El presidente de la Comisión Provincial por la Memoria, Víctor Mendibil, le dio la bienvenida a Ernesto Alonso como nuevo integrante del organismo y aseguró que su participación fortalecerá el trabajo de la CPM “en la defensa de los derechos humanos, la transmisión de la memoria y la búsqueda de la verdad, como expresiones de las más profundas reivindicaciones del pueblo argentino”. Al mismo tiempo, Mendibil remarcó que su incorporación es un reconocimiento no sólo a la trayectoria de Alonso sino también a todos los ex combatientes que, desde el compromiso histórico y político, siguen reclamando la soberanía sobre las islas y exigiendo que se condenen las torturas que padecieron durante la guerra como delitos de lesa humanidad.
“Si bien la Comisión se integra a nombre personal, este es un reconocimiento al CECIM y sus 34 años de lucha por la memoria, la verdad, la justicia y la soberanía. Hay que pensar Malvinas como una cuestión del presente y el futuro para la región, respetando el derecho de los pueblos a vivir en paz”. La decisión de sumar a Ernesto Alonso como integrante es un paso más en la consolidación de un trabajo conjunto que ya tiene un largo recorrido; desde su creación, la CPM acompañó la lucha de los ex combatientes como un emblema de las políticas de memoria, verdad y justicia.
Alonso es un referente de ese camino: al regreso de la guerra fue socio fundador del CECIM (Centro de ex combatientes de Islas Malvinas). Luego, impulsó las causas judiciales por violaciones a los derechos humanos durante la guerra. En la actualidad es presidente de la Comisión Nacional de Ex Combatientes y lleva adelante el reclamo por la identificación de los cuerpos enterrados como NN en el Cementerio de Darwin.
“Seguimos encontrándonos en el camino, en esta lucha inclaudicable por la defensa de los derechos humanos”, expresó Alonso durante el acto que se realizó en el Instituto Malvinas en el marco de la jornada de debate y reflexión “Pensar la nación: soberanía, derechos humanos y Malvinas”. Además de Mendibil, la presentación pública de Ernesto Alonso fue acompañada por el vicepresidente de la CPM, Mauricio Tenembaum, por el secretario, Roberto Cipriano García, la protesorera Ana Barletta y Dora Barrancos integrante de la CPM y Directora del CONICET, y la directora general, Sandra Raggio. La jornada contó también con la participación de más de 200 asistentes entre ex combatientes, miembros de la comunidad universitaria y coordinadores y jóvenes de los equipos de investigación de toda la provincia que participan de la XV convocatoria del programa Jóvenes y Memoria y cuyo eje de trabajo es la guerra de Malvinas, dando cuenta una vez más de la vigencia del tema en las nuevas generaciones.
Como parte de estas actividades, durante la mesa de apertura, el presidente de la CPM, Víctor Mendibil, firmó con Marcos Actis, presidente del Instituto Malvinas-UNLP y decano de la Facultad de Ingeniería, un convenio de cooperación y trabajo conjunto entre los organismos. De la ceremonia de firma, también participaron Ernesto Alonso, la integrante de la CPM y vicepresidente de la UNLP, Ana Barletta y la Directora General de la CPM, Sandra Raggio.
Tras la firma del acuerdo, se desarrolló la mesa “Malvinas: memorias entre generaciones” que, desde las historias personales atravesadas por la guerra, buscó pensar y discutir las memorias sobre Malvinas y la disputa por la transmisión. “Tenemos que seguir pensando Malvinas porque hay asignaturas pendientes en este proceso de memoria y reparación: por un lado, necesitamos un acto de justicia por los crímenes de lesa humanidad cometidos en las islas por los mismo actores de las fuerzas armadas que implementaron el terrorismo de Estado. Y necesitamos, también, como prueba de la soberanía, devolverle la identidad a esos 123 compañeros que están sepultados como NN en Malvinas”.
En la mesa, estuvieron junto a Alonso, Norma Gómez, hermana de Eduardo, soldado caído en Malvinas, y Manuel Giordano, hijo de ex combatiente y miembro del Centro Guara Malvinas. Manuel sabe que la guerra no puede pensarse sin reconocer su contexto histórico y nacional: “No fue el ejército de San Martín, como dicen ellos en sus relatos, a Malvinas fue el ejército de los genocidas, de Galtieri y de Videla”. Por su parte, Norma, desde el dolor personal, encabeza una lucha colectiva para restituir la identidad de su hermano y de los demás soldados enterrados en las islas: “El compromiso de identificar a los 123 es un sueño de todos los familiares y, fundamentalmente, de las madres, muchas de las cuales se van yendo sin lograr que identifiquen a sus hijos”.
Durante la tarde, cuando tuvo lugar la presentación pública de Ernesto Alonso, se realizó la charla abierta que retomó la premisa de la jornada: “Pensar la nación: soberanía, derechos humanos y Malvinas”. Mario Volpe, ex combatiente, presidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas La Plata (CECIM) y vicepresidente del Instituto Malvinas-UNLP sostuvo que “El problema de Malvinas es un problema mundial y es el plan de las potencias mundiales para la usurpación de los recursos naturales”. “Junto al reclamo de soberanía, avanza el pedido de justicia; cuándo comenzamos a relevar testimonios de ex combatientes, conocimos la verdadera dimensión de las torturas que sufrieron. La justicia tiene que avanzar en la condena de estos hechos porque tenemos, como sociedad, el derecho a conocer la verdad”, agregó Pablo Vassel, ex secretario de Derechos Humanos de Corrientes y autor de investigaciones sobre crímenes cometidos durante la guerra de Malvinas por los mandos militares.
En ese sentido, la CPM ha sostenido con su acompañamiento el reclamo de los ex combatientes para que la Justicia entienda estos delitos de vejámenes, torturas y aberraciones cometidos por oficiales y suboficiales en perjuicio de soldados conscriptos como crímenes de lesa humanidad. Como ya se señaló en otras oportunidades, los mismos oficiales que llevaron adelante el terrorismo de estado condujeron la guerra y disciplinaron a los soldados con las mismas metodologías del horror: asesinatos, vejámenes, estaqueos, torturas, simulacros de fusilamiento, castigo físico y presión psicológica. No considerarlo de este modo, significa seguir convalidando los relatos de la propia dictadura sobre el conflicto.