23 horas, aproximadamente, en una calle de Floresta, barrio de Buenos Aires. Camino sin rumbo porque en mi casa hay un inmundo calor concentrado en las paredes. Dos hombres apuran sus pasos atrás mío hasta transitar a la par, uno a cada lado. El la izquierda me dice: “No mirés mi cara, mirá esto (un revolver) y dame todo lo que tenés”. “Tranquilos, que les doy todo”; y empecé a sacar los 183 mangos que tenía en el bolsillo de la bermuda.
No terminé de hablar, cuando el de la derecha me dice: “¡Profe!,” “Profe, ¿es usted?”. Y antes que pueda responder, indicó al otro: “Vamos, es el profe de Periodismo”. Y luego: “Disculpe, no lo reconocí”. Doblaron en la esquina y alcancé a gritarles: ¡Suerte!
Sé que otros docentes pasaron por hechos similares y cuando lo contaron, nos reímos. Esta vez no pude, sentí una inmensa tristeza.
Porque la casta política me había robado. Para empezar las 40 lucas por mes que el Estado destina por cada preso en cárceles federales y luego se las chorean a los pibes de su alimentación, de sus elementos de higiene y su medicación, su educación y su futuro. Habían robado también la solidaridad, porque a estos pibe NADIE, NADIE ABSOLUTAMENTENADIE, LES DARÁ LABURO SI SABEN QUE TIENEN ANTECEDENTES.
Como puede apreciarse, la cárcel ni reinserta ni resocializa, devasta y extiende la condena más allá de lo que marca la ley, cuando no te mata. No recuerdo sí el de la derecha fue alumno mío, pero seguro me vio en algún pasillo tumbero, en alguna visita o asistió a una charla.
A estos muchachos les están robando todo: PORQUE SI NO HAY LABURO PARA LOS QUE POSEEN CURRICULUM, MENOS HABRÁ PARA LOS QUE TIENEN PRONTUARIO. O sea que me están robando la vida de pibes que tienen la edad de mi hijo.
La maldita casta política no se cansa de robarme. Todos los días: En el super, en los chinos, en la verdulería, en los libros que no puedo comprar y en cada lugar al que concurro. Los pibes no se llevaron nada y pidieron disculpas. Gracias por mantener códigos y espero que soplen nuevos vientos para ustedes. Ojalá que puedan leer estas líneas. Un fuerte abrazo. Y toda la suerte: ¡De corazón!