-¿Qué estoy nombrando cuando digo “Implicarte”?
-Estás nombrando a una forma de abordar lo artístico sea la pintura, la danza, la literatura, o cualquier expresión, combinada con militancia social. Me acuerdo de maestros como Antonio Berni o Juan Carlos Castagnino que utilizaban la pintura para mostrar el compromiso contra las injusticias. Ahora, respecto de la manera de trabajar con el arte implicado, refiere a hacer que los colectivos, barrios o instituciones sean parte de la producción artística, no se trata solo de tu producción sino de la inclusión de todos en lo elaborado. Así el artista se implica en cuanto a generar un espacio de creación tengan o no experiencia. Un mural puede ser pintado también por quienes nunca tomaron un pincel. Hay una estimulación permanente hacia una mirada activa y no pasiva. Por caso, nosotros acompañamos a los Familiares de Luciano Arruga, (joven torturado, desaparecido y asesinado por la Policía Bonaerense en 2009, por negarse robar para la “fuerza”, crimen que fue encubierto por diversas instancias estatales), desde la primera convocatoria e hicimos un mural bandera. En lugar de hacerse sobre una pared se hace sobre una tela. Ese mural luego se izó en el mástil la Plaza de Luciano y fue algo muy profundo para todos. Podemos hacer el mural en una pared, una gran tela o una placa, para poder trasladarlo. De ese modo, estamos rompiendo también con el usar solo el recurso de las técnicas tradicionales. No se trata de desecharlas. Las usamos con todo respeto para producir otro tipo de estética, con un compromiso ético en relación a lo social
-¿De qué modo nace el concepto “arte implicado”?
-Si mi memoria no falla, Amnistía Internacional nace allá por los 60 y, luego, crea un programa por el cual las personas muestran su compromiso en la promoción y defensa de los derechos humanos vulnerados en el mundo a través del arte; y con el tiempo se fue enriqueciendo. También influenció para su surgimiento un gran movimientos de artistas, por ejemplo en nuestro país, como te dije: Berni, Castagnino o Benito Quinquela Martín, en La Boca. En la áreas donde se más se desarrolló es en pintura y en grabado.
-Siempre hablás de “educación por el arte” y de “arteterapia”…
-Sucede que duramente varios años fui docente en diversas escuelas y muchos de nosotros fuimos impactados por la corriente de “Educación por el arte”, creada por e Herbert Read, poeta y anarquista inglés. Se impulsaba que todo el sistema educativo esté relacionado al arte, trabajás Matemáticas, Historia o Geografía en forma sincronizada con el educador en arte. Esto de “Educación por el arte” tiene un hilo muy finito con el “Arteterapia”. Cuando yo empiezo a trabajar con el tema antimanicomial, obviamente, tomo ambos conceptos para mi labor de educador, porque el sistema educativo tiene que ver con lo organizativo: Se trata de una educación libertaria o popular frente a la tradicional.
Y en Arteterapia, a una persona que está internada en un manicomio, que no puede expresarse a través de la palabra, le brindás herramientas para hacerlo de otro modo, es una búsqueda de comunicación a través del hecho artístico. Se puede aplicar en las escuelas y en los tratamientos psicológicos, psicoanalíticos o psiquiátricos. Para dar un ejemplo: Hace unos días fuimos desde Ático a acompañar a Irma Caupán Perrioti y Jorgelina Araceli Méndez en el proyecto de Nodos de Promoción de Salud del Hospital Alvear y pusimos música desde un equipo. Inmediatamente se acercaron cuatro chicas que estaban internadas e hicimos un taller con ellas. Ahora vamos a reiterar la experiencia porque fue excepcional en estas Prácticas militantes en Salud. Y estamos seguros que vendrán muchas más, las chicas mismas nos pidieron seguir porque se quedaron con mucho entusiasmo a partir de la generación del vínculo. Y precisamente el vínculo es la necesidad esencial de la persona que te viene a ver.
-¿Cómo te incorporaste a Ático?
-Fue a partir de una invitación de Alfredo Grande. Cuando lo conozco el hablaba de psicoanálisis implicado y yo venía con esto del arte implicado. Y apenas lo escuché me identifiqué inmediatamente porque encontré una relación total con lo que él planteaba. Y luego, la amistad y el trabajo conjunto me confirmaron que no estaba equivocado. Ático es una cooperativa de trabajo en salud mental donde tenemos múltiples iniciativas y una matriz en la que coincidimos todos. Yo siento que allí puedo desarrollar la tarea para la que me formé durante gran parte de mi vida y lo sigo haciendo porque el aprendizaje no termina nunca.
-¿Qué fue la experiencia de “Voces de los muros”? – “Voces de los muros” nació en el Borda, donde trabajamos en el Frente de Artistas, con Alberto Sava, “La colifata” y otros espacios que funcionaban en el Hospital. Yo estaba coordinando el Taller de Plástica y cuando decidimos pintar el frente del galpón surgió la idea de hacer un taller de murales y luego, ese taller se transformó en Voces de los muros. Y después de la represión nos fuimos del Borda y se transformó en una organización social. Recordemos que en ese 2013 donde nos reprimieron estaban en la Ciudad, Mauricio Macri, Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Teníamos un compromiso muy grande, íbamos todos los domingos y realizábamos una tarea muy efectiva y a la vez gratificante, aunque como sucede con toda la militancia le quitás tiempo a la vida familiar.
-Tenés dos hijas que también están vinculadas a la salud mental. Bajaste línea, según parece…
-Sí, bajé línea, pero nunca lo hice desde la imposición. Vivimos en una especie de casa-taller por darte una idea aproximada, yo no concibo vivir escindido de lo que pienso, digo y milito. En mi casa se respiró ese clima, entonces ellas lo vivieron como algo cotidiano, no como una obligación y lo eligieron como su opción de vida: Una es psicóloga y la otra se está preparando para trabajar con niños autistas.
-Vos distinguís la lucha antimanicomial de la desmanicomialización…
-Sí, acá en la Argentina a la desmanicominalización se la relaciona con el proceso de Trieste, Italia, con Franco Basaglia como su impulsor, donde se cerraron los manicomios. Pero lo que sostengo es que no es suficiente con cerrar los manicomios, instituciones como el Borda, el Moyano o el Tobar García. Porque si vos vas a cualquier hospital público hay también hay un estado manicomial. La manera en que es atendida una persona en te lo dice de modo contundente, recibe un maltrato cruel, porque están colapsados y otras razones. Si vos venís un día y no te atienden luego de horas de cola, si te dan fecha a la larga para algo urgente, si tenés que quedarte a dormir en el piso para conseguir que te atiendan al otro día, entre otras barbaridades, estás viviendo en un estado manicomial.
-Te escuché poner énfasis al diferenciar entre crueldad y violencia…
-Así es, prefiero usar el término “crueldad de género”, cuando un hombre golpeador y abusador de una mujer la somete. Puede que ella tenga una reacción violenta, pero esa es una violencia legítima, defensa propia y nada tiene que ver con la crueldad. Hoy tenemos casos en los que el sistema penal condena esa defensa legítima y lo que está sancionando es el ejercicio de un derecho.
La sociedad, el sistema, la cultura represora ejercen diversas crueldades y luego reprueba las respuestas violentas que promueven las mismas. Fijate los chicos que el sistema tira a la calle, a la selva, a veces responden con una violencia que suele ser su defensa. O, por caso, yo estoy vinculado con luchadorxs de diversidad de género. Las mujeres trans hace tiempo se organizaron y obtuvieron conquistas valiosísimas. Pero todas ellas fueron pibas sometidas a mucha represión, familiar, social, grupal, institucional, entre otras, por no acatar la lógica biológica. Y empezando por la familia hubo crueldad al no escucharlas, porque si hoy es una mujer, cuando ella decía que era una nena, era una nena.
-La forzaban a ser lo no que no era por todos los medios…
-Eso, exáctamente, hizo la cultura represora, devastó a muchas y te podría hablar de cualquier otro área de discriminación, que fueron luchando y creando un espacio de resistencia. Allí, hubo quienes enfrentaron al “orden sagrado”, y se produjo ese caos creativo nada menos que para defender la vida, la integridad y el derecho a ser lo que deseo ser.