(APL) En el bombardeo del 16 de junio de 1955 no solo se produjo un genocidio contra la población civil, desarmada, en un intento de golpe de Estado a Perón. Sino que comenzó allí un tramo significativo de impunidad en la Argentina. Nadie fue castigado por la masacre y tres meses después Perón era derrocado. Aviones de la Marina de Guerra y de la Fuerza Aérea abrieron fuego contra el gentío en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires, antes de sacarse una foto abrazados y sonrientes en Montevideo, como si hubieran ganado un campeonato del mundo. Algunos jóvenes oficiales golpistas volverían con la dictadura cívico militar de 1976, ya más grandes, perfeccionados, y emprendieron otro genocidio. La impunidad, se sabe, no conduce a ningún camino bueno para el pueblo. Con dolor y rebeldía, va nuestro homenaje a lxs cientos de asesinadxs, a sus familias y a miles de sobrevivientes. Están en nuestra lucha.