Se cumple un nuevo aniversario de la desaparición forzada de Jorge Julio López sin que la justicia haya avanzado un solo paso en el esclarecimiento del hecho, la identificación de las responsabilidades y el juzgamiento de sus autores.
El Estado durante la dictadura desplegó sus dispositivos represivos para la persecución, el secuestro, la tortura y la desaparición. Desde la transición, la democracia fue creando otros instrumentos para la búsqueda de Verdad, Memoria y Justicia, que fueron claves para el proceso de democratización de la sociedad y para la continuidad de un sistema político basado en las libertades y los derechos.
Hubo marchas y contramarchas, avances y retrocesos. Entre las conquistas, los procesos de juzgamiento de los criminales de lesa humanidad han sido un gran paso que consolida un horizonte posible y deseable para el futuro de nuestra sociedad. Sin embargo, la impunidad que acompaña la segunda desaparición de Jorge Julio López demuestra dolorosamente lo que aún está pendiente.
Las instituciones democráticas están en falta y es grave que así sea. ¿No se ha podido avanzar en el pleno esclarecimiento porque no ha habido decisión política para hacerlo? ¿No se ha podido avanzar porque hubo encubrimiento y borraron pruebas? ¿No se ha podido avanzar porque no se dotó de los recursos necesarios para la investigación? Podríamos seguir enunciando preguntas que requieren respuestas precisas. Así como hay responsables de la desaparición forzada de Jorge Julio López, hay responsables de la impunidad de sus autores. Es inadmisible naturalizar esta deuda y es necesario ir a fondo para dilucidar estas responsabilidades. Es preciso dotar a la investigación de todos los recursos financieros, técnicos y humanos. Esta es una exigencia de primer orden que no puede soslayarse.
La desaparición de Jorge Julio López es un señalamiento de lo injusta que sigue siendo la Justicia, del imperio de la impunidad y el ocultamiento de la verdad. Su caso revela los de otros: las violaciones a los derechos humanos cometidas en democracia se sostienen en base a la impunidad y en eso están implicados todos los poderes del Estado.
La trama de complicidades que se está revelando en la imputación de los agentes penitenciarios federales del penal de Marcos Paz por obstaculizar la acción de la justicia da cuenta, también, de esta conexión entre el pasado y el presente.
El día que condenaron a Miguel Osvaldo Etchecolatz, el responsable de su primer desaparición, López no pudo estar presente. Nueve años después, exigimos que la justicia determine qué sucedió y condene a los responsables. Ese será el día más claro de justicia.