Los rastros de los golpes se pueden apreciar en un video en  que los mismos presos y compañeros de Ovando del pabellón “9” de la  cárcel de Boulogne Sur Mer grabaran, con un teléfono celular, las  lesiones y las declaraciones del detenido.
En el video, que ya se encuentra en la red social Facebook, aparece  Ovando con su cara bastante golpeada y su antebrazo y pierna derecho con  heridas. En el audio de la grabación, el mismo Ovando indica que todo  ocurrió cuando sus compañeros de encierro se fueron a cursar “a la  facultad, y aparecieron seis o siete (en referencia a penitenciarios)  que comenzaron a pegarme y a insultarme: me decían cosas como ‘ciego  cul…’”.
En contrapartida, desde el Servicio Penitenciario manejan una versión  antagónica a la de Ovando al asegurar que “el interno fue sorprendido  con un celular durante una requisa y eso no está permitido. Como se puso  mal ya que el hecho de tener un celular queda como una indisciplina, se  ofuscó y hubo que tranquilizarlo. Además, por protocolo, todas las  requisas son filmadas por lo que ese material fílmico fue a parar a la  Justicia”, según indicó a este diario Sebastián Sarmiento, a cargo del  Servicio Penitenciario de Mendoza.
Discriminación
En esta ocasión, la presentación hecha por la esposa de Ovando en la  Oficina Fiscal 2 no sólo se limitó a las lesiones sino que la mujer dejó  sentado que en muchas ocasiones, su marido es discriminado por su  condición de no vidente.
“Lo verduguean a cada rato por ser ciego. Cada vez que hay requisas  se burlan de él, lo hacen dar vueltas para que se maree y se desoriente,  y claro, como él es ciego camina torpemente y se le ríen”, explicó la  mujer desde su casa del barrio Santa Teresita, donde vive con los cinco  hijos que tiene con el preso ciego; la menor, una beba de ocho meses.
La esposa del detenido no vidente dijo que el viernes pasado recién  fue revisado por un médico forense “es decir 14 días después de los  golpes, con lo que las marcas ya deben haber desaparecido”.
En la denuncia, la mujer de Ovando dictó algunos nombres de  penitenciarios que, de acuerdo con lo que le dijo su marido, fueron  algunos de los que lo atacaron. De ese modo aparecen apellidos como  Silva, Valdez y uno apodado “El Cancán”.
Según su mujer, Ovando ni siquiera puede contar con su bastón ya que  “cuando lo trasladaron desde el penal Almafuerte, el bastón se quedó  allá y así se maneja por la cárcel. Por otra parte, los guardiacárceles  dicen que mi esposo no está del todo ciego y que tiene engañados a  todos”.
Fuente: Diario Los Andes