Creo que la política aparece en la superficie cuando cada “sorpresa” es tomada como “analizador”. O sea, la ventana que nos permite asomarnos a lo fundante. Que no es otro que pensar la política como movimiento real de la lucha de clases. Por eso los nombres propios, sean del oficialismo de turno o de la oposición de turno, son encubridores. Maldecir a tal o cual, adjetivarlo de las peores maneras posibles, puede ser útil como descarga, pero inútil como remedio que sea mejor que la enfermedad.
Hay enfrentamientos acérrimos dentro de la misma clase. Y puede haber acuerdos tácticos con clases diferentes. No hablo del consenso, que detesto porque creo que es uno de los disfraces de la hegemonía. Pero sí hablo de sostener la diferencia entre táctica y estrategia. Nuestro gran problema es que en los sectores populares hay más diferencias en la estrategia que en las tácticas. El eterno retorno a alguna forma de peronismo no es un mito. A mi criterio, aún el fundante del peronismo no se ha conmovido.
Para eso, hay que desmitificar al Estado en su rol de árbitro, de veedor, de auditor, de tutor, de compensador, de padre / madre bueno, justo, severo, criterioso. No sé si el Estado es un mal necesario, pero estoy seguro que no es el Bien. Y mucho menos el Bien Absoluto. Por eso enfrentamos la ley antiterrorista, que era insanablemente injusta, sin importarnos demasiado si el gobierno de turno la iba a aplicar. Porque los turnos cambian, pero las leyes represoras quedan.
Lo que sí me parece necesario de establecer, es que más allá del contenido, no es posible una democracia sin ideas. Incluso porque no es lo mismo la idea de democracia, que la democracia de las ideas. Cuando aparece Carta Abierta, uno de los tantos banquetes a los que no fui invitado, no fue otra cosa que un encuentro de ideas. Y eso es valioso. Podremos o no contestarlas, enfrentarlas, superarlas o ni siquiera darles importancia. Pero ahí están.
No tener idea es una forma absoluta de la neutralidad y la falsedad. Porque si no hay ideas de aquello que hizo bisagra en la historia, desde un meteorito que cayó hace 4.000 años, hasta una lluvia de meteoritos que cayeron hace pocos meses y que algunos llaman tarifazo, entonces estamos en las manos del peor de los destinos. Einstein dijo: Dios no juega a los dados. O sea: no hay azar ni casualidad. Hay una causalidad compleja. Que convoca a tener muchas ideas. Todas aquellas que el odre de nuestro cerebro pueda albergar.
Por eso considero que atentar contra las ideas es otro crimen de lesa humanidad. Porque si algo marca lo humano como tal, es la capacidad de tener ideas. Incluso ideas sobre qué es una idea. No es casual, sino causal, que el coloquio de las empresas dueñas de la argentina se llame el Coloquio de IDEA. La derecha siempre tiene razón, aunque es una razón represora.
Momento perfecto para que tengamos, sostengamos y difundamos ideas no represoras, libertarias, emancipadoras y revolucionarias. Nada menos.
“¿Fueron 30 mil los desaparecidos? – preguntó la corresponsal.
-No tengo idea, no sé, es un debate en el cual yo no voy a entrar. Si fueron 9 mil ó 30 mil; o los que están anotados en un muro o son muchos más. Me parece que es una discusión que no tiene sentido”.
El Presidente tiene razón. No hay que discutir. Apenas leer y recordar. Hay sentencia firme de la Corte Suprema de Justicia sobre el plan criminal y sistemático. No es un tema de cuantos son, sino de por qué fueron desaparecidos. De 5.000 a 50.000. El número no hace al monje y el hábito tampoco. Desde el primero hasta la última, fueron secuestrados, torturados, masacrados y asesinados para instalar un terror que permitiera malvender y entregar a nuestro (eufemismo) país.
Lo siniestro es que en democracia, y especialmente desde Menem en más, el terror dio paso a mirada tierna de la democracia. Pero hace 23 años que el estudiante de periodismo Miguel Bru sigue desaparecido. Su madre, Rosa Schönfeld, es también otra madre de alguna plaza. El Terror aunque se vista de seda democrática, como terror queda. Y de eso también es necesario tener idea. Asesinatos en democracia son miles. La impunidad es cada vez mayor. Mujeres secuestradas y esclavizadas, siguen sumando dolor, tortura y terror. El eufemismo “trata”, también esconde la planificación sistemática del secuestro y la tortura para el siniestro y lucrativo consumo de sexualidad.
Por eso, cuidemos nuestras ideas. Incluso de nuestros propios compañeros que, a veces, son más duros con nosotros que con el enemigo. Incluso de nosotros mismos, que no pocas veces dejamos caer nuestras ideas para que otros las pisoteen. Ni trabaja, ni estudia, ni tiene ideas. Ese mantra de la cultura represora será subvertido. O terminaremos consumiendo las ideas de nuestros enemigos. Esa es mi idea.