El joven fue militante político y social desde su adolescencia. Se preocupó por la pobreza que se vivía en el barrio y se acercó a la Parroquia de Itatí en San Francisco Solano. Allí estaba el padre Raúl Berardo, quien tuvo un rol activo en la toma de tierras durante 1981 y resistió el desalojo de las familias instaladas en los asentamientos. Por aquel entonces participaba junto con Javier Sotelo en el grupo “Gente sin techo” y publicaban Latinoaméricagaucha, una revista que sirvió como herramienta para la denuncia y difusión de los negociados e irregularidades de las inmobiliarias de la zona.
El 5 de junio de 1988 Agustín Ramírez y Javier Sotelo fueron asesinados en el barrio San Martín, cerca de donde vivían. Horas antes, Agustín había salido a buscar postes para marcar uno de los asentamientos en los que militaban, Tierras de Jerusalén. Según narraron los testigos, un grupo de hombres se lo llevó y lo golpeó. Su mamá, Francisca, dijo que cuando fue a reconocerlo a la morgue pudo ver en su cuerpo las marcas de la tortura.
Unos días antes de su muerte, el 24 de mayo de 1988, Agustín había denunciado al personal de la comisaría de Rafael Calzada por reprimir a la gente que el 9 de abril había intentado ocupar un predio de diez hectáreas, cuya propiedad se la adjudicaba una inmobiliaria que también decía ser dueña de las Tierras de Jerusalén.
La causa judicial fue cerrada a pesar de los numerosos testigos del hecho. El único acusado fue un ex policía federal, a quien todos en el barrio conocían como “El Chanchero”, porque se dedicaba a cuidar animales. El hombre no fue condenado sino recluido en una institución psiquiátrica, y luego salió en libertad.
A 27 años de los hechos, familiares y amigos de Agustín Ramírez realizarán este acto homenaje y seguirán trabajando para que se reabra la causa y se haga justicia sobre los verdaderos culpables. La CPM ha aportado valiosos documentos del ex archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que gestiona desde el año 2000. Esos documentos dan cuenta de la persecución policial que venía sufriendo Agustín antes de ser asesinado.