El viernes once de mayo, Grecia Catalina Gómez, de veintidós años, está detenida hace dos meses, su causa en la fiscalía 4 Turno 3. Estaba con un embarazo de cuatro meses, pide ayuda por comenzar con contracciones, y tener perdidas, solo le brindaron un termómetro para que se controlara la fiebre. Recién cuando la ven mal, la trasladan al hospital Misericordia, le realizan estudios, pero no la dejan internada como medida preventiva. Ya en Bouwer los dolores continúan y la sacan a la maternidad provincial, tampoco allí la dejan, es nuevamente ingresada al pabellón C2 de Bouwer. Cuando llegó fue al baño porque tenía fuerte retortijones, y allí despidió el feto, ella lo sacó del inodoro. No es el primer embarazo que se pierde este año.
Me pregunto si la formación del lxs médicxs de las cárceles se basan en saber aplicar bien, las medidas de sujeción, es su especialidad.
Lo que más recetan son horas o días en las camas de sujeción, atadas de pies y manos. También los chalecos químicos, que son pichicatas de un puré de psicofármacos, aplicación abusiva de medicación. Parece que la política es mantener la mayor cantidad de personas posible medicadas, dopadas. Estas drogas que crean fuerte adicciones, sobre todo si estás en el encierro.
Para todas las personas que están bajo “tratamiento”, los medicamentos, las dosis, y el horario, es el mismo. Es la fórmula recomendada para que no molesten. Los psicotrópicos son los únicos medicamentos que nunca faltan. En la mayoría de los casos la medicalización no se condice con ningún diagnóstico de salud mental.
Me preocupa, que algunos medios se hagan eco de la desinformación que brinda el estado por medio del servicio penitenciario, y del ministerio de Justicia y Derechos Humanos, porque con esa mala información se queda la ciudadanía.
El estado debería tener la obligación de informar las muertes que produce. Aunque creo que teme nos demos cuenta que produce más muertes de las que previene.