“Mi marido, Javier, es inocente y está encerrado hace 4 años y medio con una condena a 18. Durante este tiempo fue torturado, hostigado permanentemente y pasó hambre. También estuvo sin abrigo, sin atención médica y sin comida en los buzones” (celda de castigo). Un verdadero ensañamiento”. Así lo denunció a la AW Daniela González. A su vez, Javier, quien se encuentra en el Complejo Penitenciario I de Ezeiza, cárcel de máxima seguridad dialogó telefónicamente.
Así, Javier sostiene que “la justicia es un monstruo grande contra la cual mi familia y yo luchamos día a día para que salga a luz a mi inocencia, ya hace 1480 días. Me encuentro preso porque la Brigada de General Rodríguez en complicidad con el fiscal federal Marcelo Darío Fernández me fabricaron dos causas de secuestro extorsivo.
El 21 de febrero de 2009 Javier se hallaba trabajando de remisero y llevaba como pasajeros a un hombre y a su hija. Entonces fue detenido por efectivos de la Dirección Departamental de Investigación (DD)I de General Rodríguez quienes le comunicaron que estaba imputado de ser partícipe de dos secuestros extorsivos. Así, el Tribunal Oral 5 de San Martín lo condenó a 18 años, pena que fue confirmada por la Sala 4 de la Cámara de Casación.
Irregularidades
De acuerdo al testimonio de Javier, son varias las anomalías en la causa. Entre ellas se destacan:
1)La persona secuestrada dice que el auto que se utilizó para el hecho era un remís, sucio y ruidoso. A su vez, declaró que uno de los autores del hecho medía 1,80 mts, era tuerto, narigón y colorado. Descripción que no coincide en nada con mi persona. El testigo declaró que lo metieron en Chevrolet Corsa gris, vehículo que nunca apareció.
2)Las únicas personas que sabían que mi auto era un remís eran los policías que me detienen
3)Queda claro que a los damnificados no solo les mostraron mi foto, sino además le dieron letra sobre lo que tenían que decir para acusarnos.
4)En la rueda de reconocimiento un policía apuntó al pasajero y así éste quedó detenido como yo. Tengo una foto que lo documenta
5)No se secuestraron armas, no hay escuchas telefónicas.
6)Es llamativo que los damnificados al momento de ratificar la denuncia tuvieron que ser llevados por la fuerza pública ya que no se presentaron con las dos primeras citaciones. Lo mismo pasó en el juicio oral.
“Me voy llorando. Siempre”.
La voz de Daniela es segura, sólida aunque sus ojos oscuros se turban cuando relata que: “Toda nuestra vida cambio, todo fue sufrimiento desde la detención. Los chicos empezaron con rebeldías en el colegio. Al nene lo tuve que llevar al psicólogo, él quiere volver pescar, andar a caballo, jugar a la pelota, hacer la tarea con el padre, como fue siempre. La nena lo tomó de otra forma porque es más grande pero disimula cada día. Y para mí ir a la cárcel significa desnudarme siempre, en Devoto tuve que hacer flexiones así. Una vez dejaron la puerta abierta del box y me vieron tres penitenciarios hombres. Te rebotan mercaderías arbitrariamente, hoy pasás con galletitas y mañana no; frutas no entran, verduras no entran. Entra todo lo que comprás en la cantina de ellos, que venden todo más caro, lo que vos comprás en tu barrio, no te lo dejan pasar. Ese es uno de sus “negocios”. Y después el dolor de la despedida. Me voy triste, me voy llorando. Siempre”.
Incertidumbre
Desde Ezeiza, Javier reflexiona que: “La incertidumbre que estamos pasando con mi familia es igual a una muerte lenta. Mi angustia radica en que no se cuándo voy a estar junto a mis hijos y mi señora. Queda claro para mí y para ellos que la justicia solo la tienen la gente con poder. Ahora digo, ¿por qué no me dieron directamente la pena de muerte? Soy inocente, está claramente demostrado en la causa. Y ellos se cubren entre ellos por haber inventado todo. ¿Es que vamos a estar 18 años así, mi familia condenada a viajar con frío, a pasar hambre, a estar separados, soportando este tormento, sin haber hecho nada? ¿Voy a salir de acá cuando tenga 50 y tantos años y ya nadie me de trabajo?¿Me van a tener a disposición para tapar un hueco como ahora?¿Me hacen esto porque allá lejos y hace tiempo cometí un error y estuve preso? Juro que prefiero la muerte.
Oscar Castelnovo y Rosario Rodríguez