Se ha discutido tanto en el mundo la forma más eficaz de combatir las transgresiones a las leyes de la convivencia social. Es por esto debemos reinstalar en la sociedad considerada moderna la discusión de si en verdad tienen resultados o efectos positivos hacia el conjunto de la interacción humana las formas de combatir o sancionar las transgresiones a las leyes.
Debemos observar con una sana conciencia crítica el origen de las leyes para juzgar a las personas consideradas en falta o que hayan caído en el considerado hoy “delito” o “delincuencia”.
Aquí quiero tomar como referencia un escrito de Carlos Marx, La llamada acumulación originaria. Según ese texto, en Inglaterra en 1530 las leyes trataban a los pobres como delincuentes “voluntarios” como si dependiese de su buena voluntad el continuar trabajando en las viejas condiciones ya abolidas.
Esta legislación comenzó bajo el reinado de Enrique Vlll y expresaba esto: Los mendigos viejos e incapacitados para el trabajo deberán proveerse de licencia para mendigar. Para los vagabundos jóvenes y fuertes, azotes y reclusión. El mismo Enrique Vlll reitera el estatuto anterior pero con nuevas adiciones que lo hacen más riguroso. En caso de reincidencia y vagabundaje, deberá azotarse de nuevo al culpable y cortarle media oreja : a la tercera vez se le sorprenda , se le ahorcará como un criminal peligroso y enemigo de la sociedad.
Leyes parecidas a éstas se aplicaron en casi todos los reinados de Europa. En estos textos Marx nos da la pauta del origen del castigo a los pobres con cárcel, torturas, ejecuciones, etc.
Por más que se busque un ropaje legal a esta práctica con leyes supuestamente más humanizantes las cárceles son lugares de castigo y de aniquilamiento humano en este siglo y lo seguirán siendo mientras persistan las relaciones sociales de explotación del capitalismo.
No habrá solución a la delincuencia generada por las injustas relaciones de producción de nuestras sociedades dentro de este capitalismo salvaje. Seguirán abarrotadas de pobres las cárceles de nuestros países. El hacinamiento, el linchamiento. Justicia por mano propia son parte de nuestro presente, pareciera que nuestras sociedades han involucionado en sus prácticas.
El mundo moderno que nos pintan los medios masivos de comunicación, los empresarios con doble moral y los gobernantes que hablan en nombre de los derechos del hombre son una verdadera fantasía en medio de la realidad de miseria humana en que viven los prisionados pobres y excluidos de la gran maquinaria financiera del mundo globalizado por el capital transnacional.
No basta con repudiar los malos tratos en las prisiones o las torturas a la que se sigue sometiendo a los privados de libertad. Lo que verdaderamente hace falta es tomar conciencia que debemos destruir las relaciones de producción de explotación por el gran capital transnacional.
Ciento de miles de pobres están privados de libertad en las cárceles y cientos de miles están privados no solamente de libertad ambulatoria sino además privados de llevar un pedazo de pan a sus estómagos. Estamos peor o igual cuando se produjo el arrebatamiento de tierras a los campesinos en 1530 en Inglaterra, en aquellos tiempos estaba permitido legalmente mendigar.
Lo que sí está claro es que el origen del castigo con prisión a los pobres es la instauración del régimen de producción capitalista.
Desde mi prisión escribo estas breves lineas abrumado por el dolor que representa estar privado de libertad por ser considerado peligroso e incorregible por mis ideas.
Les propongo a dejar de actuar como farsantes e hipócritas ante la cruda realidad de persecusión y prisionización de los pobres.
No podemos seguir tragándonos la falsa idea de los explotadores capitalistas sobre la funcián de las carceles de rehabilitación o reinserción social , el estado nunca los habilitó para vivir con dignidad y tampoco los insertó en la educación, en la salud, en la economía. Los pobres no tenemos lugar en la maquinaria capitalista de producción.
Tenemos que repudiar a los estados capitalistas por la doble moral con que se desenvuelven y nos imponen los marcos ideológicos para tratarnos entre los pobres e incluso discriminarnos . Todas las leyes de nuestros estados están hechas a la medida y las necesidades de los explotadores para perpetuar la explotación capitalista.
El capitalismo debe desaparecer como método de dominación y las prisiones como aniquilamiento humano, esta debe ser la tarea mas imperiosa de todos los seres humanos que buscan un mundo mejor.
Desde este rincón de lucha, mi prisión, les hago llegar este breve escrito ante la barbarie que representa este régimen capitalista.
Con enorme cariño y ternura les saludo:Agustín Acosta