Carla nació en junio de 1975 en la ciudad peruana de Miraflores. Era hija de la argentina Graciela Antonia Rutila Artés y del uruguayo Enrique Joaquín Luca López.
Según recuerdan las Abuelas de Plaza de Mayo, la familia se mudó a Bolivia, donde Enrique y Graciela formaron parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Él fue asesinado a fines de septiembre de 1975 y a ella la detuvieron junto a Carla en abril de 1976 en Oruro. Cuatro meses después, el 29 de agosto de ese año, la dictadura boliviana entregó a madre e hija a Argentina, siendo la Gendarmería la que las trasladó al centro clandestino de detención Automotores Orletti.
A poco de estar en cautiverio, Carla fue inscripta por Amanda Cordero y Eduardo Ruffo como hija propia con el nombre de Gina. Ruffo era entonces uno de los represores responsables de ese centro de exterminio y antes del golpe había integrado la Triple A, la banda paramilitar creada por Perón y López Rega.
“Tras una nueva campaña de Abuelas en la que se publicó la foto de la pequeña Carla, llegaron las primeras denuncias a nuestra Asociación. Su abuela materna, Matilde Artés Company, más conocida como ’Sacha’, era actriz y militante política. Al momento del secuestro de su hija y su nieta estaba en Cuba, desde donde se fue a España. Desde allí volvió a nuestro país para llevar adelante el caso de su nieta junto con Abuelas”, relatan desde la organización que conduce Estela de Carlotto.
Los apropiadores, enterados de la denuncia realizada por la abuela de Carla, se dieron a la fuga. Pero poco despúés fueron detenidos y, tras los exámenes de sangre, se comprobó quién era la niña. Carla recuperó su identidad y se encontró con su abuela en septiembre de 1985, nueve años después de su detención. Desde entonces y por muchos años Carla viviría con su abuela Sacha en España.
En 2010, ya con 35 años, Carla volvió a la Argentina. Su objetivo era declarar contra su apropiador (quien además la golpeba y abusaba de ella) en el juicio donde se investigaban delitos de lesa humanidad cometidos en Automotores Orletti. Poco después volvería definitivamente a Argentina para radicarse con sus hijos.
Ya en Argentina se relacionó con otras nietas y nietos y estrechó más lazos aún con Chicha Mariani, una de las fundadoras de Abuelas y quien recorrió con ella los primeros pasos de la recuperación de su identidad. Tan es así que la joven fue una de las voceras de Chicha en diciembre de 2015, tocándole la ingrata tarea de explicar los pormenores del episodio sobre el fallido hallazgo de Clara Anahí, la nieta de Chicha que aún continúa apropiada.
Con quien también entabló una gran amistad fue con María Victoria Moyano, también nieta recuperada y una de las referentes de la lucha contra la impunidad de los genocidas y por la defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas. Precisamente la última entrevista que Artés le dio a este diario fue en el marco del estreno del documental El Robo, que relata la historia de Vicky, su “hermana de vida”.
En aquel momento Carla recordaba que con Vicki tienen “una historia en común: la desaparición de nuestros padres. Es un lastre que vamos a llevar toda la vida. Eso no cambia y nunca va a cambiar. Pero lo que sí cambia depende de cómo cada uno lleve esa historia, y la película muestra cómo Vicki la llevó adelante. Su inteligencia para tramitar esas desapariciones. Es una de las chicas restituidas que conozco que tiene ese empuje de llevar adelante las banderas de sus viejos”.
En relación la militancia de Moyano en el PTS y en el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), Carla aseguraba que “Vicki ha sabido trasladar la pelea del lado de los trabajadores, porque nuestros viejos siempre pelearon al lado de los trabajadores. Para ellos la clase obrera siempre fue fundamental, porque solo la clase obrera podía sacar adelante un país. Eran los que podían proporcionar el cambio”.
Finalmente sentenció que “los que desapreciaron a nuestros viejos pretendieron destruir todo lo que la lucha de ellos significó, pero no sabían que cuando nos restituyeran, íbamos a levantar las banderas por las que murieron nuestros padres”.