Tal como se detalló en diversos informes, las Taser disparan dos electrodos con forma de arpón. Los dardos, que permanecen conectados a la pistola por medio de un cable conductor, se clavan en el cuerpo del supuesto agresor mientras se produce una potente descarga eléctrica. La descarga continúa mientras el uniformado aprieta el gatillo, los cual no debería exceder los cinco segundos. La descarga eléctrica provoca hasta 19 contracciones musculares por segundo lo que inmoviliza de inmediato a la persona y que nunca pierde el conocimiento. Tras ello, la persona alcanzada se siente cansada, extenuada y aterrada, ese efecto dura entre cinco y diez minutos.
LUGONES
Leopoldo “Polo” Lugones, hijo del escritor, estuvo al servicio de la dictadura de Félix Uriburu, realizando tareas sin todavía pertenecer a la fuerza de seguridad y con el único antecedente de haber sido director de un Instituto de menores durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear, donde fue condenado por la violación de un menor y otros actos aberrantes. El propio Leopoldo Lugones le pidió “de rodillas” al presidente Hipólito Yrigoyen el perdón para su hijo “Polo” por “el buen nombre de su familia”. Luego, “Polo” Lugones, ya comisario, perfeccionó métodos, e introdujo el uso de la picana eléctrica como técnica de tormentos para arrancar información a los detenidos que se oponían al régimen fascista.
Décadas más tarde, su hija Susana “Pirí” Lugones, nieta del poeta, sufrió los métodos de su padre, siendo torturada por la dictadura cívico-militar en la ESMA, y es una de lxs treinta mil desaparecidxs, por su militancia revolucionaria en Montoneros. Pirí es recordada, entre muchas de sus dimensiones, por su heroísmo frente a los verdugos.
La picana eléctrica se empleó siempre en la Argentina desde que la “inventó” Lugones. Pero su uso era negado por las autoridades de turno. Ahora, con Macri, Bullrich y Larreta, se perfeccionó y ya no será rutina solo en los sitios de encierro como cárceles y comisarías de mala muerte. Por caso, en el subte o en estaciones ferroviarias, terminales aéreas u otros, podrán desplegarlas lxs efectivos del país militarizado.
La Argentina es, legalmente ahora, un país torturador.