A la vez, la defensa de los policías intentó exhumar la hipótesis del presunto uso de armas de fuego por parte de los manifestantes apelando a una desprolija convocatoria como testigo a una persona que había seguido desde el público todas las audiencias. La hipótesis de la presencia de “encapuchados” con un arma calibre 22 y otro con una tumbera fue esgrimida rápidamente por la propia policía, repetida por el propio ex gobernador Miguel Saiz, plasmada en el sumario de investigación interna de la policía primero y volcada en sede judicial después. Ocho años después y con doce jornadas de audiencias reveladoras, el testigo no corroboró lo que se había prestado a afirmar en su momento entre cuatro paredes y sin el control de la sociedad que permite la instancia de estos juicios.
Alejandra Bartoliche, trabajadora de la agencia Télam y colaboradora de distintos medios, aportó a la causa aproximadamente mil fotografías realizadas desde las 10.30 de la mañana del jueves 17, las que junto a otros documentos son base de una pericia interdisciplinaria realizada por el físico Guillermo Pregliasco, quien brindará testimonio el 1 de noviembre. Hoy Bartoliche relató su experiencia a la par que exhibió una selección de un centenar, que brinda precisiones horarias a muchos de los dichos de diferentes testigos.
Las fotografías mostradas en audiencia corroboraron, de los hechos que nosotros conocemos por las partes y el acompañamiento de estos años:
El uso generalizado por parte de la policía de las escopetas en forma horizontal, apuntando directo a los cuerpos;
Un efectivo portando una caja de munición de plomo de marca “Stopin Power” como las indicadas por los peritos balísticos que ya declararon;
El ataque centrado en la casa de la familia de Diego Bonefoi, asesinado horas antes, desde antes del mediodía y previo a la respuesta con piedras por parte de jóvenes manifestantes;
Nunca hubo una multitud, sino grupos de no más de 8 o diez manifestantes con piedras;
Personas adultas reclamaron en la comisaría 28 por personas detenidas durante la mañana, que no están incluidas en este caso ni en ningún otro;
Dispararon gases lacrimógenos contra las viviendas de vecinos que simplemente miraban los acontecimientos
Actuó personal de civil con ropas del mismo tipo y estilo que los jóvenes de barrio;
Víctor Pil, uno de los tres efectivos en actividad acusados por el homicidio de Sergio Cárdenas, se ve participando del dispositivo y apuntando con la escopeta en forma horizontal, directa a los cuerpos, y no inclinada hacia abajo buscando el rebote en el piso, como debería hacerse en caso de dispersión de manifestación; y, también, las condiciones en que los manifestantes y vecinos socorren a los heridos en medio de gases y balaceras.
Mas jóvenes testigos y víctimas
Finalmente declaró otro muchacho, que tenía 14 para el momento de la represión, tío de Nino Carrasco. Tiraba piedras. Estaba en el grupo que un avance policial los obliga a refugiarse dentro de la casa de la familia de uno de ellos, donde quedaron encerrados por las descargas frontales a la casa y con Nino desvaneciéndose. Horas más tarde, entre las 21.30 y las 22, en la zona de barrio Las Quintas fue corrido por la policía junto a otros jóvenes; recibió cuatro impactos de bala de goma (dos en un brazo y dos en las piernas).
Ese barrio está a varias cuadras de la sede de la ex comisaría 28, epicentro y presunto objetivo de todo el dispositivo policial desplegado. Es decir, que la conducción policial para esa hora había redefinido el objetivo del control de la ciudad y ampliaba el radio de persecución contra los jóvenes, lo que el viernes 18 no tuvo límites, lo que jamás investigó la justicia.