Reclamo a Alejandro Marambio, titular de las cárceles federales

 
Buenos Aires, 24 de octubre de 2009 (Agencia Walsh) El premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; el escritor Osvaldo Bayer; las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Marta Vázquez y Nora Cortiñas; la presidenta de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Graciela Rosenblum; los periodistas Horacio Verbitsky y Liliana Daunes; la directora del Comité contra la Tortura, Ana Cacopardo; la socióloga Alcira Daroqui; la diputada nacional Victoria Donda Pérez, José Villalba del Futradeyo y Fabiana Arencibia de la Red de Medios, entre cientos de luchadores, firmaron el petitorio donde se reclama al director del Servicio Penitenciario Nacional, Alejandro Marambio, que concluya la arbitraria prohibición de ingresar a las cárceles al periodista de la Agencia Rodolfo Walsh, Oscar Castelnovo.
Precisamente, representantes de la Liga y de la Walsh, acompañados por todo aquel que decida concurrir, llevarán las cientos de adhesiones recogidas en un petitorio al ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Julio Alac, el próximo 29 de octubre. Cabe destacar que Marambio no respondió ni uno solo de los pedidos liguistas que exigían una explicación a este hecho de proscripción, sin antecedentes en el período constitucional.
Cómo se sabe, luego de varias notas que difundió la Walsh, varias de ellas firmadas por Castelnovo, sobre asesinatos, torturas y negociados en las prisiones, Marambio resolvió la injusta medida. En una inversión de la lógica, es decir si la misma lo incluyera, el director del SPF, en vez de evitar los crímenes perpetrados por los hombres bajo su mando, represalió a quien los denunció.
Aunque doctor en leyes, Marambio violentó varios derechos con esta decisión: el de los presos y cautivas, que en un intercambio solidario visitaba el mencionado compañero; el derecho de la Liga, entidad por la cual Castelnovo ingresaba a las cárceles desde hace 25 años; el de la Agencia Walsh a quien pretende acallar el titular del SPF, y el derecho a la información de, cuanto menos, diez mil suscritos a la Walsh.
Esta Agencia realiza talleres de Periodismo y Expresión en cárceles, barrios, escuelas, fábricas recuperadas y otros espacios populares, en forma militante. Más de cien mujeres detenidas en la Unidad 3 de Ezeiza participaron del Taller y ellas mismas lo definieron como “Un espacio de libertad”. Al mismo tiempo, destacaron el aprendizaje de valores y herramientas para reclamar derechos y produjeron textos, intensos y bellos, elogiados por toda persona que tuvo acceso a los mismos. Ello consta en los archivos de la Walsh para quién desee comprobar la veracidad de esta afirmación.

Mengele en la Argentina
Por otra parte, organismos como la Procuración Penitenciaria de la Nación, el Centro de Estudios de Política Criminal y Derechos Humanos, la Coordinadora de Trabajo Carcelario de Rosario y familiares de presos, entre muchos otros, continúan con denuncias e investigaciones sobre la permanente “paloterapia” que normativiza las prisiones de terror en la Argentina.
De este modo, los muros y las rejas ni reeducan ni resocializan, son depósitos de pobres a quienes se les devasta su entidad humana en el último sitio de la exclusión y la miseria: el encierro. Y, como lo viene demostrando la realidad de nuestro país, que no pudo ser totalmente silenciada, también sirve para negociados donde los penitenciarios desvalijan dinero, alimentos, medicación y hasta elementos de higiene de los detenidos. Así, con golpes, fracturas expuestas sin atención, manguerazos, chorros de agua fría, el “pata-pata”, introducción de palos en los anos, el “puente chino” y la picana eléctrica, entre una profusa variedad, viven y mueren los pobres en la Argentina.
¿Por qué es posible esta aberrante situación sufrida por los seres humanos privados de libertad? Entre otras causas porque el gobierno nacional, que firmó en 2004 el Protocolo Facultativo contra la Tortura y otros tratos Inhumanos y Degradantes, nada hizo en dirección a materializar la iniciativa. Este Protocolo exige la creación de un Mecanismo Nacional que audite las prisiones a través de organizaciones humanitarias y populares, quienes podrían ingresar a los sitios de encierro en forma sorpresiva. Pero, por el contrario, tal como lo denuncia el petitorio, el silenciamiento y la impunidad de los crímenes fueron la garantía de su continuidad.
Si al decir de Albert Camus, una sociedad debe evaluarse por el estado de sus prisiones, son gravísimos los problemas que tiene el gobierno nacional para explicar el calvario en las cárceles de mala muerte de la Argentina, donde los hijos del pueblo resisten el ensañamiento que “prueba” la resistencia humana a imagen y semejanza del médico y jerarca nazi, Josef Mengele.
Julián Martínez
Agencia Rodolfo Walsh