Qué distante aquel tiempo solidario, aquellos días de fraternidad generosa, de humanismo militante. ¿Dónde está ese mundo que era posible soñar?¿ Dónde quedó la memoria de lo que prometimos no olvidar? La razón suprema de nuestro sacrificio?
En el abrazo solidario que ustedes me envían está la esencia de lo que siempre hemos sido: seres capaces de sentir indignación frente a la injusticia y atropellos en cualquier lugar del mundo.
Ese calor humano que me hacen llegar en ráfagas presurosas, también habla de un mañana radicalmente diferente, que es necesario construir.
Mientras no se pierdan esos sentimientos de compañerismo, hermandad, fraternidad, será posible continuar creyendo en el ser humano y su potencial transformador.
Desde esta prisión, en la cual sobrevivo espartanamente, les envío fraternos abrazos a todas y todos los compas, amigos y amigas que continúan caminando.
Mauricio Hernández Norambuena
Prisión Brasil – 2015