La muerte del Derecho

Agustín Acosta

Los organismos citados más arriba son incapaces de cumplir esta función. El Derecho Internacional actualmente ha muerto.
El Derecho Internacional tiene como objetivo principal civilizar y domesticar la violencia arbitraria de los poderosos. Es decir, el Derecho Internacional obliga en primer lugar y hasta ahora casi exclusivamente a los Estados.
En primer lugar deben estar los Derechos Humanos. La Declaración Universal del 10 de diciembre de 1948 los proclama.
Los Derechos Humanos son teóricamente imperativos. En la práctica sin embargo no lo son pues no existe a escala mundial tribunal de Derechos Humanos. Lo que nos debe quedar claro es que los dos organismos internacionales, la ONU y la Corte Interamericana de Derechos Humanos son financiadas por el promotor de la guerra preventiva. Esto explica sencillamente la muerte del Derecho Internacional.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 14 inciso 2 expresa: “toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley”.
Este artículo hoy en el mundo es letra muerta, que se podría decir así en la práctica “toda persona acusada por un delito está obligada a demostrar su inocencia” o en el peor de los casos, como ocurre en el Paraguay, toda persona acusada ya está condenada de antemano si es pobre.
En este mismo artículo en el inciso 3 dice: “(tiene derecho) a ser juzgada sin dilaciones indebidas”. En el Paraguay no se respeta el debido proceso y las dilaciones injustificadas son práctica común en los estrados judiciales, que es cargada a las personas procesadas que deben soportar las interminables prisiones preventivas que pueden durar años para asegurar a la sociedad.
Se violenta así el artículo 9 inciso 3 del mismo pacto, que expresa el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable.
Esto es la seguridad democrática promovida por los Estados Unidos, para todo el mundo.
Los estados son responsables de las violaciones de los derechos humanos, estados capitalistas que valoran las relaciones humanas de forma mercantilista.
Todas las sociedades del mundo tenemos que exigir que sean respetados los derechos fundamentales consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de 1948.
Tenemos que rechazar la seguridad democrática, planteada e impuesta por los yankis, basada en la caza de brujas, la inquisición directamente apuntada a los sectores organizados y a los más vulnerables de los países pobres.
El antiimperialismo debe ser nuestra bandera de lucha en nuestros países para impedir que nuestros estados nos sometan a la guerra preventiva. Nuestras sociedades están en evidente retroceso hacia gobiernos fascistas ante la crisis profunda del capitalismo global.
Tenemos que dejar de mirar a los costados cuando tenemos enfrente el problema real, nuestras sociedades están expuestas a las peores violaciones a los derechos humanos en nombre de la seguridad.
Ante esto tenemos que exigir Seguridad en el acceso a la salud gratuita y de calidad, acceso a la educación, a un trabajo digno con un salario justo; seguridad en el acceso a la tierra, acceso a una alimentación adecuada según los estándares internacionales.
Sin el acceso a estos derechos y muchos otros no habrá seguridad en todas partes del mundo.
Desde mi prisión, que solo será explicada por mi coherencia en la lucha, los invito a la lucha por los derechos humanos.