Día viernes 27 de noviembre de 2009. Romina Leotta tomaba mate con sus compañeras de pabellón, mas precisamente con las chicas de su rancho, cuando a las 23:15 horas se mete en su celular (celda individual con puerta corredera de material reciclado de los ferrocarriles de vaya a saber que año…) diciendo a sus compañeros que va por un dulce y vuelve e involuntariamente se le traba la puerta, cosa que suele pasar a menudo, y es necesario que la celadora de turno entre con su famoso pique (llave de reja tumbera) para destrabarla. Los celulares se encuentran en un pasillo a lo largo con doce cubículos a cada lado, una de sus compañeras la llama y ella no responde, ahí las chicas reclaman a la celadora que entre a abrirle la puerta, esta tan pancha (la cual nadie sabe el nombre por incumplir con las normas y no llevarlo en la etiqueta de su uniforme), responde que no le va a abrir hasta la hora del recuento, esto se realiza los viernes a partir de las 24:00 horas dependiendo por parte del penal comiencen puede ser hasta cerca de la 1:00 hora.
Llega el recuento aproximadamente 15 minutos después de medianoche y abren el celular de Romina, encontrándola colgada. Salen corriendo a buscar al medico dejando la puerta abierta donde las chicas tienen la ocasión de grabar en sus retinas tan cruenta imagen.
El medico declara a las jefas de turno ya aglomeradas que nada puede hacer por la interna.
El trato a las demás chicas se intensifica, primero aglomerándolas en el llamado locutorio, durante media hora, para que el medico las vaya viendo de una en una, como si de reses se tratara, para luego ir aislándolas en las celdas de castigo a puerta cerrada a unas cuantas de ellas hasta las 7:00 horas del día siguiente, otras al ver lo sucedido se niegan al aislamiento reclamando permanecer juntas después del shock emotivo nervioso que acaban de sufrir.
A partir de lo relatado, solo nos encontramos con preguntas y más preguntas.
¿Que habrá sido por lo que la cabeza de Romina paso en esa hora de encierro?
¿Acaso el SPF no tiene nunca en cuenta cuando una de nosotras se medica para la depresión o para las convulsiones como en el caso de Romina?
¿Por qué solo escuchamos justificaciones insuficientes para que el Servicio se lave las manos?
¿Qué deberíamos hacer para que las correspondientes responsabilidades nos tomen en cuenta?
¿Acaso el afuera es tan insensible ante estos dramáticos hechos?
¿Qué piensan hacer con las celadoras sin nombre y su negligencia? ¿Cuantas vidas más debemos perder para que esto se modifique?
¿Hasta cuando la muerte intramuros será algo normal para el SPF?
COMPAÑERAS LLENAS DE IMPOTENCIA
U. 3 – EZEIZA