-¿Cómo se les ocurrió comenzar con este proyecto?
Paula: Yo tengo una formación conservadora en lo que es teatro, egresè en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, pasaban los años y no enganchaba, no encontraba mi lugar, la gente me preguntaba y ¿por qué no en la tele? ¿Por qué no probar en casting? Y eso no me iba. Y entonces, me entré a dar cuenta que no era por ahí por donde yo quería andar. Y a los pocos años una amiga tenía que hacer su tesis de Teatro del Oprimido, venía de Londres y necesitaba una organización barrial, yo estaba en una, y me dijo bueno, ¡súmate al taller del Teatro del Oprimido!, en Longchamps, así empecé y al poquito tiempo de estar con ella, de estar en el taller, de empezar a entender un poco lo que era la metodología, un día, empezamos a trabajar en las cárceles, iniciamos un taller en Ezeiza y otro en Devoto y así seguimos y no paramos más. Militar en prisiones, en lo personal me costó bastante, porque de la cárcel se sabe poco en general y para mí era un espacio súper lejano, nunca había tenido contacto con nada cercano.
-¿En qué otros contextos trabajan con esta técnica?
Nancy: la última fue la escuela popular de género de la Universidad de San Martin, como talleristas, y estamos en el proceso de la creación de una cooperativa cultural, también con esta técnica y sumando otros talleristas de otros espacios, se puede trabajar en diferentes lugares, pero fundamentalmente son los lugares de opresión, también por separado, laburamos con el grupo Osadía, en salitas barriales, en el bajo flores.
Paula: Yo estoy en la villa 1.11.14 hace cuatro años, también trabajando en el espacio de género, en el Movimiento Popular La Dignidad, y ahí armamos un grupo desde hace varios años y tenemos obras en marcha.
-¿Cuántas personas participan de cada taller?
Paula: Es relativo, en una de las cárceles, ahora tenemos doce, se van sumando a la propuesta y algunos no siguen.
Nancy: A la propuesta se suman, el problema en general no es de los participantes ni nuestro, sino del sistema propio de todo sitio de encierro. Asimismo, hay códigos que vos no podes sortear. Hay algunos que tal vez quisieran bajar, pero si el código de ellos es “no baja nadie”, no baja nadie. O tal vez, te encontrás que hay requisas, son cuestiones internas que nos exceden. O quizás algunos de los que venían participando en el taller fueron trasladados, o salieron en libertad, y entonces, va cambiando también la gente que lo compone. Si nosotros tuviéramos que decir cuáles son los principales problemas, son los que tienen que ver con el servicio penitenciario, no con lo especifico del taller, dentro del espacio del teatro laburamos con ellos y se labura súper bien, se respeta el lugar y la predisposición siempre es buena. Ellos quieren salir a hacer lo que sea, es su espacio de libertad. Lo que logramos con los años es tener un vínculo desde la sinceridad, con códigos de seguridad entre nosotros, de respeto y, en ese marco, se puede trabajar libremente.
-¿Quién propone los temas de trabajo?
Paula: A partir de juegos de improvisaciones se va armando y consolidando el grupo, empiezan a entender cómo es la metodología de Teatro del Oprimido, que no es solo venir a pasarla bien sino también brindar un espacio para reflexionar sobre que problemáticas nos molestan, nos parece que no está bueno que sucedan y queremos transformar. Y eso es a partir de lo que la población te propone. No imponemos ningún tema, surgen de esta interacción.
Nancy: Todos los años se presentan una o dos escenas que conforman una muestra, se comparte con las visitas, en situaciones ocasionales en las que permiten que vengan sus familiares o amigos, como el anteaño pasado que vinieron sus familiares y vieron las actuaciones. Y muchas veces con la técnica de teatro foro, es una especie de dialogo democrático entre el público y los espectadores, se debate todo subiendo a escena.
Te cuento un ejemplo, nosotros estamos trabajando hace dos años con una población de extranjeros, y durante esos dos años salió permanentemente el tema de la discriminación por ser extranjero, y no hay ningún suizo, inglés, ni francés, son la mayoría bolivianos o peruanos. Un tema que se abordó y lo presentamos a fin de año, porque fue algo reiterativo durante todo el ciclo anual, fue el de un hombre que era argentino y estaba en el pabellón de extranjeros sólo por su fisonomía, por portación de rostro, por ser hijo de, creo que su mama era extranjera pero él no lo era y, sin embargo, estaba en el pabellón de extranjeros. Esa era la denuncia y de hecho la estética de la muestra fueron unos grandes pasaportes, donde ellos se describían como los describe la sociedad.
-¿Siempre todos quieren subir al escenario a participar?
Paula: Suele ocurrir que si el público no quiere subir a escena, se puede hacer como un gran debate o proponer a alguien tal o cual cosa. Pero ninguno se va sin reflexionar sobre el qué o el cómo.
-¿Se problematizan cuestiones propias de la dinámica de la cárcel?
Nancy: Y es difícil porque como hay pautas de sinceridad y de respeto, nosotras no podemos exhibirlos en algo puntual en contra del sistema que los está oprimiendo ahí adentro, vos no podes recrear una escena con un represor que sea puntualmente alguien de ahí, que sea un penitenciario de ahí adentro, porque todo el resto va a saber de quién se está hablando y después nosotras nos vamos y ellos se quedan.
Paula: Hubo un año en que en Devoto salió el tema de la requisa, que es el momento en que los guardias entran en el pabellón y hacen la búsqueda de cosas, destrozos, golpizas. Es una situación de mucho poder, donde claramente los presos pierden. Y ellos querían trabajar esa escena, y puertas adentro se elaboró, y se hizo foro, se hizo todo, puertas adentro. Dijimos bueno, hay que mostrar: ¿Qué hacemos? Se pasó esa misma situación a una escuela. Entonces, era una escuela donde el director entraba al aula y revisaba las mochilas, no era clara, pero se sabía de qué se estaba hablando y la exhibimos puertas afuera, y estuvo bueno porque se pudo reflexionar sobre este momento tan particular. Fue interesante porque muchos que estaban en la cárcel por primera vez vieron esa escena, y quizás, no conocían todavía la dinámica. Me acuerdo que uno dijo que quería hacer esa intervención para mostrarle a los pibes que no sabían. La representación era la de un chico que entraba al aula y que no se separaba de sus cosas. Porque siempre hay alguien que quizás quiere descartar algo, ponerte alguna cosa, entonces era como avisarle a los primarios (los novatos en el sistema carcelario), ¡ojo! ¡Tus pertenencias siempre con vos!, porque te pueden enchufar algo.
-Ustedes postulan que todos somos actores. En esa dinámica en la que todos somos actores y espectadores ¿Qué rol asumen como facilitadores?
Nancy: lo que hacemos es facilitar la técnica, moldear las ideas que ellos tengan, pulirlas, pero es todo armado desde ellos, sin lugar a duda. Yo no tengo instrucción teatral más que Teatro del Oprimido. En cada grupo uno aprende, no vas a “dictar” un taller, también vas a aprender y, por lo general, uno estuvo antes, desde el lugar de participante, y trabajó con las opresiones que uno tenía. De igual forma, tratamos de empoderar a dos o tres, para que asuman mayores responsabilidades y sigan multiplicándose las experiencias de este estilo.
Paula: En esto de dar talleres es importante el lugar desde donde uno lo da. No es que yo voy y dicto un taller, sino que yo también trabaje mis opresiones antes y lo sigo haciendo. Se supone que todos en algún momento oprimimos o fuimos oprimidos. A mí el Teatro del Oprimido me dio la posibilidad de transformar algunas cuestiones que me estaban oprimiendo. Todos nos transformamos en el proceso.
-¿Qué opinan respecto al desarrollo que tiene esta técnica en el mundo en relación a lo que sucede en Argentina?
Paula: Boal estuvo en Europa, entonces, donde hay mucho laburo hecho es en Europa. En Brasil también hay mucho desarrollo, en Rio sobre todo. Y eso es porque Boal es brasilero. Acá, no casualmente, surge después del 2000. En los 90 se habían aniquilado un montón de cosas Después del 2000 empieza más fuerte en Latinoamérica y especialmente en nuestro país. La técnica en Argentina está pero muchas veces está oculta, si entrás empezás a ver que está, desde el sur hasta el norte, de hecho, hay una red de Teatro del Oprimido. Este año nosotras participamos del tercer encuentro del Teatro del Oprimido, en Bolivia y allí se evidenció cuan presente está en un montón de países.
Nancy: el tema es que no es rentable el Teatro del Oprimido. Por ejemplo, Paula está hace un montón de tiempo trabajando en cárceles y eso no sale a la luz, y viene una compañía de Lito Cruz y hace un montón de publicidad del teatro en cárceles, y dicen ser los precursores, sale en todos los diarios y demás, y nosotros venimos trabajando hace mil años y no se nos reconoce. Igual tampoco el fin de Teatro del Oprimido es ese, de publicitarnos, pero igual es injusto. Y también nosotros tratamos de generar un espacio para que trabajen cómodos, mientras que las otras técnicas vienen por imposición. Nosotras no podemos fotografiar a nadie, no podemos publicitar nada, mientras que viene un aparato y sí lo puede hacer. Lo de Lito Cruz fue hace tres años, fue teatro convencional y sacó un libro de teatro en cárceles.
-¿Dentro de la red que ustedes mencionan que existe de Teatro del Oprimido, está el grupo Osadía y hay también otros grupos que conozcan?
Hay muchos, de hecho, después te ves en los encuentros, una vez por año, el próximo es en enero y febrero.
-¿En su grupo predomina alguna militancia política partidaria?
Paula: El Teatro del Oprimido es político, es una decisión política, pero no partidaria. Es una herramienta social, de lucha. Te encontrás en algún movimiento o en algún frente haciendo tal o cual acción, pero no es partidaria, pero si es política porque hay una decisión de trabajar para y por el oprimido. Si hay una intervención desde lo político, porque no se va a trabajar para el sistema opresor sino siempre en contra. Hay una cuestión de transformación a través de la política.
-Ustedes son madres, ¿Identifican cuestiones teatrales que se repiten en los talleres o en lo lúdico que ven en sus hijos?
Nancy: uno termina haciendo lo que hace en los talleres.
Paula: es ideológico, es una posición en la vida, que atraviesa todo, es una elección, uno se ubica en un lugar determinado desde donde mira la vida y el mundo, y estamos atravesadas por eso. Y sí, es transformador. Por ejemplo, yo estoy trabajando en el barrio, en el grupo de Fuerza Colectiva, grupo de Teatro del Oprimido dentro del movimiento La Dignidad, y yo lo que quiero es que pase lo que pasó con Osadía, que de ahí salgan multiplicadoras que trabajen.
-¿Ahí también son mujeres?
Paula: Sí, es un trabajo que continua, por eso cuando Nancy dice que el Teatro del Oprimido la encontró, es porque Nancy tal vez nunca pensó que iba a ser teatro, y hoy Nancy trabaja de eso y se ve clara la transformación.Nancy es una de tantas otras compañeras, que han generado grupos. La idea es que se siga multiplicando siempre, llegar a ser cada vez más. Que se empoderen desde la herramienta y que esta militancia se siga desarrollando como germen de los cambios.