto de encierro fue además el elegido por los organizadores del Festival para diseñar y tallar la estatuilla del “Premio del Público” y el “Premio Guácaras 2013”. La elección se da por el talento artístico del grupo y, según los organizadores, “es el apoyo a este espacio de recuperación de valores y de dignificación a través del arte y las expresiones culturales en contexto de encierro”.
Además, durante los cuatro días del Festival en Santa Ana, se presentará en la Casa de las Culturas de esa localidad la Muestra de Mitos Guaraníes, realizada por artistas de la misma organización, que cuenta obras artísticas de tallas en madera, que representan distintos mitos de la cultura originaria guaraní.
Pablo Almirón, director de cine correntino, también estuvo presente en el cierre. Para él, el cine “es una herramienta fundamental y a la vez es un modo de vincularse con uno mismo y con el mundo. Ese es el principal aporte que tiene el audiovisual, un modo de comunicarnos entre seres humanos, una forma de mirarnos a nosotros mismos a través de lo que vemos en la pantalla, de las historias”.
“El estar privado de la libertad a uno lo sensibiliza mucho más acerca de lo que sucede afuera. Los que estamos caminando libremente a veces dejamos pasar las cosas y dejamos de ver a nuestro alrededor. Quienes están acá entienden el mundo de otro modo, por eso es tan bueno tratar de lograr que se expresen en total plenitud, que sean ellos quienes agarren las cámaras también”, reflexionó Almirón.
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