“¿Dónde está? ¿La habrá agarrado la policía? Siempre me avisa si viene tarde”, pensó la hermana de Laura. Ella solía volver de madrugada y ya se había hecho demasiado tarde. Las dos vivían solas porque meses atrás había fallecido la mamá. A la una y veinte del mediodía le tocó el timbre un policía y le preguntó cómo estaba vestida la hermana: “campera marrón, pantalón negro, zapatitos altitos azules”, respondió. Y agregó que era rubia, que tenía el pelo decolorado. Entonces supo que estaba muerta.
“Es un crimen de odio: el ataque fue salvaje, le pegaron en la cabeza con una ladrillo grande”, dijo a Cosecha Roja Lara Gaitán, referente de Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTA) Córdoba. La causa está en la Distrito 4 Turno 4°, a cargo de la fiscal Liliana Copello.
A Laura la vieron por última vez ese mismo sábado, a las 8 de la mañana, cuando salía del boliche Santa Diabla. El cadáver apareció en un local abandonado en la Av. Donato Álvarez del barrio Argüello, en la ciudad de Córdoba. La policía lo encontró por un llamado anónimo que le avisaba. “Sabemos que el cuerpo fue muy violentado. Estamos esperando los resultados de la autopsia para saber si hubo mutilación genital o violación”, dijo Veber.
Familiares, amigos y organizaciones convocaron a una movilización esta tarde a las 17 en el Centro de Salud 34, en Calle Coquena y Huarpes. Marcharán hasta Donato, donde encontraron el cuerpo. Y pedirán Justicia: “Seguimos expuestas a violaciones de nuestros Derechos Humanos. No podemos seguir permitiendo que la población trans sea blanco fácil y que estos casos queden impunes”, dijo Gaitán. La mayor parte de los asesinatos transfóbicos no son investigados. Según la dirigente de ATTA, las propias chicas temen denunciar a los atacantes porque saben que la noche siguiente se los volverán a encontrar.
La expectativa de vida de una persona trans es de entre 35 y 40 años. Mueren por crímenes de odio, por enfermedades, mala atención en los hospitales, maltrato policial o depresión, entre otros motivos. “Para tener una buena calidad de vida necesitamos un trabajo, inclusión laboral y que la prostitución no sea la única salida, implica exponerse a muchos peligros”, dijo Gaitán.
Laura todavía no había llegado a cambiarse el nombre en el documento, pero cuentan que estaba a punto de hacerlo. Desde que en 2012 se aprobó en Argentina la ley de Identidad de Género (26.743), más de 4 mil personas cambiaron su DNI. La norma reconoce el derecho a la identidad, al desarrollo de la persona, a ser tratada de acuerdo a la identidad de género y a ser identificado de ese modo en el DNI y cualquier otro documento. La ley especifica: “Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente”.