“No doña, yo no voy a ser grande”. El fusilado que quería llegar a la escuela.

Cuando Claudia, su mamá, llegó a la guardia del Hospital Ballestrini rodeada de efectivos que no permitían el paso a nadie, la causa ya estaba casi cerrada sin siquiera haberse abierto. “Su hijo no andaba en buenos caminos”, le dijeron apenas puso un pie. Claro, el camino a la escuela no debe ser nada bueno para quienes esquivan los libros y prefieren patear rejas y disparar a niños por la espalda. ¿Cuál es el “buen camino” para los asesinos de uniforme? ¿Será acaso aceptar robar o vender droga para ellos, por ejemplo? Matías iba por un tan mal camino a la escuela que justo se interpuso (en un enfrentamiento, obvio, porque siempre es un enfrentamiento en donde los disparos vienen de un solo lado) con las balas justicieras de Arnaldo Arias Mamani, que ni bien terminó de gatillar ya contaba con la narración precisa.

Difundieron el relato policial a los medios locales para cerrar rápida y definitivamente el tema, y que se dejaran de mencionar las palabras “gatillo fácil”. Según la versión policial, Mamani acordó un encuentro con el chico en el lugar para concretar la venta de una bicicleta. Mamani, policía federal de Esteban Echeverría, se encontraba de franco, y dice que al momento de la transacción el joven sacó un arma, le apuntó al hijo de 6 años del efectivo que se encontraba dentro del vehículo policial y quiso robarle. Lo que él argumenta es que actuó en legítima defensa.

Bastante diferente fue la situación que observaron los vecinos y transeúntes. Matías iba caminando a la escuela, un grupo de chicos pasa corriendo junto a él, al parecer, escapando del patrullero que los perseguía. Mamani le dispara por la espalda a Matías y luego en el pecho. Llegan los efectivos locales. La Bonarense de La Matanza… Plantan un arma. El guachín, de 14 años, ya está muerto. Lo levantan sin peritajes ni presencia de ningún fiscal. A las 16:58 ingresa el cuerpo fallecido de Matías a la guardia del Hospital Ballestrini. El cordón policial se cierra. Mamani forma parte del cordón. El relato oficial también está cerrado.

Hoy no hay clases en la Secundaria n°58 del complejo habitacional de Tablada. Hoy se junta plata para un sepelio que quién sabe cuándo podrá hacerse, pero que lo gatilladores de la democracia están apurando en estos precisos momentos, para cerrar la causa así, tal cual está. Sin siquiera una autopsia. Hoy, Mamani toma mate en su casa. Hoy, a Claudia, mamá de 17 hijos, le falta un trozo de corazón y siente que en este mundo sólo a ella le importa eso. Y piensa que su vulnerabilidad, su vida de mala racha, su pobreza, su soledad, su lugarcito matancero y cuarteado, la marcan a ella y sus hijos a firmar en conformidad lo que le digan.

Hoy leí una anécdota de una docente. Una vez le preguntó a un alumno de 15 años, del conurbano, qué quería ser cuando fuera grande. Él le respondió: “no doña, yo no voy a ser grande”. La misma respuesta encontró en el resto de sus alumnos. Pero Matías quería ser grande. Sus pasos hacia la escuela eran empujones hacia un pedazo más de vida, hacia un futuro posible, a pesar de todo. Lo fusilaron yendo a estudiar. Usted, que lee, sabrá cuán predispuesto está a la verdad.