Hace algunos años, en el prólogo de mi libro Fuera de Serie, recordaba los garabatos que hacía en los márgenes de las hojas escolares. Esos que fluían de manera automática, sin planificación, guiados por el inconsciente. Eran dibujos libres que surgían de la improvisación y el juego con las formas, sin pretensiones conceptuales. Por diversas razones (prejuicios académicos, vicios de ilustrador) tardé mucho en incorporar ese procedimiento a mi trabajo cotidiano. Estaba convencido de que, antes de atacar la hoja en blanco, tenía que tener “la idea”. Luego venía la etapa de boceto y finalmente se pasaba en limpio. Este paso a paso, sin dudas correcto y útil para ciertos trabajos, se había convertido en una celda que tornaba aburrido y previsible el proceso de dibujo. Así que poco a poco empecé a abandonarlo o, mejor dicho, a fusionarlo con aquel otro juego “surrealista”, más incontrolable e irracional, pero también más estimulante. Manché muchos papeles con garabatos incomprensibles, hasta que, cada vez con mayor frecuencia, empezaron a aparecer personajes y relatos inesperados.
Los dibujos que aquí se exponen comparten en su mayoría este procedimiento. Nacen del juego formal, de la combinación de líneas y manchas, de elementos abstractos. Pero como yo soy un dibujante figurativo, siempre ando a la pesca de cabezas, de bichos, de objetos reconocibles que me me ayuden a contar una historia. Es como buscar animales entre las nubes. Al fondo de un pasillo de tinta china, una carita difusa nos indica el camino a seguir y así nace el relato. En otros viajes no hay tiempo para frenar: la línea pide fluidez y la tarea es pasearla por la hoja, para que recolecte formas y anécdotas. Luego, con la cabeza más fría, viene la fase de ajustes. Se unen algunas partes, se iluminan, se ornamentan con tramas o colores. En otras palabras, se le da coherencia al delirio previo.
Aunque nunca tengo claro qué voy a dibujar, una vez terminado un dibujo necesito ubicarlo dentro alguna familia gráfica. Quizá sea una manera de ordenar ese método errático y fragmentario, de acuerdo a los cambios de tono, de técnica o de tema. Así que la gran parte de las obras expuestas pertenecen a las series Maniáticos inofensivos, Manchas familiares, El teatro flotante y Sujeto experimental. Podría hablar de las ideas y elementos recurrentes en esas imágenes, pero prefiero que sea el espectador el que las descubra y relacione, continuando el camino intuitivo que me trajo hasta acá.
DATOS BIOGRÁFICOS
Rodolfo Fucile. Ilustrador y dibujante nacido en Buenos Aires en 1978. Estudió Bellas Artes y continuó su formación de manera autodidacta.
Publicó los libros Artistas irrelevantes (2008), Vicios y virtudes del Carnicero (2010), El Supervisor (2012), Fuera de Serie (2013) y Bagatelas. Dibujos de Buenos Aires (2016).
Desde hace veinte años trabaja como ilustrador editorial y publicitario. Ilustró libros, diarios y revistas, tapas de discos, y realizó storyboards para producciones audiovisuales. También dicta clases de dibujo e ilustración en su taller particular.
Su trabajo ha sido distinguido por la Legislatura Porteña (2° Premio de Ilustración. Concurso Anual de Arte 2015) y por el Museo de la Caricatura “Severo Vaccaro” (Premio Valor Destacado 2009).
En 2017 expuso “Rodolfo Fucile y Gran Elenco” en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, de Rosario.