“El vih en situación de encierro”
Para la psicología social el sujeto es, entre otras cosas, un sujeto de necesidades en permanente intercambio con el medio, el sujeto del que hablamos requiere de la unidad bio-psico-social para desarrollarse en su contexto histórico-social y así construír subjetividad.
Hablamos de hombres concretos en sus condiciones concretas de existencia claro está que la ideología dominante nos obliga a que aceptemos los hechos que nos ocurren como lo que simplemente “es”; los fenómenos cotidianos nos quieren hacer creer que son imposibles de cuestionar, que su naturaleza es a-crítica.
Y esto se fundamenta en que esa ideología que impera distorsiona lo cotidiano y nos hace ver que la “realidad” es la única forma de vida posible, Ana Quiroga supo decir que “Se naturaliza lo social, se universaliza lo particular y se atemporiza lo que es histórico. Desde este proceso mistificador, la vida cotidiana de los sujetos constituye un orden natural, universal, eterno e inmodificable”.
Habida cuenta que vivimos bajo un sistema que sólo puede generar más y más pobres y luego de generarlos debe excluirlos, invisiblizarlos, negarlos, es hora que comencemos a dilematizar más y más estas cuestiones que nos implican en nuestras propias relaciones vinculares.
Dilucidar esta problemática nos llevó a pensar que pareciera ser que los pobres nacen para ser institucionalizados: primero en institutos de menores, luego la cárcel y la tercera opción podría estar dada por la manicomialización de sujetos diezmados por un sistema cada vez más perverso.
A la segunda opción vamos a dedicarnos nosotros y a esa opción regida por la vulnerabilidad más absoluta le vamos a sumar otra problemática no menos dramática : el vih; aquí nos permitimos dos salvedades, la primera es poner en letra minúscula la sigla del virus de inmunodeficiencia humana, no para minimizarlo, sino para poner las mayúsculas en el ser donde este virus se ha instalado y la segunda licencia es extraerle la continuación “/SIDA” y esto lo hacemos porque consideramos que para desestigmatizar una enfermedad debemos comenzar por ser desestigmatizadores; ya que el vih no debería ser la antesala del sida si hubiera una verdadera acción en lo social y en lo político que pusiera por delante a los sujetos y por detrás a los intereses.
Nuestra propuesta es ésa, convocar a dicha acción para que aquél sujeto que vive con vih en situación de encierro pueda decidir el curso que quiera darle a su enfermedad, con las herramientas necesarias para darle batalla y mostrándole al detenido que es un sujeto de derecho a la salud.
Es sabido que los detenidos conservan todos los derechos de lo que no los priva su condición de reclusos, además de escrito, nuestra intención es plasmarlo teniendo sin desviarnos jamás de que la pena consiste, jurídicamente hablando, en la privación de la libertad y no en la privación de los Derechos Humanos.
Sería oportuno poder adoptar una estrategia que abarque a todas aquellas personas que viven, trabajan o visitan, por diferentes razones, los establecimientos penitenciarios intentando lograr una participación que cuente con el máximo de sectores que aseguren y respalden una sólida respuesta en materia de salud pública. Se trata de lograr la movilización del apoyo político destinado a las intervenciones relativas al vih en la institución carcelaria para recibir el apoyo gubernamental necesario para paliar esta infección en las cárceles como así también concientizar al personal para reducir la violencia, el acoso y las violaciones sistemáticas a los derechos de las personas que viven en situación de encierro mientras se implementar recursos nuevos y sostenidos como un real desafío para hacerle frente al vih.
Abastecer a las personas en situación de encierro de máquinas de afeitar en forma periódica evitando, de esta manera el peligroso intercambio de dicho elemento que favorecería infecciones por vih o reinfecciones en caso de que la persona ya conviva con el virus.
Es imprescindible profundizar las políticas y los programas de salud carcelarias para que puedan responder a las necesidades de los detenidos en los hechos cotidianos y concretos, realizando una periódica evaluación de los emergentes obtenidos y supervisados minuciosamente para seguir incrementando herramientas que apunten al desarrollo bio-psico-social de las personas en situación de encierro, trátese de la creación de talleres literarios, posibilitación de salidas con fines de formación en diferentes niveles y la consideración médica-jurídica de una morigeración en la detención de aquellas personas que , por encontrarse con severos problemas de salud, lo ameritara.; sobre todo teniendo en cuenta que existe la Ley Nacional de Sida, la ley 23.798 ley que deja establecido que la salud es un bien social y establece que una persona esté privada de su libertad no supone suprimir los derechos y garantías que hacen a la dignidad de las personas; y la circunstancia que medie una relación especial de sujeción que vincula al detenido con la administración quien debe garantizarle la protección de la vida y la integridad física, el acceso a la salud, el de igualdad, el de autonomía y el de privacidad.
La condición de que el detenido sea portador del virus VIH de modo alguno puede llevar a la autoridad responsable a adoptar medidas que puedan limitar o anular tales derechos. Como así también que su letrado pueda solicitar prisión domiciliaria a aquel detenido que padeciera enfermedades oportunistas debido a la infección por vih.