(Por Oscar Castelnovo/APL) Cien mil privadxs de libertad se hacinan en la inmundicia de los campos de concentración Siglo XXI de la Argentina en tensión, áspera, con el coronavirus. En tanto, los jueces que decidieron su encierro y los políticos que pueden tomar medidas para salvar vidas miran para otro lado, salvo excepciones, y así éstos serán los responsables de la matanza anunciada, no lo será la pandemia del Covid19. Afuera de los muros, en muchos sitios, existe alcohol en gel, lavandina, jabón, distancia de dos metros por persona en las filas para comprar alimentos. Adentro, los calabozos están repletos y no se cumplen, ni por asomo, con los estándares internacionales que recomienda la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: 7 metros cuadrados por cada detenidx. Los elementos de higiene no llegan porque los roban los penitenciarios, el alcohol está prohibido y las iniciativas para impedir el contagio no existen. Sin esfuerzos, puede apreciarse que los privadxs de libertad son vulnerados dentro de los vulnerados. La urgencia requiere tomar prevenciones a las cuales ya recurrieron otros países cuando este coronavirus no estaba en la imaginación de nadie. (Contacto : +5491136187620)
EJEMPLOS A MANO
En una entrevista pasada, que realizó esta Agencia al juez penal de Necochea, Mario Juliano, el magistrado dio ejemplos de libertades anticipadas en otras latitudes: «Estados Unidosque es un país que no puede calificarse justamente dentro de los progresistas. En el año 2011 la Corte Federal en un conocido caso que se llama “Plata versus California” ordenó a ese estado que liberara 45.000 mil presos para descongestionar los establecimientos. En ese momento California tenía 180.000 detenidos. Este es un ejemplo absolutamente paradigmático que debe formar parte de una política pública que se precie de racional. Otros países: Chile en el año 2012 liberó a 6.000 detenidos por el mismo problema de sobrepoblación carcelaria. Y en 2013 lo hicieron Bolivia y Perú».
La resolución de libertades anticipadas puede instrumentarse, al menos, por dos vías: Una conmutación de pena que dispone el gobernador de cada distrito, para cárceles provinciales; idéntica medida a cargo del Ejecutivo Nacional, para cárceles federales y, por otro lado, la decisión de distintas instancias jurídicas que podrían establecer arrestos domiciliarios.
LOS UNOS Y LOS OTROS
Como se sabe, a los llegados -recientemente- de Estados Unidos, Brasil, España, Alemania y Uruguay, por disposición de Horacio Rodríguez Larreta, se los alojó en los hoteles Presidente, Cyan de las Américas, Gran View, Deco Recoleta, Ibis Congreso, Escorial, Cyan América Tower y Panamericano. Y, además de la limpieza general, se les brinda desayuno, almuerzo, merienda y cena, y hay provisión y recambio de sábanas y toallas, guantes, barbijos, jabón, champú y alcohol en gel.
El contraste con lxs privados de libertad, que en su inmensa mayoría pertenecen a los sectores más desfavorecidos del ordenamiento social, es tan nítido que son innecesarias más palabras.
¿A QUIENES?
Hoy se hallan tras las rejas cien mil hombres y mujeres en 300 penales, inmersos en un contexto de muertes, torturas, violaciones y con asistencia perfecta a una escuela de resentimiento y superación del estigma que les persigue. ¿Quiénes podrían ser beneficiados con las libertades ante coronavirus para impedir la matanza? Cabe destacar que más del 50% de lxs enjauladxs no tienen sentencia firme, están con prisión preventiva. Una buena parte de este grupo podría esperar el proceso en su casa. Luego, mujeres con niños prisionizados o hijos en libertad, embarazadas, mayores de 60 años, (no incluimos genocidas – de ayer o de hoy- por el peligro social que representan) enfermos de diversas afecciones que complicarán la vida si hay contagio, como HIV, Epoc, o Tuberculosis, entre muchas otras; detenidxs con salidas transitorias, condenados por delitos en grado de tentativa , o sentenciados a penas menores a tres años, entre otros segmentos posibles, analizando cada caso .
La cárcel, se sabe, es un difusor del terror y disciplinamiento para los más pobres, a cargo de los sectores hegemónicos y un gran negociado para muchos. No resocializa, no reinserta, solo devasta la entidad humana y multiplica el delito que se regentea, en general, desde diversas instancias del Estado. Ningún país del mundo redujo el crimen con el encierro, por el contrario, Estados Unidos tiene el mayor índice de delitos y al más alto número de presos: el 25% de los que padecen las rejas en el planeta se halla en sus prisiones.
Un grupo humano en carne viva, los más pobres en el infierno, junto a sus familiares y cercanos, espera respuesta al interrogante. Si jueces y funcionarios políticos adoptarán las prevenciones que se reclaman o asumirán la responsabilidad por otro genocidio en la Argentina.