Lógicamente la cantidad de horas de trabajo impactan directamente en las posibilidades de seguir calificándose. Otro punto a tener en cuenta, que no es lo suficientemente tenido en cuenta en la realidad del trabajador docente y en los debates sindicales, es que el docente es un trabajo intelectual, por lo tanto, no debería percibir un salario que solo le permita garantizar “lo básico”, (vivienda, comida, transporte), sino que un docente, para ser un buen docente necesita consumir objetos de la cultura, y tener tiempo para desplegarlos: ir al teatro, comprar libros, formar parte de grupos de estudio. El peligro, que es algo a lo que desgraciadamente nos vamos acostumbrando y naturalizando históricamente, es que el precio que recibimos a cambio de nuestra fuerza de trabajo, es decir, el salario docente, es mucho menor al valor de la fuerza de trabajo docente, la cual excede sólo lo básico para reproducirse. Esto forma parte del proceso de proletarización docente, que como mano de obra necesita otras cosas para seguir produciendo su trabajo. ¿Cuál es el resultado de este proceso? Una alienación específica: por ejemplo, un docente que después de años de ejercicio, ya no siente el deseo de leer y conocer(y tampoco tiene tiempo de hacerlo).
Pobreza, violencia, niños y jóvenes con derechos vulnerados
A la escuela pública van fundamentalmente los hijos de las clases populares. Dentro del sistema educativo público hay un circuito en donde sí se accede a educación de excelencia, o que permite continuar estudios superiores: Nacional Buenos Aires, Otto Krause, escuelas céntricas del conurbano; circuito donde la misma comunidad de padres, con recursos propios, mediante la cooperadora, participan y mantienen esas escuelas.
El resto de las escuelas, son escuelas para pobres. Incluso, dentro de la clase trabajadora, hay familias con mucha necesidad que mandan a sus hijos a escuelas privadas en barriadas populares y villas de emergencia, porque perciben que esto es lo mejor para sus hijos.
¿Cómo se llegó a esta situación?, mediante con el desmantelamiento de la escuela pública durante la dekada ganada, y los gobiernos previos. La escuela pública fue vaciada y desprestigiada. Con recortes de presupuesto, edificios que se caen a pedazos, y programas que se visten de progresismo, pero que no tienen un impacto directo en los estudiantes. Un ejemplo claro de esto es el programa Conectar Igualdad: bajan computadoras en época de campaña, para las fotos. En la realidad los estudiantes y docentes no las pueden usar, no hay mantenimiento técnico, puestos de trabajo de Tecnologia de la Informatica y la Comunicacion, que garanticen su uso, acceso a internet, etc.
A todo esto, nos ponían en la contradicción de una netbook que no podes usar, pero sin bancos y con ventanas rotas. Una pregunta buena para hacerse es: ¿si un niño no sabe leer y escribir, cambia esta situación por el soporte?, No, si uno no sabe leer, no sabe leer del papel, ni del la mesa, ni del pizarrón, ni de la netbook.
En las famiias que hay desocupación, migrantes internos o familias ensambladas, o peor aún, con historias de violencia y marginalidad, generada por el narcotráfico en connivencia con la justicia y la policía, los niños y jóvenes se crian como pueden y muy atravesados por distintos destratos. La mayoría de los docentes no están preparadaos para soportar y escuchar el nivel de violencia que se vive hoy en la escuela. Este factor es central para pensar la alienación específica del docente. Es un tipo de explotación que impacta en nuestra subjetividad, haciendo un daño silencioso pero sostenido en el tiempo. El nombre académico que recibe es “Síndrome de Burn Out”, que significa síndrome del quemado, que viene a ser el desgaste, desgano, que padecen los trabajadores que están en contacto con seres humanos que sufren mucho y que son más propensos a padecerlo, justamente los compañeros que más compromiso tienen, a los que más les importan sus estudiantes. Escuchar y ver el dolor no es gratuito para la psique y el soma, sumado a que el Estado da muy pocas respuestas para poder lidear o dar alguna respuesta con estas situaciones que se presentan en las escuelas.
¿Cuál es la situación de la clase trabajadora? ¿Por qué al Estado no le importa su calificación?
En la pobreza estructural que tiene nuestro país, los distintos gobiernos, antes el kirchnerismo y ahora el PRO, ya tienen calculado que los que van a trabajar o tener empleos calificados, tienen sus circuitos de educación para acceder, que no son la Escuela Pública.
El capitalismo no va a gastar dinero en calificar a trabajadores que no necesita emplear, sino que hay trabajadores que va a emplear para trabajos que no requieren calificación alguna, además de la cuestión del “credencialismo” – necesitar secundario para barrer el piso de un supermercado-, en este fenómeno se sostienen los planes Fines, y las distintas presiones para que en la secundaria pública, jóvenes y adultos tengan una titulación, sin que tengan que acreditar saberes y competencias básicas. Por eso es que la escuela pública está en la situación en la que esta, cada vez más la educación y la salud son una mercancía para los que la pueden comprar.
Como trabajadores de la educación no podemos permitir la mercantilización del derecho de todos los trabajadores a recibir Educación Formal e igualitaria. Es un deber moral que tenemos, para con nuestra clase, defender la escuela pública, y poner en la escena nacional los problemas graves y estructurales que tiene la Educación Pública.