Carta de una madre colombiana al presidente Mauricio Macri
Mi nombre es Carmenza Claros Orozco de nacionalidad colombiana y soy la mamá de John Mario Chilito Claros. Soy de Yumbo en el departamento de Valle del Cauca a 10 minutos de la Ciudad de Cali ¿La conocen? ¿Les suenan los equipos de futbol Deportivo Cali o América de Cali? ¿Les suena la capital mundial de la salsa? ¿Le suena el grupo Niche?
Pues bien, de esta hermosa tierra soy. Orgullosa de ser colombiana, pese a todos los problemas que nos aquejan, la falta de verdadera paz, el narcotráfico y una corrupción estatal espantosa.
A toda la Argentina, pero en especial a usted señor Presidente Mauricio Macri, le cuento la triste historia del asesinato de mi hijo a manos de la Policía argentina. No solo cayó él vilmente asesinado, otras 6 vidas de jóvenes argentinos se extinguieron ese fatídico día.
Mi hijo, mi tesoro de vida, John Mario “Chilito Claros” fue aprehendido el 17 de diciembre del 2016 por integrantes policiales en un suceso del cual el nada tenía que ver y por un error humano fue conducido a la Comisaria Primera de la ciudad de Pergamino. Allí lo tuvieron hasta el día 23 de febrero pues tenía audiencia judicial.
En horas de la tarde hablé con mi hijo y en dicha conversación él me comentaba que ya tenía la libertad, pues las autoridades se habían dado cuenta del error procedimental en su captura y habían constatado que era inocente de los cargos que le imputaban, pero que le tocaba esperar 5 días hábiles porque de igual forma iban a averiguar sus antecedentes judiciales en Colombia.
A partir de esos días estuve en permanente contacto con mi hijo y estaba muy contento, ya que iba a salir libre, iba a recuperar su libertad, pues sentía que la injusticia lo había llevado a ese horrendo lugar.
Pero el martes 27 de febrero me contó que el comisario de Pergamino le había dicho que lo iban a trasladar a una cárcel mientras que se daban los engorrosos trámites de su plena y justa libertad.
Todos los días hablábamos pero esa noche Jhon Mario ya no contestaba el teléfono celular, ni el día siguiente tampoco, entonces me empezó una angustia, como si presintiera que algo terrible se apoderara de mi niño.
Por el día jueves empecé a llamarlo otra vez y no contestaba, la angustia se apoderaba más de mi, empecé a preocuparme por mi hijo ya que no sabía de él. Le dejaba mensajes de voz y ya no contestaba. En horas de la tarde cuando llegué a mi casa en Yumbo, sin ánimos y con el corazón angustiado suena el teléfono y se desencadena la tragedia de mi vida, se destrozaron mis ilusiones, me llega la muerte en vida desde Buenos aires donde mi hijo había ido tras un mejor futuro, tras las candelijas de la gran ciudad, tras la belleza de ese “mi Buenos Aires querido”.
Todo cambio dentro de mi cuando mi hija Ingrid recibe la falta llamada de mi otra hija, Nelly Lorena que se encontraba en Buenos Aires trabajando, le da la negra noticia que a mi hijo me lo habían matado con otros compañeros de celda, compañeros de infortunio, compañeros que partieron a la eternidad con él.
“Noooo” fue el grito de mi hija, “nooo” fue el grito de negación mío desde lo más profundo de mi ser. “No” ha sido la negación perenne mía desde ese día al saber que mi único hijo, quien además era un artista y compositor de música urbana como los famosos Maluma y J. Balvín ya no estará de cuerpo presente con nosotros.
Señor presidente, mi hijo era mi orgullo, era mi cantante de la vida, nadie tenía porque quitarle la vida. El solo quería salir adelante. Hoy le escribe una madre deshecha de tanto dolor por la muerte de su hijo. Yo sé que usted es padre, tiene hijos, hermanos y por esa misma situación de amor filial que nos une a todos los seres humanos con nuestros seres queridos, le pido que se ponga en mi lugar, en el lugar de todas las familias que estamos sufriendo por nuestros hijos asesinados por la Policía Argentina y que sea veedor de la justicia por su muerte.
Solo le pido que se haga justicia, que los policías y el comisario que estaban de turno ese día paguen por sus crímenes, bien sea por acción u omisión. Póngase en el lugar de todas las familias que estamos sufriendo y vea usted que nos mataron a nuestros hijos, comprenda la magnitud de este hecho, de esta masacre que segó la vida de 7 jóvenes, entre ellos: un colombiano. El hecho de estar encerrados en la Comisaria no lo hacían malas personas a las cuales se podían masacrar vilmente y morir asfixiados en medio de un incendio ¿o es que en Argentina existe la pena de muerte extrajudicial? ¿Por qué no los sacaron de sus celdas?
Ellos eran seres humanos que por errores del destino estaban allá en penosas circunstancias.
A usted señor presidente se dirige una madre que le pide justicia, verdad y reparación, le pide una madre que adoraba a su hijo, ese legitimo derecho, sin importar que somos de dos naciones distintas, pero nos une la hermanan de ser latinoamericanos.
Mi hijo solo quería salir delante de su bello país Argentina; era trabajador y le gustaba la música urbana. Señor presidente, mi hijo varios videos musicales en Buenos Aires y Pergamino que se pueden ver en Youtube y demuestran el talento musical que se perdió ese fatídico día.
Solo reitero que se ponga la mano en el corazón y que propenda que se haga justicia, si, justicia y que no impere la impunidad para proteger a unos delincuentes vestidos de policías.
Justicia por Alan Córdoba, Juan José Cabrera, Sergio Filiberto, Federico Perrotta, Franco Pizarro, Fernando Latorre y John Mario Chilito Claros.