“Macri fracasó, ya se van, y yo ya saldré”

Romero, a quien los medios llaman “el gordo del mortero”, está prófugo y esa es una de las razones por las cuales la Justicia le niega a Ruiz la excarcelación. “Como son de la misma agrupación creen que habría similar riesgo de fuga, un delirio”, explica Martín Alderete, uno de sus abogados defensores. “Cuando salga, mi compromiso será reclamar siempre por los presos, a diferencia de (Patricia) Bullrich creo en ellos, confío en la gente y en que es posible hacer una sociedad mejor, hay que cambiar el paradigma del gobierno en el que somos culpables de antemano”, define.

Ruiz tiene 40 años, una hija de 15 y está separado. Ella y su hermano subieron a la página de Facebook Libertad a Daniel Ruiz la crónica de la histórica final que escribió cuando su equipo salió campeón: “El encargado, seguramente hincha de Boca, no cumplió con su palabra. Terminó el primer tiempo y de caliente nos metió en las celdas. Otra vez a ingeniarnos para poner las dos radios en lugares claves para que la mayoría pudiera escuchar. Ni la respiración se escuchaba, sólo el partido. Todos en las puertas de las celdas con la oreja en la mirilla, como si fuéramos a escuchar nuestra libertad”. Además del fútbol, es fanático de la banda de cuarteto Trulalá. Vive en Comodoro Rivadavia desde que nació, y cuando lo detuvieron, en septiembre, estaba en Buenos Aires en función gremial. Es obrero petrolero desde hace más de una década, operario de perforación, y trabaja en boca de pozo en las temperaturas extremas de la Patagonia.

Hace años que es delegado de sus compañeros, e integra la dirección del Sindicato del Petróleo y Gas Privado del Chubut, en nombre de una minoría. Es descendiente de pueblos originarios y activista de la causa mapuche. “Rescato la cultura y la herencia de las resistencias, las huelgas petroleras del 19, de los peones rurales, de nuestros mártires Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Rafael Nahuel”, explica al rato de conversar en una habitación de tres por dos, despojada y con olor a cigarrillo. (La prisión es sucia y fea, la espera se vuelve interminable, el frío y el olor a orín molestan, pero muchísimo peor la pasan las visitas que no acuden en nombre de un organismo de derechos humanos como la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, que gestionó el ingreso de este diario).

Luego de mucha caminata, requisa y traspaso de puertas y portones, el guardia del Pabellón 5 dice que no sabe dónde está Ruiz. “Señora, acá son más de 600”, explica para marcar que es uno más y no un preso político que el macrismo mantiene encerrado para disciplinar la protesta social en contra de sus políticas de ajuste salvaje. “Al principio hacían esperar más a mis visitas. Pero soy gremialista y entiendo, hay cada vez más presos, sacaron el gimnasio y las canchas de fútbol, descargan el malestar con los internos, y más con los que tenemos una causa política”, explica.

Podría decirse que Ruiz es un obrero que lee, con calle y formación. “Me ofrecieron ir al sector VIP pero no quise, tenían miedo porque me pusieron junto a condenados a 25 años. Pero es como mi barrio, Comodoro es una ciudad muy violenta, con profundas desigualdades. Pan American Energy factura 4 mil millones al año y no hay acueductos ni hospitales de alta complejidad”. En el pabellón lo apodaron “Comodoro”. El se define como un rehén del Gobierno para que aparezca Romero. No hay ningún testigo que señale que hirió a alguien, y las imágenes de video lo muestran tirando hacia arriba un “tres tiros” –la pirotecnia clásica en toda marcha sindical–, pero aún así le negaron la excarcelación en el Tribunal Oral Federal 3. “No sé ni dónde estás ni con quién, sin embargo los jueces y fiscales me tienen preso porque vos estás en libertad. Es un honor ofrecer mi vida por vos, porque representás la rebeldía del pueblo trabajador, junto a César Arakaki y Dimas Ponce, no fue fácil estar ese día en primera línea”, escribió Ruiz en una carta Romero.

El arco que apoya la campaña por su liberación abarca desde Agustín Rossi y Roberto Pianelli hasta Nicolás del Caño, Isabel Huala, Nora Cortiñas y María del Carmen Verdú, pasando por los músicos Daniel “Semilla” Bucciarelli y el Cabra de Las Manos de Filippi. También se pronunció el intendente de Comodoro Rivadavia, Raúl Pierángeli, hubo pedidos en veinte embajadas argentinas, al tiempo que la Liga Internacional de los Trabajadores y la Red Sindical llevaron el caso a la OIT y a la CIDH, dado que es congresal petrolero. Ruiz fue uno de los fundadores de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados (CTD) en Chubut, que junto a Tartagal en Salta y Cutral Có en Neuquén fueron la cuna del movimiento de desocupados. “Ya en 1998 era piquetero, mi hija se crió en el piquete. En el gremio petrolero enseguida me marcaron como zurdo, estaba en el Frente Obrero Socialista” (FOS). Dice que ser maquinista en pozo es “duro pero apasionante”. Su activismo se fue forjando en tomas y cortes contra de la contaminación del petróleo en los pueblos de la Patagonia.

El 18 de diciembre de 2017 había llegado temprano a la plaza Congreso, junto a su partido estaba cerca del sector de los cronistas. “La gente estaba muy enojada, no retrocedía, y luego reprimieron con todo, nos tiraban a la cara, y la foto fue Sebastián pero pude haber sido yo, llevamos pirotecnia a las marchas para hacer ruido”.

–Pero si impacta en el rostro lastima.

–Sí, las mismas heridas que produce la pirotecnia en Navidad.

–¿Por qué está preso?

–Porque no encuentran a Sebastián, para el juez Torres y el fiscal como somos de la misma organización quedó demostrada nuestra conexión. Nos habíamos visto algunas veces, pero él es de Rosario y yo del sur. Fuimos al Congreso a defender a los jubilados, a mí los jubilados petroleros me enseñaron el trabajo, la tarea gremial. Con las condiciones adversas y el clima extremo tienen que poder jubilarse a los 50 años.

–¿Cómo son sus condiciones de detención?

–Muy difíciles para todos: sobrepoblación, duchas por turnos, falta de calefacción y cloacas, no les dan trabajo a los presos y eso les hace mal. Hay celdas para uno donde ponen a dos, la comida viene con suero, para los que tienen abstinencia de paco, pero se lo sacamos y la volvemos a cocinar. Cuando empezamos a hacer asambleas nos mudaron a un pabellón sucio y con ventanas rotas, lo arreglamos solos por nuestra dignidad. El encierro saca lo peor pero también lo mejor de las personas. Leo mucho, me dejan leer. El Gobierno y los penitenciarios te quieren desestabilizar, pero vamos construyendo afinidad. A este Gobierno le gusta matar por la espalda, sin los organismos de derechos humanos la estaría pasando peor. Diez años de macrismo jodieron a nuestros viejos, y ese diciembre fue una respuesta social, por eso Sebastián es un ícono, y Bullrich arde porque no lo puede encontrar. Reivindico mi origen, soy descendiente de mapuche y tehuelche, y estaré preso, pero es Marcos Peña Braun quien tiene las manos manchadas de sangre. El 57 por ciento de los presos está sin condena, los verdaderos delincuentes son, por ejemplo, los de Techint, que reclaman subsidios mientras muere gente en Vaca Muerta. Y aunque tenga diferencias, acá están presos De Vido y Esteche mientras Calcaterra sigue libre, es un abuso de poder.

–¿Cómo se define ideológicamente?

–Soy marxista revolucionario, El Capital es muy fácil de entender para un obrero porque vive en el cuerpo la plusvalía. Lo comprobé al mandar fragmentos por WhatsApp a mis compañeros y así de a poco se fueron interesando. Acá cuando hicieron la “Navidad sin presos políticos” me invitaron al sector donde están los ex funcionarios kirchneristas. Al volver a mi celda, los guardias me rodearon, me acusaban de ser “K”, les dije que soy socialista y empezaron a maltratarme. En ese momento mis compañeros empezaron a cantar “vamos a volver”, cada vez más fuerte. Los guardias les dijeron que cerraran la boca pero ellos gritaron ‘estamos con vos, Comodoro’. (Hace una pausa, emocionado). La batalla del 18 se perdió porque la reforma previsional se aprobó, pero fue un freno para las demás leyes que querían pasar, como la reforma laboral. Macri fracasó, ya se van, y yo ya saldré.