Nueva muerte en un penal

Por Agencia WalshMás de 45 días de huelga de hambre y continúan las personas privadas de su libertad rondando la muerte frente a un Estado indiferente pero responsable de cada una de esas vidas. Los reclamos continúan, pero también se recrudecen las prácticas penitenciarias, los hostigamientos, los aislamientos, las torturas físicas y psicológicas y los traslados de una punta a la otra de la provincia, pese a las órdenes judiciales que indican lo contrario. Los huelguistas se encuentran hoy desparramados en los buzones de diferentes unidades penales, castigados y ninguneados.Los compañeros presos nos cuentan que hace varios días, cuando esta huelga recién nacía, murió Rubén Terzagui, un huelguista de 46 años. Era portador de VIH y desde hace muchos tiempo las organizaciones que defienden los derechos humanos habían hecho presentaciones para que, dada su gravedad, se realizara alguna morigeración de la pena. Pero nada alcanzó para que el maldito poder penitenciario diera el brazo a torcer.Hoy la mayoría de los huelguistas está en gravísimo estado de salud. Los compañeros nos cuentan que no tienen atención médica y que cada tanto vienen a pesarlos con balanzas que alteran el peso de un día para otro. Este es todo el control sanitario con el que cuentan y que es más cruel aún en el caso de los enfermos de Sida, a los que  sus mismos compañeros intentan convencer de que abandonen la medida de fuerza para no morir. Pero se niegan. Cómo será de terrible la realidad a la que se enfrentan día a día en ese depósito de pobres y excluidos que prefieren continuar con la dignidad de una lucha que los lleve al respeto de sus derechos, aunque esto implique para muchos entregar la vida. La huelga de hambre comenzó el pasado 18 de marzo en la Unidad 9 de La Plata, pero se extendió a otras cárceles: 1 de Olmos, 2 de Sierra Chica, 15 de Batán, 21 de Campana, 23 y 24 de Varela, 30 de Alvear, 34 de Melchor Romero, 43 de Gonzalez Catán. Los motivos de esta medida fueron: pedido de mejoras en las condiciones de detención, respeto a los plazos razonables de la prisión preventiva y los pactos internacionales a los cuales suscribió la Nación ArgentinaMiguel Valdez, huelguista y estudiante universitario de derecho y de sociología, nos cuenta que ya hace 5 años debería estar en libertad, pero permanece encerrado por los informes criminológicos, que significan nada más ni nada menos que la decisión arbitraria del servicio penitenciario. Cuando Miguel le pregunta al director del penal por qué los informes son negativos si nadie tuvo ninguna entrevista con él, le responde que “él no pasa desapercibido”. Y el “no pasar desapercibido” tiene relación con la organización de centros de estudiantes, el asesoramiento gratuito a otros detenidos, la defensa de los derechos de los presos que, aunque muchos se olviden, siguen siendo seres humanos. Será que Miguel Valdez, como muchos otros, aún continúa preso por sus posiciones políticas e ideológicas. Es difícil que pasen desapercibidas las víctimas del exterminio y del horror, más allá del esfuerzo de su aparato y de la indiferencia de casi todos.   Ellos decidieron volver a existir y lo están haciendo con la dignidad de su lucha.