“Afectar la dignidad” es el secuestro, la desaparición, la tortura y las listas negras que el propio Blaquier armaba para señalar a los obreros que luego fueron secuestrados en camionetas de su empresa.
Indigna esta carta, viniendo de quien, no queda dudas, se ampara en sus “fueros de clase” para seguir impune.
Molesto por la intervención de Myriam Bregman en el Congreso Nacional el pasado 22 de junio, en la que señaló que “En la Argentina no solo hay fueros parlamentarios sino que también hay fueros de clase; porque hay empresarios como Blaquier de Ledesma que hasta participaron de un genocidio y están absolutamente impunes”, Carlos Pedro Blaquier se despacha con una esquela de tres páginas en las que pretende demostrar que no es uno de los principales responsables del tristemente famoso Apagón de Ledesma.
El sugestivo “pedido” por parte de uno de los hombres más poderosos del país, emblema del rol que ocuparon los empresarios durante la dictadura, es lisa y llanamente una amenaza. No podemos abstraer esta carta del conjunto de señales que el gobierno de Cambiemos, sectores del Poder Judicial y defensores de genocidas están dando a favor de la impunidad a los que fueron parte del genocidio en nuestro país, a poco de haberse cumplido 40 años de Apagón de Ledesma y con Etchecolatz a pasos de irse a su casa gracias al beneficio de la prisión domiciliaria. Nuevos aires que sólo imprimen más impunidad.
Tampoco es casual que esta advertencia se produzca en momentos en que el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH), organismo del que Myriam Bregman es abogada y fundadora, viene denunciando que Jujuy, la provincia de Blaquier, es un laboratorio de la impunidad y la represión, donde fueron reprimidos los obreros de Ledesma por reclamar por sus puestos de trabajo, donde se persigue a los trabajadores que lucha y en donde Milagro Sala está detenida por encabezar una protesta contra el gobierno de Morales y Haquim. El CEPRODH realizará en Jujuy un encuentro al que viajarán delegaciones de todo el país para denunciar los ataques a las libertades democráticas.
Sobreseimiento encubierto
El caso del empresario azucarero es uno de los ejemplos más contundentes de la intervención conjunta de las patronales y las fuerzas represivas durante la dictadura. Y es ejemplo también de cómo el Poder Judicial cuando se trata de defender intereses de clase – los “fueros de clase” de los que habla Myriam Bregman-, no duda: la Sala IV de Cámara de Casación Penal, presidida por Juan Carlos Geminiani dictó el 13 de marzo de 2015 la falta de mérito a Carlos Blaquier y Alberto Lemos, ambos procesados por su participación en delitos de lesa humanidad. Este fallo de casación fue, de hecho, un fallo excepcional, ya que como señalaron especialistas en ese momento, la Sala IV mostró un interés inusitado en tomar esta causa, antes de que hubiera sentencia.
La falta de mérito fue calificada en ese momento como un “sobreseimiento encubierto” por el fiscal Javier de Luca. Son además llamativos los argumentos ya que dan por probado el uso de camionetas del Ingenio Ledesma en el secuestro de decenas de personas durante el Apagón, pero el fallo señala que no está probado que Blaquier y Lemos estuvieran al tanto. Insólito.
A 40 años del Apagón, Blaquier dice en la “carta” a Myriam Bregman, que no se usaron camionetas del Ingenio. Repugna tanto cinismo. Ni Casación se animó a tanto. Niega por supuesto todo lo que víctimas, familiares y testigos señalaron y probaron durante años. “El ’Apagón de Ledesma’ se caracteriza por haber sido un operativo conjunto entre las fuerzas del Ejército, Gendarmería y Policía de la provincia, con listas en las manos. Se produjeron cortes de luz y tres grupos de tareas actuaron en simultáneo: uno en Calilegua, otro en Libertador y otro en el predio del Ingenio Ledesma. Necesitaban las listas exactas de “los enemigos del patrón”, por eso durante más de 3 meses hicieron un trabajo de seguimiento e inteligencia para saber exactamente a quiénes iban a buscar. El 20 de julio fue lo más furioso, entraron a las casas, se robaron todo lo que podían, detuvieron a los compañeros, los vendaron, ataron y los tiraron en camiones. Los detenidos eran trabajadores del Ingenio, hijos de trabajadores, docentes, abogados del sindicato y estudiantes que luchaban junto a ellos; incluso ha habido detenciones de estudiantes jujeños que fueron traídos desde Tucumán hasta Ledesma”. Así lo relata Francisco “Paco” Jara Sánchez, testigo en los juicios contra Blaquier. Sobran los testimonios como este.
Escarnio
La misiva contiene además términos y expresiones propias de los defensores de los genocidas: considerarse víctimas de una justicia que los persigue y no les brinda garantías. Algo que no resiste ni el menor de los análisis sobre los juicios a los genocidas. Dicen: “las causas seguidas por el Dr. Blaquier y el Ing. Lemos estuvieron plagadas de irregularidades y arbitrariedades que lesionan las garantías de defensa en juicio y de debido proceso…” y sigue un relato de chicanas por las cuales pretenden que debería haberse anulado todo lo actuado. Recuerda a las cartas de abogados de represores de la dictadura que publica a diario La Nación.
Recuerda también, en un claro hilo de continuidad en los métodos y objetivos, cuando Jorge “Tigre” Acosta, durante el juicio oral por la causa ESMA, en la que Bregman fue abogada querellante presentó una carta en la que sostiene que Patricia Walsh, Graciela Daleo, otros sobrevivientes y la propia Bregman lo someten al “escarnio” de estar esposado y de llegar en esas condiciones a las audiencias. “Escarnio era la ESMA”, le respondió la abogada, con justeza en marzo de 2010.
Hoy, a 40 años del Apagón, a 10 de la desaparición de Julio López, con altas posibilidades de que la Justicia otorgue la prisión domiciliaria a Miguel Etchecolatz, la carta de Nogués/Blaquier a la diputada nacional Myriam Bregman merece el repudio activo de todos los que defienden las libertades democráticas. Ese repudio ya empezó a reflejarse en las redes sociales. Sostenemos que sí, ¡Blaquier tiene fueros de clase y no vamos a callarnos!