A raíz de estos hechos y considerando que su vida corría peligro, pidió ser trasladado a Santiago del Estero, ciudad en la que tenía familiares. Sin embargo el 16 de enero de 2013 es trasladado a la cárcel de Coronda y recluido en buzones de castigo del pabellón Nº 8 del Módulo Sur. El día 7 de febrero le informan a su familia que se “suicidó ahorcándose con una remera” y 24 horas después les envían el cuerpo con evidentes signos de torturas que incluían ampollas, sangre, heridas abiertas, hematomas múltiples, un profundo golpe en la cabeza e impactos de balas de goma. Acompañaba el cuerpo de Roberto un certificado de defunción que decía: SUICIDIO.A pedido de los compañeros de la Coordinadora Anticarcelaria de Córdoba y de los familiares de Roberto, recurrimos al Servicio Público de Defensa Penal a fin de solicitar su intervención en la investigación de la muerte, que consideramos no fue suicidio. Esta nueva muerte, confirma, una vez más, que las cárceles son verdaderos depósitos de seres condenados al aniquilamiento de su condición humana, a los que está permitido, incluso, quitarles la vida y que como siempre afirmamos esto es parte de la naturaleza del sistema social en que vivimos.
CADH – Rosario
(Comisión Antirrepresiva y por los Derechos Humanos)en el ENA – (Encuentro Nacional Antirrepresivo)
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