A 134 años de la huelga general de 1886 seguimos peleando por nuestros derechos.

Por Fernanda Giribone/APL) Cada año millones de personas alrededor del mundo conmemoran el 1 de Mayo como el Día Internacional del Trabajador. Los festejos son una forma de reivindicar los derechos conquistados por la clase obrera y también un canal para visibilizar nuevos reclamos. La huelga general que pone fecha a este suceso transcurrió en el contexto de la Segunda Revolución Industrial, época de crecimiento económico y tecnológico. Sin embargo fue también un momento de incremento de la explotación de Hombres, Mujeres y Niños. Como respuesta, el movimiento obrero creció en organización, y arrancó algunos de los derechos históricos, que hoy vemos amenazados. El 1° de mayo de 1886 estalló el cese de actividades en los Estados Unidos, motivada por las pésimas condiciones laborales. La medida pedía particularmente por la jornada de trabajo de ocho horas. El conflicto obrero se extendió por varios días, y numerosos manifestantes, activistas y dirigentes fueron encarcelados o asesinados, como resultado de la represión policial. En el pico del conflicto en Chicago, el 4 de mayo, un grupo importante de sindicalistas anarquistas y socialistas fueron detenidos, 8 de ellos fueron juzgados y 5 asesinados. Pasarían a la historia como “los mártires de Chicago”. Rememoramos el día del trabajador desde 1890, como quedó instituido en la Internacional Socialista de 1889, para impulsar y unificar las luchas obreras en todos los países, a partir del reconocimiento a este grupo de sindicalistas que fueron ejecutados.

Aquella época, fines de 1800, corresponde al inicio de la Segunda Revolución Industrial. En medio del crecimiento económico y tecnológico; de la generalización del uso de la electricidad y el petróleo, las fábricas se volvieron más sofisticadas y eficaces. Ávidas de la mano de obra que les permitía ampliar sus capacidades productivas, en Estados Unidos, ciudades enteras se formaron en torno a las necesidades de empresas e industrias. hombres mujeres y niños, mal pagos, trabajaban jornadas extenuantes, en condiciones de semiesclavitud.

Ante esta situación el movimiento obrero avanzó en su organización y planteó reclamos. En 1880 quedó conformada La Federation of Organized Trades and Labor Unions. A mediados de 1884 la Federación lanzó una campaña por las 8 horas, y sentenció que si el problema no se resolvía para mayo de 1886 se lanzaría una Huelga General. Sin respuestas, y conforme a lo prometido, el 1 de mayo de 1886 se lanzó una Huelga General en todo EE.UU. Más de cinco mil fábricas dejaron de producir y 340 mil obreros salieron a las calles y plazas a manifestarse.

Chicago fue cabecera de esta lucha, parando casi completamente la ciudad. Los siguientes días transcurrieron con manifestaciones y represiones policiales; huelgas, rompehuelgas y despidos. El día 2, en una concentración de obreros despedidos de la Mc Cormik (1200 trabajadores), hubo represión y la policía mató a seis obreros y dejó una gran cantidad de heridos. Como respuesta a este atropello, el 3 de mayo, el acatamiento a la huelga se incrementó. Al día siguiente, el 4 de mayo, se convocó a una concentración en la plaza Haymarket, donde se reunieron más de 20 mil personas. También hubo represión.

Una bomba detonó entre los policías, produciendo un muerto y varios heridos. La policía disparó contra la multitud de manifestantes y dejó más de 200 heridos y 38 muertos. Esa misma noche comenzó la cacería: se estableció el estado de sitio y el toque de queda, con razias y allanamientos en los barrios obreros. Como saldo más de 30 dirigentes y activistas fueron detenidos. Sin embargo ese mismo día unos 125 mil obreros conquistaron la jornada laboral de 8 horas y para fin de mes se sumarían 200 mil más. A fines de 1886 más de un millón de trabajadores había alcanzado ese derecho.

El 21 de junio de 1886 se inició el juicio contra 31 personas. Luego quedaron identificados como los “responsables” 8 dirigentes: August Spies, Albert Parsons, Samuel Fielden, Adolph Fischer, George Engel, Michael Schwab, Louis Lingg y Oscar Neebe. El juicio fue totalmente irregular, y así fue denunciado por amplios sectores. Surgió un gran movimiento por la defensa de los mártires, y se celebraron reuniones en todo el mundo para exigir su libertad. Pese a todo fueron declarados culpables, tres de ellos fueron condenados a prisión, y 5 a pena de muerte. En 1893 el Gobernador de Illinois indultó, por considerarlos injustamente presos, a los tres procesados que: Samuel Fielden, Oscar Neebe y Michel Schwab.

CAPITALISMO, GANANCIA PRIVADA Y CRISIS MUNDIAL

Hoy el mundo se encuentra inmerso en una crisis de magnitudes históricas. A 134 años de aquel estallido social, la pandemia del coronavirus sacude el mundo, deja a millones de personas sin sus trabajos, y altera completamente el paisaje. La pandemia ha puesto de manifiesto la incapacidad del sistema capitalista para resolver, con su lógica de ganancia privada y lucro, las verdaderas necesidades de los pueblos. El vaciamiento de los sistemas sanitarios realizado escala mundial en los últimos años, ha sido una constante, y como consecuencia de este atropello los estragos de la propagación del virus se incrementan.

Esta crisis que en unos pocos meses ha llevado a la humanidad a niveles de desempleo nunca vistos, está reproduciendo a niveles insospechados todas las injusticias sociales. No sólo en los países pobres, sino también en las grandes potencias capitalistas.  En Estados Unidos y en Europa los despidos se cuentan por millones. Crecen en todo el mundo los desocupados, la pobreza, y la miseria. Por doquier se han ahondado las desigualdades estructurales de clase, de raza y de género.

Por otra parte frente a la crisis sanitaria y económica, los Estados no dudaron en echar mano a los aparatos represivos y de in-seguridad, para controlar la gestión del espacio público, el desplazamiento de las personas, no solo como la única respuesta que encuentran para evitar la propagación, sino como forma de  anticipar alzamientos y protestas, estallidos que se esperan ante la carestía generalizada y la incertidumbre sanitaria. En argentina hay problemas de acceso al estudio, a la salud, hay problemas laborales y hay abuso de las fuerzas represivas. Se suma el novedosos ciber-patrullaje como forma de control preventivo desde las redes sociales, que reprime el “humor social”.

La pandemia ha puesto en evidencia el carácter criminal de la política capitalista en los distintos gobiernos del mundo, y hoy paradójicamente a más de 130 años del estallido social que en Estados Unidos le dio la jornada laboral de 8 horas a casi la totalidad de los trabajadores asalariados del mundo, asistimos a la retracción de estas conquistas. A 134 años de la huelga general de 1886 seguimos peleando por nuestros derechos.