(Colectivo Antirrepresivo Sie7e) Hace 5 años, un grupo de policías de la comisaría primera, se negó a atender el pedido de socorro de los 19 detenidos, ante el incipiente fuego. Generaban así la peor Masacre de detenidos en una comisaría. Siete de los detenidos, Jhon, Federico, Juan, Franco, Fernando, Sergio y Alan, murieron en ese horror. Otras 12 víctimas sobrevivientes, fueron brutalmente golpeadas.
Las condiciones de hacinamiento, de precariedad de las instalaciones, de
colchones inflamables, y los antecedentes en esta comisaria 1° como en otras, hacían claramente previsible una tragedia y nadie hizo nada. Lo sabía la justicia, el poder político local y provincial. No hicieron nada para evitarlo.
Desde el día siguiente, con una movilización de más de un centenar de vecinos se va gestando el colectivo Jx7 y el comienzo de la lucha por justicia por los 7 y por el NUNCA MÁS. Nunca más un pibe asesinado por el estado. Nunca más torturas en las cárceles. Nunca más la represión al reclamo social.
Encaramos así, una tarea monumental. Hicimos una movilización el 2 de cada mes, se realizaron varias jornadas antirrepresivas, asambleas abiertas, carteles, pasacalles, murales, publicaciones en redes sociales, una audiencia pública en la cámara de diputados, pintadas, pegatinas, charlas, mesas de debate, volanteadas casa por casa, entrevistas en radio y televisión, golpeamos infinidad de puertas, tejimos redes de solidaridad, fuimos parte de una ronda de los jueves en plaza de mayo con Nora Cortiñas y Mirta Baravalle, participamos de decenas de luchas hermanas, tal el caso de la
desaparición de Santiago Maldonado y de Facundo Castro.
Tuvimos el apoyo invalorable de muchísimas, de cientos de organizaciones y de familiares de víctimas. También la tarea descomunal de medios alternativos y periodistas, acompañando y difundiendo cada paso, entre ellos el Libro “No fue un motín” de Leandro Albani.
A todos ellos nuestro agradecimiento infinito.
Siempre decimos que nadie nos regaló nada. Sabemos que lo conquistado fue y es producto de la movilización. Todo ese esfuerzo realizado por el colectivo con el acompañamiento de tantos, no fue en vano. Mucho antes del juicio, obtuvimos grandes logros. Producto de esa presión pudimos arrancarle a la entonces gobernadora, una reunión. ¿Cómo era posible que los responsables de la masacre, incluido el prófugo Donza siguieran perteneciendo a la institución? Porque es inadmisible naturalizar que
agentes que violen derechos humanos sigan protegidos con la permanencia en la fuerza.
Exigimos y conseguimos así la exoneración de los seis policías procesados. La primera gran batalla ganada. La segunda en la opinión pública, revertir la versión policial. De a poco, de tanto insistir se fue instalando en la opinión pública la idea de que no fue un motín sino una Masacre.
Así llegamos al otro gran logro que fue el juicio y la condena a los 6 policías. Eso mas allá de lo injustas de las penas.
Desde aquel 2 de marzo de 2017, más de 2.200 personas fueron asesinadas por el estado. La mayor parte en este periodo fue en lugares de encierro. El resto de los casos, en ejecuciones como gatillo fácil, atropellamiento, y demás prácticas habituales.
Las víctimas son siempre las mismas. Son las víctimas de un sistema económico. Los centros de detención, que deberían llamarse centros de tortura, porque eso es lo que son, están llenas de pobres. Los expulsados del régimen social, ese 60% de los pibes condenados a la pobreza, ese 10 % de los pibes que pasan hambre, los que acceden más fácilmente a una dosis de paco que a un par de zapatillas, son ellos los que sufren los verdugueos, maltratos y detenciones arbitrarias, las palizas en comisarías y causas
armadas. También serán víctimas de la represión estatal los que se levantan a luchar por sus derechos, como vimos hace un tiempo con las represiones a las decenas de miles de familias de las más de 500 tomas que como la de Guernica, luchaban por el elemental derecho a un pedazo de tierra donde vivir. Porque no hay opresión social sin represión estatal.
Por esto denunciamos las políticas de seguridad de todos los gobiernos y sus
propagandas punitivistas, que insisten con más policías, gendarmes, patrulleros, cárceles y balas. Policías que por otra parte están más que comprometidas con el narcotráfico y la trata.
Ningún pibe nace chorro. La seguridad empieza combatiendo el hambre, la
desigualdad y la miseria, los derechos conculcados. Todo esto se combate con la solidaridad y con inclusión. Con trabajo seguro, estable y bien remunerado. Con techo digno, acceso a la salud y a la educación.
Cada año, gobierne quien gobierne, crece la velocidad con la que el estado mata.
Esta dinámica perversa se alimenta de la impunidad. Las fuerzas de represión tienen la garantía que torturen, maten, secuestren, o atropellen, ninguno de estos crímenes será sancionado. Esta garantía se da desde todos los poderes del Estado y en especial desde el poder político, que es en definitiva la conducción de estas fuerzas, y es quien las convoca para las represiones sociales. La Masacre de Pergamino es en definitiva también el fruto de la impunidad.
Es la triste realidad que viven todas las familias de víctimas de la represión del estado. Al dolor del atropello se suma la lucha contra la gigantesca maquinaria de impunidad. Y, como si fuera poco, muchas veces, deberán soportar las persecuciones, las apretadas policiales, amenazas a testigos, el espionaje a las víctimas, como sucedió en el caso de Luciano Arruga, Rafael Nahuel, Santiago Maldonado, Carlitos Quiróz, nuestro propio colectivo y el de Facundo Castro.
A 5 años de la Masacre, reivindicando nuestra historia de lucha, con todo lo
aprendido, con esta experiencia, con las redes que hemos tejido, es que encaramos una nueva etapa. Queda un largo camino por recorrer, una tarea durísima. Para no hacer silencio, para no mirar para otro lado ante el “genocidio por goteo” que hoy viven una parte de nuestros hermanos, muy especialmente los jóvenes pobres.
Son 30.000.-
Son 30.007.-
son 38.007.-
Jhon, Federico, Juan, Franco, Fernando, Sergio y Alan, PRESENTES!!!!