Una muerte cada 37 horas, mile…

 
Si al decir de Albert Camus una sociedad debe juzgarse por el estado de sus prisiones, el kirchnerismo se halla en serios problemas porque en las cárceles argentinas son aislados para su neutralización, devastación o exterminio los sectores considerados ‘sobrantes’, excluidos de un capitalismo que los despoja de su humanidad tras los muros. Y también aquellos que lo combaten, claro está. Así, la clase dominante de la sociedad que parió a los habitantes del encierro, implementó para ellos políticas de miseria y marginación, en la inmensa mayoría de los casos, y, luego, los segregó tras las rejas. No para “reinsertarlos” a una comunidad a la que casi nunca pertenecieron, sino para castigarlos a penas no previstas en el Código Penal: el aniquilamiento de su entidad humana o el exterminio.
La prisión murada, tal como la conocemos, nació con el capitalismo y el territorio de su fracaso para los fines que alega su existencia abarca geografías considerables: todo el planeta. Y la Argentina “K” no fue la excepción a la regla. Por el contrario, la represión en sitios de encierro marca uno de los puntos más execrables del gobierno campeón invencible en la oralidad de la defensa de los derechos humanos. Por caso, existen pocos países en el mundo con las prisiones militarizadas, uno de ellos es la Argentina “progresista, nacional y popular”. Tan Nac & Pop, que con entera justicia en las marchas se entona por las calles: “Mirá Cristina/ qué popular/ son el gobierno con más presos por luchar”. En este tema específico superó a todos sus antecesores constitucionales desde el 83’. Y también en todos los otros. Así, ostenta el triste récord de haber quebrado una tradición como es la del asilo político, enviando a seis dirigentes campesinos paraguayos y a tres militantes chilenos a las justicias de Stroessner y la de Pinochet, respectivamente, que continúan vivas aunque estos dictadores estén muertos.
De tal manera, veremos en esta reseña que en la década se incrementó en todo el país el número de privados de libertad y se confinó en el encierro más seres humanos que en cualquier otro gobierno constitucional, la ferocidad represiva reeditó, con ahínco, prácticas de la dictadura cívico-militar: homicidios, picana, submarinos diversos, flagelaciones metódicas, camas de sujeción y “suicidios” junto a otras “técnicas”. El asesinato de mujeres en prisión se ensañó con las chicas indóciles de los barrios vulnerables, las requisas vejatorias (vaginales y anales) prohibidas por ley, no tuvieron interrupción salvo excepción y la destrucción de vínculos se acrecentó con gravedad. En tal sentido, vale el dato que más del 70 por ciento de las cautivas son madres. El verdugueo a los familiares y otros visitantes extendió la condena a todos las relaciones de los seres en prisión, a tal punto que un grupo cada vez mayor decidió no tener visitas para evitarles el hostigamiento ineludible.
 
Estatal y clandestino
Existe en el país un plan sistemático de represión estatal y clandestina destinado a arrasar a los seres privados de libertad. Este concepto lo formuló la fiscal federal de Neuquén, Cristina Beute, en ocasión de presentarse el libro “Cárceles de Mala Muerte”, en esa ciudad en setiembre de 2011. Sus palabras formulan con exactitud el despliegue de la represión de los estados en los sitios de encierro durante la década, “ganada o perdida” según se pertenezca a la centralidad o a los márgenes del ordenamiento desigual.
Antes de ir a datos y cifras concretas, cabe plantear algunos interrogantes: ¿Quién debe morir en una cárcel? Nadie. Porque para marchar preso o cautiva se debe tener, cuanto menos, 18 años y estar saludable. Ya que si alguien está enfermo debe ser conducido a un hospital o si tiene una enfermedad terminal a un centro adecuado. Tampoco podría partirlo un rayo, porque se sabe, las prisiones deben contar con pararrayos. Entonces, ¿cómo se explica que la tasa de mortalidad sea mayor en los sitios de encierro que en la “sociedad libre”, si tomamos la franja etárea de 18 a 60 años? ¿Cómo se explica que si abordamos la variable “muertes violentas” la cifra aumente aún más? La respuesta, nítida, se recorta en las palabras de la fiscal Beute.
También es cierto, que el estado nacional no estuvo sólo en el despliegue de esta política, sino que –con verdadero entusiasmo- los gobernadores de provincia, del palo u opositores, han sido impulsores de la misma garroterapia. Por caso, la gestión de los Sapag en Neuquén fue un continuo festival de muerte, impunidad y hostigamiento. Así, en la Unidad 11 los presos son llevados desnudos al patio en la madrugada, con temperatura bajo 0 o cercana, y manguereados con agua fría se les obliga a cantar el Himno Nacional. Sin olvidarnos de las masacres sostenidas en Buenos Aires, Santa Fe o Mendoza ni de los muertos y las camas de sujeción de Córdoba.
En igual sentido no debemos dejar en el tintero el desempeño nefasto de “la Familia Judicial”, responsable directa de la integridad y la vida de seres humanos que el estado resuelve encerrar. Los magistrados resplandecieron por su deserción a la hora de proteger los derechos conculcados y, así, estos hombres y mujeres formalmente encargados de administrar justicia, son culpables de miles de muertes y abandonos de persona, con credenciales de impunidad e ingresos acordes al linaje. Por otra parte, ya se lo había dicho el Moreno a Fierro en la inmortal payada: “Es la ley como la lluvia/ nunca puede ser pareja/ el que la aguanta se queja/ pero el asunto es sencillo/ La ley es como el cuchillo/ no ofende a quien lo maneja”.
 
Pruebas al canto
En 2002 había alrededor de 46 mil privados de libertad en la Argentina. Hoy suman, aproximadamente, 65 mil. Durante los 10 años “K” las cárceles federales mantuvieron un “promedio histórico” de 50/60 muertes. No fue fácil que estos decesos, en su mayoría asesinatos, fallecimientos por abandono de persona o suicidios inducidos, vieran la luz. Durante años se regateó o tergiversó la información. En una diversidad de vaivenes entre el ocultamiento y los datos recortados, el Ministerio de Justicia decidió –durante un tiempo- publicarlas, claro que casi todas bajo la fórmula “paro cardiorrespiratorio”. Pero por orden de Aníbal Fernández, más tarde desaparecieron de la esfera pública las muertes en las prisiones del Servicio Penitenciario Federal. Recién se reestablecieron, retrospectivamente hasta el año 2000, después de una presentación de la Procuración Penitenciaria de la Nación, en 2007/2008.
Por su parte, el Servicio Penitenciario Bonaerense de Scioli y Casal tuvo un promedio de 120/130 muertos por año. De este modo, sumando el SPF y al SPB tenemos 170/190 muertes cada 365 días. Si agregamos un estimado mínimo de 50/60 muertes por año en el resto del país, con los “grises bravos” de provincias como Mendoza, Santa Fe, Neuquén o Córdoba, entre otras, tendremos entre 2200 y 2500 casos en la década. Si ubicamos en 2350 los casos (promedio entre ambas cifras) obtendremos el espeluznante resultado una muerte cada 37 horas. Semejante cantidad de seres humanos que sucumbieron cuando la condena sólo restringía su posibilidad ambulatoria, revela la saña de la política estatal.
¿Cómo llegamos a este “mínimo estimado”? El siguiente fue uno de los caminos. Si el SPF mantiene en sus penales a 10 mil seres humanos aproximadamente, la cifra trepa a más del doble de prisioneros y cautivas en el resto del país (entre 23 mil y 25 mil), exceptuando a la provincia de Buenos Aires. Cómo ya se dijo, el “promedio histórico” de los grises federales es de 50/60 muertes anuales. Este mismo total de casos es el que “estimamos” –cuanto menos-, para más del doble de esa población carcelaria, aislada en prisiones dispersadas por todo el territorio nacional, que carecen de contralor alguno, lejanas de toda observación, en las que raramente y aún costo altísimo, pueden trascender las denuncias.
 
Ciudad Interna
Asimismo, cuando decimos un “estimado mínimo” y fijamos en 50/60 muertos anuales en el resto del país, es decir sin contar las cárceles federales y las de la provincia de Buenos Aires, no tenemos dudas de estar en lo cierto. A modo de apuntalar esta aseveración, más abajo brindamos los datos reunidos por compañeros presos y militantes solidarios extramuros agrupados en Ciudad Interna, quienes elaboraron el siguiente listado donde se reúnen las muertes en las cárceles y algunas comisarías de Santa Fe, que tan solo en el año 2010 sumaron 24 jóvenes. No olvidemos que por entonces gobernaba el “socialista” Hermes Binner. En las prisiones lo nombraban “Herr Binner” y al meticuloso informe que continúa lo llamaron “Al mejor estilo nazi”
Caídos 2010
1-González Matías Ezequiel: [Unidad. 11] – (15-05) – Heridas corto punzantes
2-Lator Cristian Eduardo: [Unidad. 11] – (28-05) – Enfermedad
3-Muñoz Héctor Osvaldo: [Unidad. 10] – (20-03) -Enfermedad
4-Nievas Sergio Francisco: [Unidad. 1] – (05-03) – Cae de un techo del Iapip
5-Puchol Humberto Damian: [Unidad .1] – (19-01) – Heridas corto punzantes
6-Repetti Héctor José: [Unidad .1] – (16-03) – Heridas corto punzantes
7-Trejo Pablo Marcelo: [Unidad .1]- (24-02) – Heridas corto punzantes
8 -Flores José Alberto: [Unidad .1] – (18-01) -Enfermedad
9-Peretti José Héctor: [Unidad .1]- (17- 03) – Picaduras de abejas
10-Guzmán Osvaldo: [Unidad .11] -(27.06) -Enfermedad
11-Céspedes Ceferino: [Unidad.-11] – 10-09 -Enfermedad
12- Herrera Cristian: [Unidad.-11] – (22-10) – Heridas corto punzantes
13- Correa Alberto [Unidad. 2 ] (31/12/2010) – Quemado
14- Ramos Daniel (Unidad. 1) (Nov. 2010) – Vih
15- Núñez Luis Casimiro [Unidad 10] Enfermedad 25/11
16- Fosatti Juan Pablo (26/03) [Unidad. 2 ]
17- Romero Alberto (17/10) [Unidad. 3] Enfermedad
Dependencias Policiales
18-Godoy Jesús Ramón: [Comisaría Tercera Rosario] (25-01) -Ahorcamiento
19-González Juan Manuel: [Alcaldía Rosario] (17-04) – Heridas corto punzantes
20 -Alan Carestía: [Comisaría Segunda Rosario] (29-04) – Ahorcamiento
21 -Gómez Luciano: [Comisaría Fighera] – Ahorcamiento
22- Villa Cristian: [Alcaldía Rosario] -Enfermedad
23- Suárez Rubén Darío [Unidad Regional XVI] (09-07) – Ahorcamiento
24- Herrera Eduardo: [Comisaría Trece Rosario] (7/12/) – Enfermedad
“Desde Ciudad Interna al ver estas escalofriantes nominas, con infinito dolor por los compañeros caídos y concientes de que en cualquier momento puede estar el nombre de alguno de nosotros en ellas, llamamos a la reflexión para que este exterminio masivo y sistemático de personas que esta llevado adelante el estado santafecino se termine”, así concluye el Informe de los compañeros.
Cabe, destacar que ese año, las autoridades de Santa Fe solo reportaron 14 casos de muerte. El mismo encubrimiento es política en todo el país. De allí nuestro “estimado mínimo”.
Como dato importante, el Informe anual 2011 de la Procuración Penitenciaria de la Nación indica que en ese año las muertes violentas en cárceles federales treparon al 59 por ciento de las totales. Al tiempo que “el crecimiento exponencial de fallecimientos traumáticos obedece principalmente al resurgimiento de muertes por herida de arma blanca, íntimamente vinculado con la imposición de gobiernos del espacio carcelario a través de la violencia directa, tercerizada o habilitada por la agencia penitenciaria y la profundización de muertes en contexto de incendio”.
A la vez, la Procuración alerta sobre la manipulación de las muertes violentas, dado que “los registros son tergiversados por la administración penitenciaria que niega el carácter violento a los suicidios y accidentes”. De esta manera, para el SPF no son muertes violentas los ahorcamientos ni las que ocurren a consecuencia de los incendios, que las grises autoridades contemplan extasiadas hasta que se extinga el fuego. Y las vidas con él.
 
Valores y dublé
Cómo se sabe, la dictadura inició en la Argentina la etapa neoliberal que consolidó, con creces, el menemismo de los 90’. Una de sus consecuencias más trágicas fue la derrota cultural y específicamente la sufrida en la dimensión axiológica. Por su parte, el kirchnerismo incrementó ese quebranto de valores donde se naturaliza la conducta oprobiosa y, por caso, concibe a la acción política como una inversión que, desarrollada sobre la opresión y la manipulación social, devendrá en más poder, cuentas suizas y lujos de funcionario. La corruptela de quienes gerencian y mediatizan los intereses de distintas fracciones de las clases hegemónicas, es estructural al sistema, solo que en la actualidad se perpetra casi sin disimulos.
Y, por otra parte, la negativa oficial de estos desvalijamientos, ha improvisado un singular casting para los funcionarios, de los cuales surgirán figuras promisorias para el teatro nacional, junto con sus patrimonios en evolución vertiginosa. Caso distinto, por ejemplo, al de Brasil donde Lula Da Silva y Dilma Rousseff decidieron la renuncia de cerca de 20 ministros por corrupción y ningún denunciante de estas malversaciones, desfalcos o simple introducción de “las manos en la lata” fue acusado de estar pago por la “derecha”. De ningún modo hacemos una defensa de la dirigencia brasileña en el gobierno, solo marcamos un matiz. En fin, la moral rastrera del Viejo Vizcacha se impone sobre la de Martín Fierro entre los hombres y mujeres del gobierno “popular” en esta zarandeada tierra gaucha.
Y tal como sucedió “afuera”, esa perdida de valores también galopó “adentro”. De este modo, los penitenciarios reclutaron presos –en la jerga “coches bombas”- mano de obra tercerizada para intimidar, someter, matar o de alguna manera “explotar” contra sus compañeros de desgracia. Los motivos serán el terror, la retribución en drogas, beneficios quizá reales o meras promesas que luego pulveriza el tiempo, los traslados o la muerte.
Así, en algunos casos, se borran las fronteras éticas de otrora, cuando los “cobanis” estaban de un lado y los “delincuentes” del otro. De tal manera, los viejos “rochos” de antes, respetuosos de determinados códigos, empezaron a ser vistos como “los dinosaurios”, tal como lo exhibe el film “El túnel de los huesos” (dirección Nacho Garassino, 2011). Basada en una investigación del periodista Ricardo Ragendorfer, la película narra la osada huída, en 1991, de los reclusos que cavaron un túnel desde el hospital de la Cárcel de Devoto y, cuando faltaba poco para la libertad, se toparon con un macabro hallazgo: los huesos de decenas de presos asesinados por la dictadura. Uno de ellos hace la promesa de contar lo que encontró en las entrañas de la cárcel si consigue escapar. Y así lo cumplió. Se trata del reconocido Oscar “Cacho La Garza” Sosa, quien lo explica entre lágrimas, sin ficción, sobre el final del film.
Entre otros triunfos, el kirchnerismo cuenta con el crecimiento exponencial del número de cautivos y presas que, sin comprobarse su vinculación a los hechos que les imputan, se ven obligados a firmar un “juicio abreviado” y declararse culpables. Porque de este modo, su tiempo de encierro será inferior al que se tome la burocracia judicial que, a las calendas griegas, tal vez, quizá, en una de esas, quién sabe, establecerá su inocencia. O todo lo contrario.
Así, la década vio un incremento espectacular de pibes del pobrerío que integran el concurrido grupo de presos “engarronados”.
 
Cristina Fernández: “Servicio Penitenciario ejemplar”
Otra práctica que continuó y se desarrolló en estos 10 años es el despojo, latrocinios diversos, que sufren los hombres y mujeres tras los muros. Si bien el estado destina, con dinero del pueblo, más de 18 mil pesos por mes por cada presa/o en cárceles federales, la salud, alimentación, los medicamentos y elementos de higiene, serán rotundamente deficitarios en cada hora de necesidad y ausencia. Es habitual, por caso, que cuando llega una media res a un penal, los mejores cortes son “desviados” por los penitenciarios y así, al preso le llega en un guiso tumbero el eco, del eco, del eco, de lo que fue un animal cuadrúpedo en la pampa húmeda. A su vez, el trabajo esclavo o semiesclavo es la constante en las mazmorras en todo el territorio argentino.
Sin embargo, del mismo modo que durante su presidencia Eduardo Duhalde sostuvo que teníamos la mejor policía del mundo, en referencia a La Bonaerense, Cristina Fernández de Kirchner –en julio de 2012- elogió a su Servicio Penitenciario Federal al que definió como “ejemplar”. La contundencia de la realidad los desmiente cada día. El doble discurso y la negación de los crímenes, son atributos permanentes de quienes gerencian el estado.
Asimismo, es irrebatible que la cárcel rinde excelentes dividendos no explicitados en su declamada justificación. Porque el ser humano que “comete un delito” genera ingresos llamémoslos legales para una gran cantidad de funcionarios, a la vez que turbios negocios en todas las instancias del recorrido de su calvario kafkiano. Por caso, los policías que lo apresan, el abogado que lo defiende, el fiscal que lo acusa, el juez que lo condena, los magistrados de la Cámara que confirman su pena, la Corte que lo re-re-condena, el penitenciario que le suma vileza y ultraje a su situación-, los diputados y senadores que promueven leyes más duras todavía, los políticos que claman tolerancia cero en cada campaña y los constructores de la inmensa cadena de negociados que posibilita edificar una prisión y mantenerla. Y así hasta que la tierra se beba la última gota de su sangre, cuando las balas, el garrote, el sida, la locura o el suicidio real en ocasiones, fraguado casi siempre vayan en su búsqueda.
 
El asesinato de Peloso Iturri
Un caso emblemático, para exhibir la ferocidad de “los grises” del SPF contra los hombres y mujeres en el encierro es el de Argentino Peloso Iturri, quien fue asesinado en la Prisión Regional del Sur (cárcel federal) Unidad 9 de Neuquén. Los responsables son unos 15 penitenciarios, entre ellos un médico y un enfermero, quienes lo ultimaron con palos reglamentarios, trompazos y patadas. El hecho ocurrió en abril de 2008 e, inmediatamente, el director de ese Penal y Alejandro Marambio Avaría, titular del Servicio Penitenciario Federal (gestión 2007/2011), modificaron la escena del crimen y encubrieron a los autores materiales. A pesar de los esfuerzos éstos se hallan procesados por la repercusión pública del crimen a fuerza de la denuncia popular, especialmente de los militantes de Zainuco. La U9 también es conocida como “El cementerio”, ya que fue la última morada de numerosos presos que padecieron “La calesita” (traslados de penal en penal por el país entero), hasta sucumbir tras sus muros en el final del periplo. Organizaciones populares han denunciado hasta el hartazgo que nadie pudo ingresar jamás a la U9 como entidad humanitaria, ni como nada que pueda observar y revelar los usos y costumbres de este verdadero campo de concentración.
Un testigo clave del caso Peloso Iturri, que en el momento de los hechos estaba preso en ese penal, fue entrevistado por la Agencia Walsh –mientras revestía la condición de testigo protegido y ya se hallaba en libertad-. Se trata de Luis “El Gallego” Abella.
El Gallego vio cada golpe y la porfiada defensa de Peloso contra la multitud de grises armados que lo apalearon en su celda, durante todo el trayecto al Servicio Médico y siguieron la paliza en ese espacio. Así lo relató Abella: “Peloso ya había venido golpeado en una pierna de otra unidad, pero se la bancaba, se defendió y resistió lo que pudo, a piñas y hasta con los dientes, recuerdo que a uno le mordió la mano. En un momento escucho que el enfermero Carilao, que ya estaba atendiendo a Peloso, dice ‘la concha de mi madre’. Y le preguntan ‘¿Qué pasa?’. ‘Palmó’, respondió Carilao. A Peloso ya le habían pegado en las costillas con los borcegos, con los palos, en la cara. Lo rompieron todo. Hasta matarlo”.
 
“Bienvenidos al infierno”
La “bienvenida”, el “pata-pata”, el “puente chino” y “la pirámide” no fueron los ritmos top de la noche “K”. Se trata de algunas de las torturas sistematizadas de la política penitenciaria. En tal sentido, los datos y testimonios que siguen fueron extraídos del Informe Sobre Malos Tratos Físicos y Tortura: Un Estudio sobre Procedimientos de Requisa, Sanción de Aislamiento y Agresiones Físicas, producido por la Procuración Penitenciaria de la Nación, a cargo de los investigadores Alcira Daroqui y Carlos Moto, sociólogo y ex preso político.
En uno de sus párrafos, los sociólogos consideran al “maltrato físico como castigo reflejado en el cuerpo del detenido/a, el cuerpo como medio y fin de aquellos ejercicios regulares y sistemáticos de soberanía, disciplina y control, que en tanto dispositivos desplegados y articulados se constituyen en estrategias de gobernabilidad en el marco de las relaciones sociales carcelarias”. (La publicación del Informe coincidió con la divulgación pública de una conspiración para asesinar al titular de la Procuración, Francisco Mugnolo y al segundo de esa entidad, Ariel Cejas Meliare, urdida desde el Servicio Penitenciario Federal, según declararon dos detenidos en sede judicial, a quienes funcionarios del SPF le habían encargado “la tarea” y luego se arrepintieron. Si bien los privados de libertad sucumben por muerte violentas en la Argentina, las causas que castigarían a funcionarios se extinguen de muerte natural”.)
Las entrevistas a cerca de 1200 presos y cautivas, abarcó el período 2007 y
2009/2010 en diversas unidades penales federales.
“La bienvenida”
“Lo llaman el cocktail de bienvenida: “Te ponen en bolas, te pegan y se burlan de uno. Es Guantánamo”. Relató un detenido haciendo referencia al campo de concentración que el gobierno de los Estados Unidos mantiene sin tapujos en territorio cubano.
Existe la certeza que “la bienvenida sucedió, sucede y sucederá” y “que todos pasan por ella” y es por eso que esta práctica reconoce una trayectoria histórica y un claro mensaje enviado desde las más conspicuas autoridades.
Testimonios
-Cuando ingresás, mientras te pegan, te advierten: “estos no es nada comparado con lo que te va a pasar si haces quilombo adentro”, indicó uno de los encuestados.
Otro sostuvo que: La ‘bienvenida’ en Devoto fue terrible, me cagaron a palos, trompadas, estaban borrachos y me pegaron tanto que por un mes no me pude reír.
Por su parte, la descripción de un tercero es categórica: Los penitenciarios casi me matan, estuve a punto de desmayarme, me daban la cara contra la pared, me cortaron la oreja y me decían: ‘viniste al infierno’.
 
La requisa personal y de Pabellón
En el Informe se detalla que la requisa personal constituye en uno de los aspectos del trato que han designado como maltrato físico vejatorio y degradante. Registra la peculiaridad más gravosa, el desnudo total y flexiones que da cuenta de la exposición del cuerpo totalmente desguarnecido con el agravante de realizar esas flexiones a efectos de “agudizar” la inspección por parte del personal del servicio penitenciario de la zona genital-anal.
Existen cuatro instancias en la requisa personal que son: Desnudo total y flexiones, desnudo total, desnudo parcial y cacheo.
Las voces
-Todo el tiempo te tenés que poner en bolas, seguro cuando entra la requisa al pabellón, pero también cuando volvés de un comparendo de Tribunales o del hospital y de visita, siempre te hacen desnudar por ahí tenés que agacharte pero flexiones, no.
-Cuando entra la requisa te desnudás y si vienen malos, te pegan palazos en los testículos”.
-En la requisa te abren las nalgas y no les importan si estás indispuesta, hasta se manchan de sangre. Si contestas o te resistís, te llevan a los tubos”.
-Cuando entra la requisa, depende de cual te toque ese día, te hacen desnudar y hacer varias flexiones para ver si se te cae algo de la vagina, pero no lo hacen por eso, lo hacen para que te sientas mal, no respetan si sos una mujer grande, hasta lo han hecho con embarazadas.
 
Requisa de Pabellón
Según explica la investigación, la temporalidad y motivos se articulan entre sí y de allí surgen dos tipos diferenciados de requisas: las de “rutina” y las “imprevistas”. Las requisas de rutina en el pabellón suelen realizarse con regularidad y los motivos ya expresados.
Por su lado, las requisas imprevistas en el pabellón, también responden a la misma lógica, pero deben añadirse aquellos motivos de “orden y seguridad” que les imprimen un carácter más indiscriminado y violento.
Las causas que “convocan” a estos procedimientos de requisas imprevistas, detectados a partir de las respuestas de las personas encuestadas, se concentran, básicamente, en 7 motivos, ello no implica que sean excluyentes entre sí. Se vinculan a ‘peleas entre internos’, ‘conflictos con el personal penitenciario’, ‘al ingreso a pabellón después de la visita’, ‘buscar droga’, buscar objetos’, por último, lo que se presenta como particularmente interesante es que en 19 pabellones con 574 personas detenidas, las repuestas refirieron que las requisas imprevistas se realizan “sin motivos”.
 
Prácticas ritualizadas de torturas
De acuerdo a la Investigación, las siguientes prácticas son regulares en tanto se producen periódicamente en el tiempo, pero además requiere de organización, recursos y decisiones institucionales. Es decir, de un sistema que las habilite para su despliegue y también para su encubrimiento.
Pata-Pata: reside en patadas con los borceguíes con punta de hierro o palazos o gomazos en la zona de los tobillos y plantas de los pies de las personas detenidas por parte del personal penitenciario.
El puente chino: consiste en dos filas de personal penitenciario enfrentadas dejando un espacio entre medio por el cual pasan, generalmente desnudos, los detenidos corriendo, ida y vuelta varias veces, durante ese pasaje el personal penitenciario los golpea con palos, gomas, cadenas, patadas y escudos.
La pirámide: el personal penitenciario obliga a los detenidos, con sus cuerpos casi siempre desnudos, a apilarse uno encima de otro (la montaña humana) mientras les va pegando con palos, los de abajo padecen situaciones desesperantes de asfixia por lo que también pegan a sus compañeros para sacárselos de encima, si estos salen de la pirámide son golpeados fuertemente por los penitenciarios.
 
“El médico es uno de los que nos golpea”
Quizá alguien crea que este tramo del Informe pertenece al género de la literatura de terror. No es así. Es parte significativa de práctica “médica” en los penales donde los doctores en medicina, los que realizaron el juramento hipocrático de defender la vida son parte activa de las torturas y golpizas. También de la desatención absoluta de la salud. De modo concluyente así lo denunciaron los presos.
Los relatos:
• Quería hacer la denuncia por los golpes y cuando vio al médico, se dio cuenta que había sido el que le había pegado.
• El médico es uno de los que nos golpea. Él está delante mientras nos pegan y él también pega.
• Al ingresar a la unidad le pegaron entre 7 u 8 penitenciarios, incluso el médico.
• Eran como 20 cuando me sancionaron: Me pegaron tanto que me desmayaron, cuando llegué a los buzones estaba desvanecido. El médico hizo un acta de que estaba en perfectas condiciones y estuve tres días orinando, vomitando y defecando sangre.
 
Según un tramo de la investigación, de las 939 personas detenidas-encuestadas en cárceles federales, 601 sufrieron agresiones físicas, (el 64,3%). De las 601 personas que padecieron agresiones físicas, como consecuencia, 321 fueron lesionadas (el 53,4%). Si consideramos este 53,4 como el 100% de los lesionados/as, 151 (el 47%) personas padecieron lesiones severas.
El 60,1% de las personas lesionadas no recibieron ningún tipo de atención ni asistencia médica.
Finalmente, los investigadores subrayan que su investigación “ha dado cuenta que el 72, 1% de las personas detenidas en cárceles atraviesan situaciones de malos tratos y torturas por parte del personal penitenciario.
 
Traslado de Devoto
En plena época electoral, junio de 2011, la presidenta Cristina Fernández anunció el traslado definitivo de la Cárcel de Villa Devoto a un descampado de Mercedes, distante a unos 100 km de la Capital. El mencionado barrio y sus alrededores se empapelaron con afiches que rezaban: “Devoto sin cárcel, vote a Filmus”. Varios factores convergieron para esta desatinada decisión aún no concretada.
Primero, sería una forma de pulverizar al Centro Universitario (CUD), tan molesto con sus denuncias de muertes, torturas y las presentaciones de hábeas corpus. También desarticularía los vínculos de los 1700 detenidos ya que sus familias, todas del pobrerío, no podrían pagar el viajecito desde, por ejemplo, desde Lugano, Soldati, La Boca o La Matanza. A la vez, lesionaría el derecho a la defensa en juicio, dado que los abogados de oficio, quienes –generalmente- suelen ir mal, tarde y nunca a Devoto, imaginemos a Mercedes. Muchos, docentes de la UBA no podrían hacerlo sin que se les caiga otro empleo. Y los talleristas ad honorem pasarían por la misma situación. Las denuncias que ahora, propiamente, se gritan desde las ventanas, se perderían en los vientos que surcan las llanuras.
Es cierto, que algunos vecinos de Devoto incrementarían el valor de la propiedad que compraron más barata porque quedaba muy cercana a un penal. Negocio redondo para el gobierno que gana votos, para los que proyectan la construcción de coqueto shopping y para quienes aumentan su patrimonio con sangre de pobres.
Pero, es necesario analizar el hecho desde otra mirada. Según la contundente estadística quienes estudian en el CUD, solo tienen un 7 por ciento de reincidencia, mientras que quienes no lo hacen llegan al 50 por ciento. El CUD existe, a pesar del Servicio Penitenciario, dado que éste considera –con razón- más peligroso al preso que estudia que a uno armado.
Esta organización de estudiantes es única en el mundo, por su autogestión y la producción de pensamiento crítico, entre otras razones. Resulta habitual ver en los pasillos del CUD, entre imágenes de Guevara, Marx o Gramsci a investigadores de distintas latitudes, por caso estadounidenses, alemanes, franceses, etc, quienes concurren a ver “in situ” el funcionamiento. Todos manifiestan su asombro y reconocimiento y llevan ideas valiosas para replicar el “fenómeno” en sus respectivos países.
 
La autogestión que irrita al poder
Claro que desde el estado “K” no sucedió lo mismo. Nunca, en sus 25 años de existencia, el CUD había sufrido un ataque de la magnitud que descargó el kirchnerismo a través de Marambio Avaría. Para narrarlo consideramos valioso acudir a la voz de los protagonistas de la resistencia. Se trata de Rodolfo “Cacho” Rodríguez, referente de aquella lucha que entre otras medidas, sostuvo 54 días de huelga de hambre para defender las conquistas avasallas.
“Cientos de denuncias y reclamos vieron la luz canalizados desde el Centro Universitario Devoto. Nuestro centro de estudiantes, hizo ya una política histórica y una razón de ser, como colectivo, de la denuncia de las condiciones de detención y de las prácticas aberrantes del SPF contra l@s pres@s y sus familiares, explica Rodríguez. Por lo mismo, es un territorio simbólico que el Estado ha querido, desde sus comienzos, desarticular por cooptación o eliminándolo. Fue en el marco de esta tensión histórica que el CUD resultó, a partir de septiembre de 2010, objeto del ataque más profundo y virulento de los tantos que viene sufriendo de parte del SPF en sus años de existencia: allanamientos, traslados, atropellos a docentes y estudiantes, secuestro y robo de patrimonio de la UBA y ataque a la autogestión en un conflicto que aún no termina”.
Asimismo, Rodríguez indicó que “se puede pensar que la triste historia militarizada del SPF ha generado en sus componentes una discapacidad para lidiar en ámbitos y situaciones, donde la fuerza bruta no sea el derecho supremo. Sin embargo, el Director Nacional del SPF es un civil, lo cual también nos puede indicar que ciertas discapacidades no respetan límites de indumentaria. Pero además, ¿esto fue un error de cálculo y un exceso de soberbia del Director nacional? Puede ser. Pero, a ese nivel de decisiones, nadie hace sino en el marco de una política de Estado, con el respaldo de por lo menos una autoridad política superior. Este año 2010, entonces, ha sido un tramo en el recorrido de un largo camino sembrado de violencia institucional, de resistencias y denuncias plurales, dan cuenta de ello las agresiones a los compañeros universitarios y sus visitas en la U 48 de José León Suárez, el hostigamiento permanente a las compañeras del Centro Universitario Ezeiza (U 3), a los compañeros de Marcos Paz y a los de Santa Fe”.
Resulta claro que la construcción que hicieron los propios presos junto a docentes y grupos solidarios, en el marco del Programa UBA XXII-Educación en Cárceles fue combatida desde el Estado, en lugar de multiplicar su ejemplo.
 
Centro Universitario Ezeiza
Y tal como sucedería con el CUD en 2010, en mayo de 2008 fue allanado ilegalmente el espacio de la UBA en la Cárcel de Mujeres. Más de doce miembros de la patota de requisa invadieron el Centro Universitario Ezeiza y obligaron al desnudo total y parcial con flexiones a dos de las principales impulsoras de la solidaridad y la organización frente a la política que perpetra el Servicio Penitenciario Federal. A la vez, revisaron computadoras y destruyeron escritos de las estudiantes en un hecho sin precedentes en ese ámbito.
Cómo se sabe, la UBA mantiene una autonomía que impide ingresar a la policía entre otras restricciones. Dentro de los penales las requisas deberían realizarse con una orden judicial que nunca existió. Y volvieron a reiterarlo, en el verano de 2013, cuando gendarmería allanó todo el penal e invadieron el espacio de UBA en Ezeiza Mujeres.
De algún modo, son ciertas las palabras de Cristina Fernández cuando habla de la igualdad para “todos y todas”.
 
Ensañamiento contra las Mujeres en prisión
A principios de 2009, el Servicio Penitenciario Federal con Marambio Avaría a la cabeza inicia la matanza, directa o tercerizada, de chicas cautivas en la ex Unidad 3, actual Complejo Penitenciario Federal Nº IV, más conocida como Cárcel de Mujeres de Ezeiza. Así, fueron asesinadas Silvia Barby Nicodemo y Romina La Colo Leotta (2009); Noelia Randone y Vanesa García Ordoñez (2010); Ale La Tucu Del Valle (2011); Yanina Hernández Painnenfil, María Laura Acosta, Cecilia Bebu Hidalgo y Florencia La China Cuellar, en 2012.
Todas mujeres jóvenes, indóciles a la militarización y el verdugueo. Las versiones más antojadizas corrieron para encubrir las verdaderas responsabilidades. De acuerdo a las explicaciones difundidas, el SPF es –indubitablemente- la entidad más eficaz del país en la ayuda al suicida. En su ámbito ha logrado inmolaciones asombrosas, incluso algunas daban cuenta de ahorcamientos desde una altura menor a la de la víctima o de suicidados que se molieron a palos a sí mismos antes de morir. Con relación a las nueve chicas ultimadas, también los grises argumentaron alteraciones mentales y hasta peleas “entre ellas”. Lo cierto es que si alguna muchacha tenía problemas psicológicos, entonces aún más debió ser resguardada y contenida. Si una de las ellas sucumbió bajo la agresión de otra presa reclutada por el Servicio, entonces se agrava la responsabilidad de “los grises”. Si existió una pelea, supongamos, no inducida por los penitenciarios, nunca debió suceder porque para evitarlas se suponen que están. No existe variable que exima de culpa, por la vida de nuestras compañeras, a quienes regentean las cárceles de mala muerte de la Argentina bajo el gobierno que más hijos e hijas del pueblo asesinó de uno y otro lado de las rejas, luego de la dictadura cívico militar.
Vale resaltar que Marambio Avaría -quien estuvo al frente del SPF hasta abril de 2011, luego fue reemplazado por Víctor Hortel, implantó la política del “encierro dentro del encierro”, que mantenía a los presos “engomados” (en la celda) 23 horas al día. Sólo tenían una hora para salir al patio, llamar por teléfono y bañarse.
 
Repertorio de terror
El siguiente ítem, resulta singularmente válido para describir el aniquilamiento de mujeres en prisión. No sólo por lo que revela, sino además por la procedencia de quienes denuncian: Investigadoras del Ministerio Público de la Defensa de la Nación, del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) y de la Procuración Penitenciaria de la Nación. 27 mujeres de estas tres entidades escribieron el volumen “Mujeres en Prisión” (290 páginas, Siglo XXI, 2011). Precisamente de ese texto son los análisis y denuncias que prosiguen.
En el Capítulo Repertorio de prácticas violentas del Servicio Penitenciario Federal el estudio afirma que:
“A modo de ejemplo, se transcriben algunos relatos de las entrevistadas que describen estas prácticas violentas:
-[Fui] golpeada cuando bajaba las escaleras del pabellón. El penitenciario de la requisa daba órdenes y como la chica no habla castellano, no entendía lo que estaba pasando, la golpearon y tuvieron que enyesarla (CPFI, Módulo V).
-Vi cómo en la clínica llevaban a una chica a los “buzones” [celdas de aislamiento], y como ella no quería ir, todas las celadoras la patearon; eran cinco celadoras, y la empujaban (Unidad Nº 3).
 
-En la pelea del patio, se llevaron a diez personas y a ella, a los golpes, a los “tubos” [celdas de aislamiento], con torniquete de pelo y en el aire. La empujaron a patadas adentro de la celda (Unidad Nº 3).
 
-Había una señora que reclamaba su visita (no dejaban entrar a su visita porque no tenía documentos). El SPF sacó a la señora de su pabellón, le pegaban patadas con las botas, la arrastraron de los pelos, tenía la ropa rota y le sangraba la cara. Se la llevaron a los “tubos” (Unidad Nº 31).
 
El SPF le puso una bolsa en la cabeza a una interna y se la llevaron a los “tubos”. Estaba superahogada. Eran muchos varones y le pegaban; son los “tortugas” que te pegan cuando vas al “tubo” (Unidad Nº 3).
A la vez, se destaca que “en las cárceles existe un amplio espectro de prácticas, algunas institucionalizadas, que violentan la sexualidad de las mujeres. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso del Penal Miguel Castro Castro, consideró que las revisiones vaginales representan un ejercicio de violencia sexual contra las mujeres en tanto no estaban debidamente reglamentadas, no se realizaban como último recurso, ni por personal médico.
 
Testimonios
-Hubo casos de violación en los “tubos” de dos menores [por parte del SPF]. Y ni siquiera tienen atención médica (Unidad Nº 3).
En otros casos se revela la complicidad del SPF en el ejercicio de la violencia sexual en sus diferentes funciones (seguridad y asistencia médica):
-Una interna golpeó a otra, la obligó a que le practique sexo oral y la manoseaba. Esta situación duró un año. Eran compañeras de celda. Las celadoras escuchaban y se reían. Se escuchaba de jefatura. Las enfermeras veían los golpes, el médico ponía “sin lesiones” (Unidad Nº 3).
 
“Universalidad de los maltratos”
En general, las detenidas relatan que la violencia ejercida por el SPF no consiste en una intervención única y puntual, sino que se trata de un proceso de continuos actos de violencia que se desarrollan en un lapso de tiempo determinado. En muchas ocasiones, consiste en la sucesión de actos y vejaciones corporales.
Una característica a subrayar es la dimensión aleccionadora (intimidante y amenazante) de la violencia escenificada a la vista de otros. Según los datos expuestos al comienzo del capítulo, el 69% de las entrevistadas dijo haber presenciado hechos de violencia (donde el autor podía ser o no el SPF), el 34% dijo haber presenciado o sufrido hechos de violencia cometidos de modo directo por el SPF, y el 13% mencionó haber sido víctima del SPF.
La universalidad no implica que todas las detenidas sean víctimas de la violencia, sino que la escenificación en su ejercicio conlleva la clara posibilidad de padecerla alguna vez. Por ello, “el impacto de la violencia hacia los otros tiene una resonancia que penetra y produce efectos de temor y de angustia en el conjunto de la población penal”.
Con respecto a las requisas personales, cabe resaltar que se llevan cabo exponiendo al cuerpo en distintos niveles, lo cual conlleva el ejercicio de violencia sexual. Se establecen grados de exposición corporal que van desde las exposiciones menores –cacheo sobre el cuerpo vestido- y los desnudos parciales, hasta la modalidad más degradante y vejatoria, el desnudo total con flexiones e inspección vaginal. En el caso de las entrevistadas, el 24% reconoció como “muy” o “bastante frecuente” la intrusión degradante sobre la intimidad del propio cuerpo por medio de inspecciones vaginales. A ello sigue, en escala de mayor a menor exposición corporal, la realización de flexiones (29,1%), desnudos totales (44%), desnudos parciales (60%) y cacheos (46%), que las entrevistadas manifestaron soportar con un alto nivel de frecuencia.
Por su parte, las encuestadas relataron que este tipo de inspección y control sobre sus cuerpos puede realizarse en cualquier momento del día: luego de haber estado fuera de la unidad –al regresar de comparendos, visitas de penal a penal, salidas transitorias–, después de haber estado en contacto con personas externas al penal –visitas o sus abogados–, al regresar de las actividades habituales –como trabajo o las educativas–, luego de un conflicto entre detenidas o en ocasión de las requisas de pabellón”.
“Condiciones infrazoológicas”
En un segmento de la investigación de la Procuración referido a la Unidad 7 del Chaco (federal) se afirma que el aislamiento es un recurso claramente utilizado por el personal penitenciario en cuanto al régimen disciplinario, es decir, como sanción (sea formal o informal), pero siempre con un sentido sancionatorio.
Por ello, la medida se cumple siempre con en el pabellón de seguridad, o sea es sinónimo de “buzones de castigo”.
Así, “las personas castigadas en los buzones transitan por condiciones de vida degradantes, calor extremo, sin agua, sin baño, conviven con su materia fecal, con su orina durante horas.
Voces

En los buzones salís a la mañana, desnudo requisa de cuerpo, salís a cambiar la botella de orina y tirás la caca que hiciste con suerte en un papel. NO hay baño en los buzones.
Te sacan una vez por día por necesidades y ducha. Si tenés ganas de ir de cuerpo tenés que aguantar y sino hacés en un rincón, a veces no podés estar del olor, te dan ganas de vomitar, para orinar hay una botella.

Pero en la Cárcel del Chaco parece que registra una “modalidad innovadora de torturas”. Ésta es aplica regularmente en esta cárcel cuando los presos van sancionados a los buzones. Se la denomina “hacer el chanchito” y consiste en que “se los obliga a desnudarse, se los “amarroca” (esposa), de pies y manos y los cuelgan con una cadena en el cuello, las manos y los pies esposados a una reja. Luego lo dejan dentro de la celda de aislamiento, esposado y desnudo durante algunas horas.
Recientemente, un fiscal y un miembro de la Procuración se refirieron a la represión en esta Unidad 7. Así, el titular de la Procuvin, Abel Córdoba, destacó que:“Preocupa saber que si en el sistema carcelario se matara o torturara al doble o triple de víctimas que actualmente, el sistema judicial probablemente siguiera imperturbable, más ocupado en el manejo de fondos que en la muerte de las personas que encierran en cárceles donde el mismo sistema judicial permite condiciones de alojamiento infrazoológicas”
 
La condena sin fin
Otro interrogante que nos ocupa es si a su regreso a las calles, el preso ¿recupera su libertad? No necesariamente. Casi la totalidad, sufrirá las consabidas discriminaciones laboral, social y, en ocasiones, hasta la familiar por su condición de “oveja negra”. Pero, ¿habrá escapado, por caso, de los agentes estatales que le dieron “máquina” en las comisarías para que “confiese”? No es tan sencillo. Resulta altamente posible que el oficial de calle vaya a verlo, -con el dato brindado por el servicio penitenciario sobre su actual situación de hallarse en “libertad condicional” y, sencillamente le notificará que le adeuda dinero al comisario. Pero, magnánimo, le otorgará facilidades de pago. Él y sus camaradas le “liberarán” la zona a bordo del patrullero para que “trabaje” y reúna los billetes. Si se niega a robar o vender droga para “la fuerza”, entonces le armarán una ficción de causa e ingresará a la categoría de “preso garrón”, después de ser molido a palos y sufrir la violación de su mujer y/o hija. Si, en cambio, resuelve “trabajar” en las zonas libres y custodiadas, al cabo de un tiempo conocerá la identidad y “los yeites” de uno o varios policías y se convertirá en un problema. Entonces, o improvisa un “vuelo” vertiginoso de esas calles, lejos de los suyos y al desamparo, o caerá bajo las balas de un gatillo fácil aunque los titulares sostengan que: “Murió un hampón en feroz enfrentamiento”.
Esta práctica se extendió a lo largo y a lo ancho del país y explaya la condena por tiempo indeterminado. Organizaciones populares de la provincia de Buenos Aires y Córdoba fueron quienes más denunciaron esta modalidad descargada vorazmente sobre las familias indefensas.
En contados casos, el ex preso que se anima y denuncia, tal vez encuentre a un fiscal que –excepcionalmente-, dispare un “tiro pal’ lado de la justicia”. Entonces se marcan los billetes “adeudados” y entregados al comisario. Lo que constituye luego una evidencia irrefutable. Sin embargo, nunca habrá castigos, solo un pase a disponibilidad o un traslado para que “el 5” (así se le llama al titular de una comisaría) perfeccione en otra jurisdicción sus “yeites” alevosos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                     
“Es muy triste vivir con ese dolor y no hacer nada”
A su vez, en parte de la sociedad se ha naturalizado, machacosamente, que los habitantes del encierro son merecedores de las condiciones inhumanas de existencia que padecen, porque –se sabe- “están presos y no en el Sheraton Hotel”.Y además, ¿qué derechos humanos pretenden?, si son “la escoria”.
Contradiciendo este “tópico típico”, elegimos como cierre de este sucinto Informe sobre las prisiones argentinas en tiempos “K”, los argumentos que expresó el Gallego Abella, cuando se le preguntó por qué había denunciado públicamente el crimen de Peloso Iturri descripto más arriba, siendo que ponía su vida y la de los suyos en grave e inmediato peligro:
-“Antes de decirle por qué puse la denuncia, quiero explicarle una cosa: cuando usted está preso, usted no puede poner una denuncia, porque nadie le cree a un preso. Y segundo, si usted se queda en la misma Unidad después de denunciar, mañana aparece muerto. ¿Y por qué la hice? Me fui a la celda, llamé a mi señora, le conté y ella me apoyó: ‘poné la denuncia’, me dijo. ¿Por qué la hice? Porque es muy triste ver morir a un preso así. Si usted estuviera adentro… A mí me faltaban seis meses para la libertad y me tuvieron que sacar fuera del Servicio Federal para que no me maten. Yo preferí correr los riesgos, porque es muy triste vivir con ese dolor adentro y no hacer nada”.