Buenos Aires, 29 de agosto de 2012.-
Con las de ayer suman ocho las muertes ocurridas en los últimos 5 años en el hoy Complejo Penitenciario Federal IV, antes Unidad Nº 3 de Ezeiza. Macabra estadística que da cuenta de la macabra realidad de quienes padecen el encierro. Dos mujeres fueron asesinadas en el lugar donde teóricamente debían ser protegidas, donde debían ser preparadas para volver dignamente a la sociedad. Las dos estaban en el pabellón Nº 8. Allí las “tiran” literalmente cuando salen de menores y soportan la cotidiana represión de la guardia penitenciaria, “la policía las recaga a palos” relata una detenida que por razones obvias no dio sus datos.María Laura Acosta de 35 años, ahorcada y degollada, esperaba salir en libertad el próximo enero. Es madre de un hijo a quién sostenía económicamente desde la cárcel. Cecilia Hidalgo tenía solo 24 años, apareció asfixiada en su cama, ayudaba a la manutención de sus sobrinos. Aunque aún no se conoce la versión oficial de las muertes, las mujeres privadas de su libertad que habitan el Complejo IV de Ezeiza, temen que se las haga pasar como suicidio. “Dicen siempre que son suicidios y en realidad son homicidios” afirman. Cecilia debía cumplir una larga condena, pero en todo el tiempo que estuvo detenida jamás se autoagredió, no posee marcas de cortes en los brazos ni ningún otro signo de haberse agredido. Es impensable el suicidio en estas circunstancias. ¿Por qué se quitaría la vida alguien que estaba tan próxima a su libertad como María Laura? Las cárceles, verdaderos campos de concentración y exterminio, siguen acumulando y asesinando pobres. Gente que en la mayor parte de los casos su único delito es la marginación, el ser excluidos del circuito de consumo. De nada sirven la cosmética, los discursos que ensalzan al Servicio Penitenciario y mucho menos los histéricos reclamos de mayor represión en nombre de una seguridad que sólo se ocupa de los que más poseen. Mientras familiares y amigxs de las víctimas preparan una movilización hacia la Dirección Nacional del Servicio Penitenciario, crece el reclamo por la desmilitarización del Servicio Penitenciario como un primer paso para terminar con el lugar de degradación humana que son hoy las cárceles.