En Quién mató a mi hermano, la película de Ana Fraile y Lucas Scavino estrenada el año pasado sobre Luciano Arruga, aparece la perito médica Virginia Creimer afirmando que el joven de 16 años podría haber sido víctima de abuso sexual por parte de la Policía Bonaerense. Fue luego de observar una serie de fotografías de Luciano al momento de su asesinato en la General Paz y al analizar resultados de la segunda autopsia, Esta declaración fue sorprendente: no se conocía públicamente el informe que Creimer había elaborado cuando se encontró el cuerpo de Luciano. La semana pasada, y a horas de cumplirse un nuevo aniversario de la desaparición, Vanesa Orieta, su hermana, habló con La Retaguardia, por primera vez, de la valiente decisión de permitir que estos datos salieran a la luz. Afirmó que junto a su madre, Mónica Alegre, están fortalecidas, y que se tomó esta decisión, difícil y dolorosa, porque la sociedad debe saberlo, y que las palabras de Creimer acompañan la denuncia de la familia contra la Policía Bonaerense. Vanesa concluyó, además, que la perito forense es clara y deja en videncia la perversidad de la Policía Bonaerense en los barrios populares. En diálogo con La Retaguardia, Creimer aportó más detalles sobre su informe, y también explicó por qué cree que aún no fue incorporado a la causa. (Por La Retaguardia) Entrevista: Fernando Tebele/Texto: Rodrigo Ferreiro/Edición Rosaura Barletta/Fernando Tebele/Fotos de la película ¿Quién mató a mi hermano?
Al momento de la identificación de los restos de Luciano Arruga, enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita hasta octubre de 2014, Virginia Creimer trabajaba en el Ministerio Público Fiscal. Es una médica forense de extensa trayectoria, que luego de trabajar para el sector público durante un período prolongado, tuvo que cambiar al ámbito privado. No fue una elección. Sufrió amenazas graves, como la aparición de un cuchillo ensangrentado clavado en la puerta de su casa, o acciones aún más directas y tenebrosas, como el descuartizamiento de una de sus mascotas. Ante la ausencia de protección desde el Estado, decidió salirse para poder seguir parada en el mismo lugar. Su participación en juicios como el que condenó por los crímenes de los dirigentes montoneros Osvaldo Cambiaso y Eduardo Daniel Pereyra Rossi, a Luis Abelardo Patti, ex policía y político estrella de la ultraderecha noventosa; o el peritaje que imposibilitó uno de los intentos del genocida Etchecolatz de conseguir la domiciliaria, entre otras causas en las tuvo un rol relevante, pudieron haber ocasionado las amenazas, porque sus revelaciones ayudaron a volcar causas contra gente poderosa, en general integrantes de las fuerzas de seguridad. El caso de Luciano no es la excepción. Creimer hizo un informe exhaustivo de la segunda autopsia realizada sobre los restos de Luciano y sobre las fotos que muestran cómo se encontraba al momento de ser atropellado en General Paz. En ambos aspectos, su aporte fue revelador.
Esta entrevista es un diálogo fuerte, que golpea. Sin embargo, es necesario y
clave, no sólo para descubrir la verdad acerca de lo que pasó con Luciano, sino
para entender la capacidad cínica de la Bonaerense.
-¿Qué
implica para una perito que se involucra como vos que las familias puedan poner
en palabras ese sufrimiento de Luciano?
—Virginia Creimer: En principio, dejar en claro que es un proceso complejo, las
pruebas no aparecen de inmediato o mágicamente como en las películas. En mi
caso, cuando tomo una causa la sigo hasta el final, hasta las últimas
consecuencias, y a veces así son las consecuencias. La verdad repara, y a veces
la justicia no repara el daño causado por otros, pero la verdad repara, y
muchas veces es tan dolorosa que lleva un tiempo de duelo aceptar esa verdad.
Con Vanesa hemos hablado de esto, lo duro de aceptar que ese testimonio
aparezca en la película, y la valentía que tuvieron ellas dos, Vanesa y su mamá
(Mónica Alegre), tanto en encontrar a Luciano como en romper esa coraza,
romper tantos dolores, y decir “sí, a Luciano le pudo pasar eso, hay alguien
que trabaja hace años investigando esas cosas, a estudiar cómo las fuerzas de
seguridad violentan a las personas, que está pensando que además de todo lo que
sufrió, además de todas las otras torturas, fue víctima de abuso sexual”. Y eso
fue muy duro en la investigación, porque cuando yo tomo conocimiento de que
existen las fotografías, y ya trabajando para el Ministerio Público Fiscal, el
fiscal (Sebastián Basso, actualmente a cargo de la Unidad AMIA) es
reacio a mostrármelas, yo no quería instistir, pero la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos de La Matanza planteó que tenía que verlas. Hasta ese
momento yo sólo tenía objetivamente las lesiones que se habían encontrado en la
primera autopsia (realizada al cuerpo NN al momento del atropellamiento en
la Gral. Paz), bastante deficiente, y las lesiones que habíamos empezado a
encontrar en la reautopsia, muy importantes porque daban cuenta de las torturas
que había sufrido anteriormente Luciano. Pero cuando me abren la carpeta de la
autopista con las fotos y yo veo el cuerpo de Luciano en el asfalto, y veo la
ropa que tenía puesta (hasta ese momento sólo sabía, yo, de las lesiones desde
el punto de vista médico legal). No es que mi juicio cambia, pero la realidad
me pegó un cachetazo en la cara, porque después de haber trabajado durante
tantos años investigando el accionar de personas perversas, cuando veo el
cuerpo de Luciano, tenía puesto una tolerita, un pañuelo en el cuello, unas
medibachas mal puestas, porque evidentemente Luciano no sabía cómo ponérselas,
con una vedetina rosa por encima de las medibachas, un jean de mujer enrollado
hasta las rodillas, y esto es un dato muy importante, porque quiere decir que
Luciano corrió con los pantalones hasta la rodilla, y de ese modo es imposible
cruzar la General Paz, es ir hacia la muerte.
-Ese dato da la pauta de que estaba
siendo perseguido, nadie cruzaría entre los autoscon los pantalones bajos…
—Por supuesto, no tiene ninguna lógica para una persona común, ahora sí tiene
lógica para una mente perversa y sádica como yo he observado en cientos de
casos de la Bonaerense. Entonces, cuando yo veo las fotos digo: “Fue la
Bonaerense”.
—¿Hay
un modus operandi de la Bonaerense?
-Si, es así. Cada Fuerza tiene un modus operandi diferente. Entonces, a partir
de eso uno puede determinar cuál es la fuerza de seguridad que actuó.
¿Y
qué distingue el accionar de la Bonaerense en esta caso?
—El grado de perversidad en todo el contexto. Cuando yo analizo la causa lo
hago de modo total. Desde la carátula hasta la última foja.
—En el informe vos hablás de las
lesiones en las costillas, ¿pudiste establecer a qué son atribuibles esas
lesiones?
—Luciano tenía siete fracturas en cada lado. No se puede respirar con ese tipo
de lesiones. Él, cuando salió de la comisaría, donde dice que lo golpean con un
escritorio y se le tiran encima, comentó que no podía respirar. (Se refiere a las torturas ocurridas
el 22 de septiembre de 2008, unos meses antes de su desaparición, y por la que
fue condenado el Teniente Torales). Es por eso. Es por esas
fracturas. Es increíble que haya sobrevivido a eso. Bueno, no sobrevivió a la
bonaerense.
—¿Se puede establecer qué las produjo?
—Lo más lógico es una superficie, eran equidistantes de ambos lados, eso es producido por un elemento contundente capaz de hundir el tórax y fracturarlo. Esto coincide con el relato de Luciano.
—Cuando la semana pasada entrevistamos a Paula Litvachky, directora del área de Justicia y Seguridad del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), nos comentaba que tu informe no estaba incorporado a la causa, ¿vos se lo acercaste al Fiscal Sebastián Basso?
—Yo le eleve el informe a la Doctora Cristina Caamaño, que era mi directora en ese momento.
—¿La interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) ahora?
—VC: Sí, le di el informe y le dije: “Este es mi informe, esto es lo que yo defiendo”, no sé qué pasó con el informe.
—Bueno…, no lo incorporaron. ¿Es habitual que suceda esto que, trabajando vos para el Ministerio Público Fiscal, hicieras un informe y no se incorporara a la causa?
—No, en absoluto. De hecho cuando tomé la decisión de renunciar por las amenazas de Etchecolatz, los fiscales me pedían por favor que no me vaya porque nadie hacía los informes, a lo que yo les decía que iban a tener que contratar a otro perito, porque si a mí el Estado no me defiende yo me tengo que ir. Mis informes siempre se incorporaban porque los fiscales se preocupaban en que pasara eso. Acá, bueno, hubo una desconexión, desconozco lo que pasó. Yo te digo lo que sé, en el medio no sé qué pasó.
Si en las causas por desapariciones forzadas vinculadas al genocidio perpetrado por el Terrorismo de Estado hay datos que tardaron décadas en conocerse, esta parece ser también la realidad del caso de la desaparición forzada de Luciano Arruga. Si la justicia está tardando, en aquellos casos, 40 años en llegar, es de esperar que no suceda lo mismo con la causa de Luciano. Su familia está dispuesta a intentar evitarlo. Mientras tanto, el informe pericial que realizó la Dra. Creimer no está incorporado a la causa al cierre de esta nota.