(Por Kuña Mbareté/APL) En esta época del año se comienza a escuchar “Es el día de la Pachamama y se toma Caña con Ruda”. O lo que para mí es peor: “Los pueblos originarios celebran la Pachamama y toman Caña con Ruda”. Estas frases que circulan y parecen reivindicativas de nuestras prácticas , en realidad invisibilizan nuestras particularidades, nos asimilan a una cultura que parece que los blancos inventaron. Porque “LA” cultura de los pueblos originarios no existe. Lo que sí existe son LAS cientos de manifestaciones culturales que tienen CADA UNA de las naciones milenarias, las cuales componen ese grupo llamado “pueblos originarios”.
Entonces, volviendo a la frase, serán algunos pueblos indígenas los que celebren a la Pachamama y otros no. Como habrá algunos que tomen caña con ruda o ruda sola durante agosto, pero no todos. Esto no quiere decir que entre nuestros pueblos no compartamos fechas, saberes, y podamos unir nuestras prácticas. Lo que me interesa señalar es que una no es consecuencia de la otra, no porque se agradezca el 1 º a la pacha, es que se toma ruda. Esa linealidad de la causa-consecuencia es cómo funciona la cabeza del blanco, es como entienden ellos el mundo. Y nuestras particularidades no deben entrar en sus modos. Sino que deben ser reafirmadas como representaciones de las identidades que mantenemos o queremos mantener.
Desde el respeto hondo a nuestras particularidades es que no puedo hacer más mención a lo que hermanxs sienten y hacen en relación a la Pachamama. Solo ellxs pueden hacerlo, solo ellxs saben su significado y cómo atraviesa eso a su identidad y a su historia, tanto familiar como a su pueblo.
Si puedo compartir lo que agosto significa para quienes nos asumimos guaraní de y desde Corrientes (Taraguí).Porque lo que comienza a ocurrir a esta altura del año (julio-agosto para el calendario gregoriano) en lugares como estos, no es cualquier cosa. Las bajas temperaturas se manifiestan haciendo que las plantas se marchiten por las heladas, los animales tengan menos alimentos y nos enfermemos por el frío, entre otras cosas. Vemos a Karai Agosto o Karai Ara (del tiempo) expresarse, hacerse sentir en nuestros cuerpos y territorios. Es decir, en esta época cambia el tiempo. Es ante esto que tomamos la caña, para que nos proteja espiritual y corporalmente ante un tiempo que sabemos es el más difícil del ciclo.
Siempre siento que las costumbres en nuestras casas se mantuvieron y mantienen aun cuando todo lo demás puede parecer borrado. Quizá no podemos asumirnos políticamente guaraní en lo público, por el racismo y la discriminación, pero en lo privado es otra cosa. Ni el desplazamiento que muchas de nuestras familias han tenido que vivir nos borra eso. Es más, si alguien me pregunta qué recuerdos tengo del 1 de agosto uno de los primeros que se me vienen a la mente es estar acostada arriba en una cama cucheta que compartía con mi hermano en el sur del Gran Buenos Aires, y que mi mama no me dejará ni apoyar un pie en el piso si no tomaba antes la ruda. Es más, si yo me despertaba y ella no estaba ahí para ofrecerme la llamaba para que me la diera desde arriba de la cama. Porque nosotrxs, aun en otros territorios no concebíamos el empezar agosto sin ella.
Otra cosita que me hace pensar el primero de agosto es ¿De dónde sale la idea de Ruda macho o hembra? Porque no existe eso. La ruda es hermafrodita. El binarismo de género (clasificación entre femenino o masculino, que a su vez le asigna roles específicos de acuerdo si se es uno u otro) es una imposición colonial que ha alcanzado no solo nuestro cuerpos, sino también nuestras plantas. Pero, ¿Por qué entonces se habla de ruda macho o hembra? porque el blanco es así. Nombra a la plantita de acuerdo a sus ideas previas sobre lo fuerte, lo débil, lo delicado, lo femenino, lo masculino. Entonces, la “ruda macho” no existe, lo que existe es la imposición de que la planta con olor más FUERTE debía ser el macho, mientras que la DELICADA con aroma más suave, era la hembra. Como el blanco ve todo en femenino (débil) y Masculino (fuerte), lo aplica sin más. Esa es una herencia colonial que se aplica tanto a las plantas, como a hermanxs hoy en día.
Si bien se dice que ni la ruda ni la caña son de este continente, sino que fueron traídas por los invasores. El reconocer la plantita, sus beneficios, vincularla con una época especial del año, con sus efectos en las plantas y animales, con las heladas y con la necesidad de que nos proteja no es un conocimiento europeo. Eso es guaraní. Porque nuestro pueblos siguieron generando sabiduría después de la invasión, porque la resistencia no es solo armarse contra el blanco, sino seguir relacionándonos con otros seres también como lo hacíamos desde siempre.
La sabiduría de conocer las bondades de las plantitas no fue gratuita a lo largo de la historia de lucha contra el blanco. Sus energías fueron especialmente insistentes en privarnos de aquellos y aquellas hermanas que poseen esos conocimientos. Y, si bien estoy haciendo mención a la historia guaraní en Corrientes, eso es tristemente una constante en muchos territorios.
Por eso, este 1° de agosto, agradezco a nuestrxs ancenstrxs que han resistido la imposición del invasor y han generado, aún en circunstancias de desventaja, opciones desde nuestra forma de ser para mantener la salud y enfrentar la enfermedad. Quizá, hoy más que nunca, nos está faltando esa sabiduría para responder a las imposiciones.