La caminata se inició con el grito del nombre de cada uno de los pibes caídos bajo el fuego y el monóxido policial, y la respuesta de ¡Presente!, ¡Hoy y siempre! por parte de la multitud. Esta masacre en Pergamino se enmarca en el exterminio incesante que las fuerzas represivas del Estado vienen realizando a la largo de toda la etapa constitucional con la nefasta cifra de más de 5100 vidas sesgadas.
“Cómo a los nazis/les va a pasar/adonde vayan/ los iremos a buscar”, entonaron los manifestantes al llegar a la peatonal San Nicolás. A lo largo de las 7 cuadras de la coqueta calle, diversos negocios ofrecían zapatillas de moda y prendas a precios al que ningún pibe pobre de Pergamino puede acceder. A su vez, la música en inglés de una disquería se vio tapado cuando Jx7 gritó: “Yo sabía/Yo sabía/ A los pibes/ los mató la policía/…Asesina”. La indiferencia de quienes merendaban en los patios de comidas de los bares fue mayoritaria, aunque un grupo de jóvenes aplaudió el paso de la marcha.
Al llegar al Palacio Municipal, los militantes corearon: “Ay policía que vida elegiste vos/ matar a la gente pobre es tu profesión/ Ya vas a ver/ en el fuego que no apagaste vos vas a arder/ el pueblo habló/ no a la domiciliaria/ Si a la prisión”. En referencia a los responsables de la masacre a quienes el juez César Solazi les concedió el arresto en el living de sus casas, siendo que su cabecilla, el comisario Sebastián Donza se halla prófugo desde el mismo día de la matanza. Sólo uno de ellos, Alexis Eva, con profusos antecedentes de torturador, permanece tras las rejas porque las pericias psiquiátricas así lo determinaron.
Entre los presentes, se hallaban miembros de la Asociación por los Derechos Humanos, Encuentro Memoria Verdad y Justicia, Campaña Nacional contra la Violencia Institucional, Partido Obrero y otros quienes, junto a los familiares escucharon le lectura del documento por Silvia Rosito. Asimismo, se leyó una adhesión enviada por Hugo Cardozo, sobreviviente de la masacre del Pabellón Séptimo, perpetrada en 1978 en la Cárcel de Villa Devoto.
DOCUMENTO A 9 MESES DE LA MASACRE
9 meses que por otro día 2 nos trae el peor recuerdo de nuestras vidas, 9 meses de aprender a vivir con este dolor, transformándolo en lucha, 9 meses de organizarnos para salir a las calles.
9 meses que nos hacen pensar el tiempo que nuestros hijos estuvieron gestándose en nuestro vientre para salir a la vida.
Hoy, 2 de diciembre, hace exactamente 9 meses que el Estado les quitó el derecho a la vida.
El Estado no estuvo ausente a lo largo de la vida de nuestros hijos, tampoco estuvo ausente el 2 de marzo en la Comisaría 1°, al contrario siempre estuvo presente de la peor forma, cerrando puertas a los jóvenes y a sus familias.
Este mismo Estado perverso se tomó la atribución de decir que nuestros hijos no tenían lugar en este mundo, asesinándolos con su maldita poesía como autores materiales y gobierno como autores intelectuales. Perpetuando una política de exterminio a lo largo de la historia y descargando toda su crueldad sobre los más vulnerables.
Luego de asesinar a nuestros hijos, seguimos viendo cómo el Estado sigue ausente a nuestro pedido de Justicia.
Los familiares de las víctimas de la represión estatal somos una gran familia, podemos reconocernos en cada abrazo, con una mirada, podemos entender nuestro dolor. Toda la situación que pueda generarse por diferencias están por debajo del pedido de Justicia por todos los pibes asesinados por el Estado.
Muchas veces, el desgaste nos va a jugar una mala pasada, los comentarios lamentables, nos van a generar altibajos. A lo largo de estos nueve meses nos hace saber que la única forma de sostener la lucha es en primera persona: Nosotras las madres, acompañadas de nuestras familias y de todos los que hacen posible cada marcha, cada encuentro, desde una audiencia pública hasta lograr que la máxima autoridad nos reciba.
No hay otra forma, hay que salir a dar batalla por nuestros hijos, maridos, hermanos, nietos, sobrinos y amigos.
Justicia por Federico Perrotta, Alan Córdoba John Claros, Franco Pizarro, Sergio Filiberto y Fernando Latorre.