Al grito de “se va a acabar/ se va a acabar/ esa costumbre de matar”/ arrancó el gentío que reunía a amigos y familiares, Coordinadora del Oeste, diversas agrupaciones anarquistas, Organización Monte, Hijos Zona oeste, Putos Peronistas y el Movimiento Socialista de los Trabajadores con la dirigente Vilma Ripoll, tras la bandera que rezaba “Por ellos y por todas las muertes en prisiones/ Basta de torturas”.
Una pancarta expresaba el reclamo de multitudes: “Que se vaya Alejandro Marambio, corrupto”. Como se sabe, este personaje, fue repuesto al frente del SPF por el kirchnerismo para dar señales de “mano dura” contra los privados de libertad, como una de las formas de recuperar los votos que emigraron hacia otra derecha. Tal como lo denunció esta Agencia, ni bien reasumió Marambio Avaría en agosto pasado fueron matados Matías y Mario en Ezeiza varones, una veintena de chicas sufrieron torturas en Ezeiza mujeres. Alguna de ellas vomitaban sangre, otras fueron fracturadas y una perdió su embarazo a garrote sucio, el pasado 13 de setiembre.
“Contra el estado y el capital/ contra la yuta/ y contra toda autoridad”, coreó la multitud al llegar a la sede gris de la fuerza gris. En el lugar, se multiplicó el grito de ¡asesinos!, en cada garganta. Unos 60 uniformados más otros 20 de civil intimidaban a los manifestantes que siguieron firmes en el su reclamo de ¡Basta!
Palabras desde Ezeiza
Uno de los momentos más hondos se vivió cuando chicas que recuperaron su libertad leyeron cartas que sus compañeras aún en Ezeiza escribieron para la marcha:
Un de ellas decía: “Desde este lugar los apoyamos y les mandamos fuerzas. Al papá de La China, con quien tuve el gusto de convivir, a quién recibí cuando subió a mayores, le mando un fuerte abrazo, lo acompaño en su dolor. Quiero que tenga presente que fue un buen padre porque tenía una gran hija. Estamos con todos los familiares de los asesinados, porque a la cárcel venimos a pagar una condena y no a perder la vida. Vida que para el Servicio Penitenciario Federal no vale nada. Aquí sos un número más o un número menos. Pero nosotros como ustedes sabemos que somos seres humanos…”
Otra de las misivas indicaba que: “Gracias por estas ganas de luchar que tienen, por estas ganas de decir que nosotros también existimos. Sí, somos muchos los que estamos presos y como en nuestra Argentina, esta que tanto queremos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario. Gracias por esa fortaleza, tengan fuerza, luchemos. Y con la ayuda de Dios, hasta la victoria siempre.”
Finalmente, otra carta subrayaba: “Les cuento que conocí personalmente a algunas de las chicas asesinadas, como ser: Laura, Bebu y La China ya que con las tres compartí pabellón. Y créame que de verdad eran todas grandes compañeras. Y deben estar muy orgullosos de ellas”.
Las voces que traspasaron los muros de Ezeiza retumbaron en Lavalle y Pueyrredón. Los amigos y familiares, rodeados de militantes solidarios, rompieron el silenciamiento que pretende ocultar 2350 muertes en las prisiones del país, una cada 37 horas, en la década ganada por Monsanto, la Barrik y Chevron. Antes de desconcentrar, los manifestantes escribieron, por caso, “La China Vive”, entre otras consignas que renovaron las paredes grises y entonaron: “Baila el pueblo, baila/ baila de corazón/ sin policías/ sin los cobanis/ vamo’ a vivir mejor”.
Oscar Castelnovo