La audiencia que cierra la primera semana de juicio por la Masacre de Pergamino comienza con peticiones. Gonzalo Alba, abogado defensor que en el inicio del juicio expresó “voy a demostrar la absoluta inocencia de todos mis defendidos”, pide la palabra: “No queremos transformar esto en otra cosa que un juicio. Las preguntas deben ser sobre los hechos”. Carlos Torrens, abogado del ex comisario Alberto Donza, acompaña el pedido. Guillermo Burrone, el presidente del tribunal, accede.
En lo que resta del juicio, no se volverán a mencionar quiénes eran los siete pibes víctimas de la masacre. Las biografías personales no son parte de “los hechos que se investigan”, aunque representan para las familias, como sostiene Carla Ocampo Pilla de la Comisión Provincial por la Memoria, una forma de reparación simbólica. No más que eso.
En la audiencia del día anterior, Ariadna, prima de Fernando Latorre, de 14 años, no pudo entrar a la sala. “El juicio es para mayores de 15 años, no puede ingresar”, le había dicho uno de los oficiales federales que revisan la fila de quienes entran a la sala. Hasta ayer no revisaban a la prensa. Hoy hubo detector de metales para todos.
En la fila hay otra niña que quiere presenciar el debate. Es Abigail, la hija de “Paco” Pizarro que tiene 11 años. Entre las testigos del día está su mamá, Anabel, que también es mamá de otros dos hijos de Paco: “Basti” y “Pili”. La CPM peticiona y el juez accede. Ingresa “Abi” y empieza el debate.
El “problema” en otra celda
Anabel Delmas se estaba bañando el 2 de marzo de 2017. A las 18:20 salió de la ducha y vio un montón de mensajes de Paco: “Venite para la comisaría”. Esa tarde, Paco también había mandado mensajes a su papá, a su tío y a su hermana. Anabel recuerda con precisión los horarios.
Entre las 18:43 y las 18:48 contestó el mensaje: “Estoy llegando”. Del otro lado, un nuevo mensaje: “Dale que nos matan” respondieron del otro lado. Anabel llegó a la comisaría 18:55 y avisó “estoy afuera”. Nadie contestó. Recién llegaban los bomberos. Ya había humo y estaba cerrado el segundo portón de acceso a la comisaría. Abigail la escucha con el pañuelo negro de “Justicia x los 7” en el cuello. Como casi todos en la sala, llora.
Unos minutos antes que Anabel habían llegado en moto Laura González y Julio Daniel Cantoni, tíos de Paco, que también testimonian. Ellos también habían recibido mensajes. Cuando llegaron, cerca de las 18:30, los portones de acceso a la comisaría, visibles desde la entrada del garage, estaban abiertos. Laura entró y se encontró con Carolina Guevara, una de las ex policías hoy imputadas: “Entro, encuentro a Guevara y le pregunto por Paco. Ella me preguntaba por qué yo le preguntaba qué estaba pasando, que cómo me había enterado que pasaba algo”
Declaración de Anabel Delmas, pareja de Paco Pizarro.
Declara Laura y la imputada Guevara le pasa papelitos a su abogado. Laura continúa: “No le quise decir que me había enterado por mensaje. No quería exponer a Paco. Le dije que me había enterado por un vecino que me comentó al pasar”.
Guevara le aseguró que el problema había sido en otra celda y que Paco estaba bien. Daniel Cantoni terminó de estacionar la moto y entró a buscar a Laura. Ya había humo negro y como Laura es alérgica, la sacó para afuera para que no se le cerrara el pecho. Se supone que a las celdas no pueden ingresar ni encendedores, ni celulares, ni alcohol, ni droga, pero este juicio, a muy poco de su inicio, también está dejando al descubierto la corrupción y la impunidad de la Policía.
Delante del primer portón de la comisaría colocaron un cordón de policías locales y el segundo portón fue cerrado. Ya nadie podía entrar. Llegaban más familiares. De la celda 1 habían salido muchos mensajes pidiendo auxilio.
Pili es una de las tres hijas de Paco y Anabel, y tiene una enfermedad genética: atrofia muscular espinal (AME). La noche de la masacre estaba internada y el horario de visita era hasta las 20. En la puerta de la comisaría, Anabel quería confirmar que todo estaba bien para irse a ver a la niña. Eran las 19:20 cuando apareció Hamue, un ex policía ya nombrado por otros testigos.
Como a familiares de otras víctimas, Eduardo Hamue le dijo también a Anabel que “todos estaban bien”. Descreyendo de las palabras del oficial, Anabel intentó en la Departamental, ubicada al lado de la comisaría. Habló con una oficial de nombre Vanesa: “Andá tranquila, están todos con oxígeno”. A ella le creyó. Se fue a la visita de Pili. Las enfermeras prendieron la tele a las 19:50 y en los medios ya estaba la noticia: había siete muertos en la comisaría primera.
De regreso a la comisaría, Anabel supo que Franco estaba entre la lista de los fallecidos. A Laura, la tía de Paco, ya la había llamado su hermano. La tele, antes de que nadie diga nada en la comisaría, ya había dado el listado de víctimas: Franco Pizarro era uno de los siete.
Daniel Cantoni también escuchó de boca de Hamue que todo estaba bien. Esa noche, Cantoni vio cómo este oficial pedía las esposas a los policías que hacían el cordón. En ese momento pensaron que los pibes estaban bien y que pedían las esposas para sacarlos. Más tarde se supo que las esposas eran para los sobrevivientes.
Testimonio de Daniel Cantoni, tío de Paco Pizarro.
Cantoni dice recordar como si hubiese sido ayer el diálogo que esa noche tuvo con Matías Giulietti, vecino y uno de los ex policías hoy imputados:
-Está todo bien -cuenta que le dijo Giulietti.
-No me mientas – asegura Cantoni que le respondió. Admite que estaba “sacado”- Mejor que no pase nada porque si no te voy a tener que matar.
-No te estoy mintiendo, me vas a tener que pedir perdón -le porfió el policía, que ahora masca chicle mientras escucha la declaración de Cantoni.
-No vaya a ser cosa que me tengas que pedir perdón vos a mí.
A esa hora, los pibes ya estaban muertos.
El tribunal proyecta un video que aportó Laura, la tía de Paco. Es un video filmado por uno de los sobrevivientes que le llegó a Laura a través de la pareja de quien fue testigo de lo ocurrido esa jornada porque también estaba detenido.
El video muestra el pequeño fuego que se iniciaba en el pasillo de las celdas. Se escuchan los gritos de auxilio y los golpes desesperados contra los barrotes. El sonido del video queda tapado por gritos de dolor y sollozos de toda la parte izquierda de la sala.
Del lado derecho, la mamá de Brian Carrizo, el más chico de los policías imputados, sonríe. Uno de los efectivos que custodia la sala, fuertemente armado, registra el video exhibido y toma fotos de las familias en llanto. Al regreso del cuarto intermedio, el presidente del tribunal le advertirá al jefe del operativo de seguridad que eso no puede volver a ocurrir.
El papel de la motorizada la noche de la masacre
La declaración de Daiana Brunel, hermana de Federico Perrotta, ubica a Brian Ciro, policía de la motorizada, en el lugar de los hechos. Dos audios que le llegaron con posterioridad al hecho tienen la voz de Ciro. De fondo se escuchan los gritos de los pibes y las explosiones que provocaba el fuego, que primero tomó las cortinas y luego toda la celda 1.
En esta audiencia empieza a confirmarse que esa noche, al menos tres efectivos de la fuerza motorizada de la Policía estaban en la comisaría y que ayudaron a “engomar” a los detenidos. Dos de los motorizados ya fueron nombrados en el debate: Mauro Chida y Ciro. Sus testimonios se esperan para las próximas semanas del juicio.
Hasta aquí ya sabemos que en las celdas había celulares y encendedores; que Cristina Gramajo, madre de Sergio Filiberto, vio – una de las 28 noches que le llevó la comida a “Fili”- una heladera llena de latitas de cerveza dentro de la dependencia policial; que la guardia de las 20 h le robaba la medicación a Fili.
El testimonio de Daiana suma un elemento al corrupto accionar policial: la última vez que vio a su hermano, Fede estaba borracho. “Estaba tomando alcohol con jugo”, indica. Fede, como muchas de las víctimas, tenía problemas de consumo, era adicto a las pastillas. Esa vez, la última visita, Fede le dio un papelito con un número de teléfono: “Llamalo y decile que mañana a las 7 de la mañana se encuentra con Rojitas en Merced y Dorrego”.
La persona señalada en el papelito se encargaba de entregar las pastillas. “Rojitas” era la forma en que los detenidos llamaban al policía Brian Carrizo, de lo que se desprende que era quien recibía e ingresaba las pastillas a la comisaría.
Daiana nunca llamó por teléfono a ese contacto. También repite ahora, como ya han declarado otros familiares, que Alexis Eva era quien provocaba constantemente a los pibes y se ensañaba puntualmente con los de la celda 1. Poco después de declarar, Daiana se descompone y debe ser medicada.
Daiana, hermana de Federico Perrotta, frente al tribunal en calidad de testigo.
De Colombia al mismo infierno
Lorena y Carmenza, hermana y madre de Jhon Claros, viajaron desde Yumbo (al norte de Cali, Colombia), para presenciar el juicio. Jhon era cantante y vino a la Argentina para desarrollar su carrera porque en Colombia, pensaba su madre, el conflicto armado hacía difícil la vida.
Lorena tiembla como una hoja mientras declara. En la primera fila, Carmenza la escucha y llora. La noche de la masacre estaba trabajando cuando recibió el mensaje: “Parcera, pide ayuda que nos están matando”. “¿Cómo así?”, respondió. Como nadie contestó, llamó. Eran las 18:34. Del otro lado atendió Franco Ferreyra, sobreviviente de la masacre.
De fondo se escuchaban los gritos de auxilio y los golpes contra los barrotes. Lorena no pudo hablar esa noche con Jhon. Ferreyra le explicó que estaba en otra celda, pero también le rogó que buscara ayuda. Ella le avisó al abogado de Jhon y a su novia. En el camino del trabajo a su casa, su teléfono celular se quedó sin batería. “A Jhon lo mataron”, fue el primer mensaje que leyó cuando volvió a encender el aparato.
Lorena dice algo que coincide con otros testimonios previos: la relación entre los pibes detenidos era buena. Compartían toda la comida, como en familia. También dice que Jhon era amigo de Paco y que en la última visita estuvieron tirados en una cama de la celda 1, hablando de la libertad que era inminente para Jhon. La masacre sobrevino antes de que terminara de grabar su disco.
Si yo te digo que no pasa nada, no pasa nada
“Noni” Cabrera cayó preso el miércoles, un día antes de la masacre, por un choque. Camila Gamarra, su amiga, se enteró el mismo jueves de la masacre y cerca de las 18:00 le llevó una carta. Su idea era dejársela e irse a cocinar para llevarle algo de comida después.
Cuando llegó a la comisaría no había nadie. Aplaudió. Finalmente apareció una policía y le entregó la carta para Noni. Recibió un mensaje antes de alejarse del lugar: que se quedara porque adentro se estaban prendiendo fuego, que llamara al resto de los familiares.
Todavía no había nadie en la puerta de la Primera. Camila volvió pero ya no la dejaron entrar.
-Me están mandando mensajes de acá dentro diciendo que se prenden fuego -le dijo a una mujer policía.
-Prendieron fuego una sábana, quedate tranquila. Si yo te digo que no pasa nada, no pasa nada -le respondió.
Camila y una amiga salieron en la moto. Había mucho viento y se largó a llover. Cuando estaban dando la vuelta oyeron disparos. Mientras sucede esta declaración, Carolina Guevara le pasa algo al abogado.
Cuando Camila regresó a su casa para preparar la comida con la idea de volver a la comisaría, en la tele ya estaban los nombres de los siete pibes fallecidos. Juan José Cabrera era uno de ellos.
En su declaración, Camila coincidió con Daiana Brunel ya que también ubica a Brian Ciro esa tarde en la comisaría. Los tres audios que aportó a la causa no dejan dudas sobre el accionar de la motorizada esa noche. Hoy se lee el contenido de los audios que llevan la voz de Brian Ciro y se filtraron a los pocos días de la masacre, junto a las fotos de los cuerpos sin vida de cuatro de las siete víctimas:
Audio 1: “Hay una de humo acá boludo… Uhh…. Esa esa…”
Audio 2: “Que negros de mierda boludo pa… ahora van a aparecer un par de muertos pero por los tiros chabón” (de fondo se escuchan como explosiones)
Audio 3: “Discutieron entre los presos y nosotros justo estábamos en la primera. El oficial de servicio de la primera nos pidió si podíamos ayudarlos a engomar, o sea a guardarlos cada uno en su celda. Entramos y los empezamos a engomar. Todos adentro, qué sé yo. El último que entró fue Paco, el de Vicente López. Agarró y empezó a patear la reja… Que por qué lo engomaban… empezó a discutir con el oficial de servicio de la primera. Y dijo que él ahí no iba a vivir. Al ratito nos fuimos, salimos afuera y empezó a salir humo. Todos pensamos que era como lo que hacen siempre, prender una sábana y la apagan.. Pero no, agarró toda la celda completa de ellos y murieron todos los de la celda”
El oficial de servicio la noche de la masacre era Alexis Eva, que ahora escucha la lectura de los audios y sostiene su mirada en la testigo.
Camila termina de declarar y se funde en un abrazo interminable con Pitu, el hermano de Paco Pizarro. “Gracias”, le susurra Pitu al oído.
No es tarea sencilla revivir el horror y a cada testigo se le agradece que repita en su testimonio que esa tarde, cuando los pibes aún estaban con vida, desesperados por el humo negro, afuera de la comisaría los y las policías que daban la cara insistían en que todo estaba bien.
*Este diario del juicio a los policías responsables de la Masacre de Pergamino, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, FM La Caterva, Radio Presente y Cítrica. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juicio7pergamino.blogspot.com
Texto: Antonella Álvarez (FM La Caterva)/ Fotos: Luis Angió (La Retaguardia)/ Edición: Giselle Ribaloff (Radio Presente) / Mariano Pagnucco (Revista Cítrica) /