En 1970 filmó México, la revolución congelada, un análisis histórico y sociopolítico de la realidad de ese país: ¿Qué come el mexicano? ¿Dónde y cómo vive? ¿En qué piensa? ¿Cómo surgió la burguesía y cuáles son sus bases de sustentación? son los interrogantes que recorren la obra. Una investigación en profundidad le permitió anticipar en veinte años un conflicto histórico: la pobreza extrema que padecían los indígenas del estado de Chiapas. Las escenas finales retratan la masacre de la Plaza de Tlatelolco, sucedida el 2 de octubre de 1968, donde las fuerzas represivas asesinaron a 400 personas.
Iniciada la década del ’70 Gleyzer se planteó comenzar a tener una acción política más concreta. Su formación referenciada con el Partido Comunista le generó fuertes diferencias con el peronismo, por lo que decidió sumarse al Frente de Trabajadores de la Cultura (FATRAC) una iniciativa del entonces PRT – ERP. Pese a que el FATRAC duró poco tiempo, él logró consolidar un grupo de trabajo con el realizador Álvaro Melián, el sonidista Nerio Barberis y su compañera de vida Juana Sapire. Junto con ellos realizó dos “comunicados” filmados sobre acciones del ERP, uno en el frigorífico Swift de Rosario y otro sobre la toma del Banco de Desarrollo.
Tiempo después el grupo definió la realización de un film sobre la acción del sindicalismo burócrata y corrupto en la Argentina. Su idea era abrir un debate, construir un discurso cinematográfico que estuviera ligado a las luchas sociales. La imposibilidad de poder registrar de la realidad ese tipo de hechos los decidió a intentar por la ficción. Entonces adaptaron “La víctima”, un cuento de Víctor Proncet, basado en un hecho verídico: el auto secuestro del dirigente sindical peronista Andrés Framini para ganar unas elecciones internas. Durante seis meses realizaron entrevistas a trabajadores de fábricas, jefes de personal, gerentes, empresarios y se contactaron con los principales dirigentes de la CGT de los Argentinos. Pero les faltaba algo: el testimonio directo de un sindicalista poderoso. Haciéndose pasar por periodistas de la televisión holandesa, lograron una entrevista con Lorenzo Miguel, quien les aportó abundante información y uno de los diálogos más recordados del film: “En política hay que hacer como Palito Ortega, que actúa, después se retira y vuelve”. La filmación se realizó entre los años 1972 y 1973, en condiciones extremas: en la clandestinidad, cambiando todos los días de técnicos y sin apoyo del PRT debido al encarcelamiento de Santucho.
Como su obra lo atestigua, Gleyzer se planteaba desde hacía varios años al cine como una herramienta para la transformación de la realidad, y con “Los traidores” ya terminada, surgió la necesidad de llegar a los trabajadores, de lograr que los films sean del pueblo, por lo que en el año 1973 nació “Cine de la Base”, un grupo que se encargaba tanto de producir como de distribuir sus propias realizaciones audiovisuales. Ese mismo año realizaron “Ni olvido ni perdón”, donde explicaron los verdaderos hechos detrás de la Masacre de Trelew, con material inédito para la época.
En 1974 filmaron “Me matan si no trabajo y si trabajo me matan” un cortometraje que refleja las brutales condiciones de trabajo en la fábrica metalúrgica INSUD, donde muchos obreros enfermaron o fallecieron por estar en contacto con plomo. Finalmente el 27 de mayo de 1976 Gleyzer fue secuestrado, de su hogar, por un grupo de tareas militar. No sólo se lo llevaron a él, también robaron dinero, discos, diapositivas, libros y un televisor pero ninguna de las latas con toda su obra. En su honor se declaró el 27 de mayo como el Día del Documentalista.