Si hay hecatombe en las cárceles no será «tragedia» sino una decisión política genocida.

(Por Oscar Castelnovo/APL) A pesar de todos los reclamos, habeas corpus presentados, desesperación de los privados de libertad y sus familiares y hasta recomendaciones judiciales y de especialistas, aún no se tomaron medidas de fondo para evitar la masacre anunciada que se cierne sobre los que habitan los campos de concentración Siglo  XXI de la Argentina. De este modo, ya se comprobó que cuatro agentes de salud de la Cárcel de Villa Devoto padecen el Covid-19. Esta Agencia viene denunciando la falta de iniciativas, en tiempo y forma, para evitar la masacre anunciada como libertades anticipadas, morigeraciones, conmutación de penas y arrestos domiciliarios que deben tomar instancias jurídicas y políticas, y están prescriptas en la propia Constitución Nacional. Los penitenciarios, se sabe, entran y salen de los penales y son los principales transmisores del virus hacia uno y otro lado de los muros. Es decir, el peligro no involucra solo a los presxs tan feos, negros, sucios y malos, sino a la toda la comunidad, blanca y correcta del «toma tu que te toca a ti».

 Por su parte, lxs privados de libertad aún no reciben, en general, ni lavandina, ni jabón ni detergente, porque estos son robados por personal penitenciario. La comida es escasa y/o en mal estado en los 300 penales argentinos. Hay presxs que misteriosamente desaparecen de los pabellones y luego trasciende que están internados. Y después nada se sabe. La Tuberculosis, entre otras enfermedades,  ya era una pandemia en las cárceles y el hacinamiento amontona a todos los virus conocidos y los que aún permanecen al acecho. Si la hecatombe se despliega en los sitios de encierro no será una «tragedia», será claramente una decisión política genocida.