PALABRAS DE ALEJANDRO PIZARRO
“Quién pensaría que un muro diría tanto. Que este, como tantos otros que supieron levantar las manos quebradizas de los ocho, los atraparía en una metáfora de un callado reclamo; en una triste remembranza de aquellos días que de mocosos, de rodillas peladas y caras sucias en los recreos de la escuela. Esta misma que hoy los viene a atrincherar en sus brazos de ochava firme y visible.
“Y se fueron un jueves. Hay quienes dicen ‘los ocho cayeron al cielo’, que solo sus cuerpos se precipitaron. Que la guapeza les jugó una mala pasada, y la confianza también. Esa falsa seguridad puesta en el otro y, esos otros falsos.
“Según cuentan, más allá del mediodía, los andamios del cielo crujieron por el peso de la espantosa avaricia; se desplomó la trama de corrupción en el apuro de los que quieren las cosas a pesar de las vidas ajenas. El estruendo se llevó ocho “gentes”, (nietos, hijos, padres, abuelos, esposos, hermanos, primos, vecinos, amigos). Y mucho más…se llevó historias, sueños, promesas, pasiones, el deseo de una vida honrada y mínima. Y nos dejó un dolor tan hondo…como esa caída al abismo de un octavo piso que nunca debió ser. Esos pesados cuerpos, esas filosas chapas de zinc, esos fierros como lanzas, todos los escombros del cielo y la nube de cemento y cal cubriéndolo todo.
Nadie sabe bien porque los culpables acabaron siendo víctimas. O porque las victimas aún resuenan en la boca de la Injusticia. El poder, es una cosa tan lejana a la realidad del mortal de a pie. Pero…pero Dios es Justo sin muchas vueltas, y como todos sabemos, la muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su familia y su prójimo, puede descansar en paz. Creo que los ocho han hecho el esfuerzo y que, por lo tanto, dormirán en paz por toda la eternidad; no digo lo mismo de las culpables, aunque no abro juicio sobre ellos…ya es cosa entre Dios y sus acciones. Alguien dijo alguna vez: ‘La injusticia no es natural, es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Erradicar la injusticia no es un acto de caridad, es un acto de justicia.
“¿Por qué estamos aquí? Y no en otro lugar, en otro muro… Porque no puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad, que fomentar la curiosidad y la búsqueda del entendimiento en nuestros niños. Solo en ellos la memoria cobra vida por la promesa que suscita la comprensión de los actos sin sentidos; y es aquí donde el arte busca dejarles algo… un muro lleno de preguntas de una historia que no se debe repetir en ellos.
“Como artista, en mi modesta medida, he cumplido con mi deber con los inocentes y con mis principios. Y si decidí utilizar al arte en la pelea con la injusticia, es porque la única opción restante para los familiares era rendirse y someterse a oscuros intereses. Soy de pensar que lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido, así… sin más. Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de nuestra Vida. Por eso espero que esta obra sea un cambio que resignifique el valor de una vida truncada y le sume sentido a mi vida también.
“A los ocho, mi humilde aporte de traer a sus familias, amigos y vecinos al pie de este sentido homenaje al barrio que los vio crecer”.