Pedreño comenzó su relato diciendo que: ¨El domingo 22 de febrero a las 14:30 horas del 2009 me detuvieron y me llevaron a la Brigada, apenas llegamos me esposaron y sin mediar palabra me tomaron una fotografía. En la oficina contigua se encontraba declarando una persona, la cual denunciaba que había sido víctima de un secuestro. En su larga declaración de más de cuatro horas, describió la fisonomía de las cuatro personas que supuestamente lo habían secuestrado, en ningún instante me describió a mí”.
Más adelante, Javier sostiene que: “En un momento de la exposición el personal policial que lo estaba interrogando le pregunta al damnificado si puede reconocer a alguien más, contestando este que no. Es allí cuando le muestran mi fotografía y dice recordar que yo manejaba el auto, el cual le parecía que se usaba como remis, que el mismo hacía mucho ruido y estaba muy sucio. Resalto esto último dado que solo los policías que me detuvieron sabían que estaba trabajando de remisero, transportando a una persona que viajaba con su hija de siete años, los cuales fueron llevados conmigo a la Brigada”.
Además, en el escrito Javier destaca que “la víctima en su exposición reconoce que el auto que lo había secuestrado era un WV senda color bordo y yo soy propietario de un Renault 11 color rojo, el cual estaba con problemas en el burro de arranque y para ponerlo en marcha había que empujarlo. Situación un poco engorrosa para ser utilizado el mismo en la producción de dicho delito. Pero para que la declaración fuese consistente y creíble se lo lleva al playón de la brigada donde se encontraba estacionado mi coche y se lo muestran para que en sus próximas declaraciones suene más reales y coherentes”.
Finalmente, Javier Pedreño indica que: “Es así que a los cuatro días en rueda de reconocimiento la victima me señala a mí como autor material del hecho, seguro que esto iba a suceder dado que días atrás había observado mi fotografía. Cabe aclarar que en todo el proceso que he descripto con anterioridad nunca fui asistido por un defensor oficial ni se me invito a llamar a un abogado para que este pueda corroborar las cosas que se estaban haciendo, como se estaban haciendo y que no se me vulneren las garantías que dicta la ley. Pero no lo hicieron, ya que de estar presente mi defensor era más complicado el armado de la causa y yo hubiera demostrado mi inocencia Para terminar y esclarecer mas el hecho les comento que las pruebas pericias que se encuentran adjuntadas en la causa demuestran que en mi coche no se encontraron cabellos de la víctima y que las huellas digitales extraídas fueron negativas no coincidían con las mías”.
Agencia Para La Libertad, periodismo de intervención social
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